sábado, 17 de abril de 2021

IMPUESTO A LOS CARROS Y HASTA POR USAR EL SOL

 Obvio es que el mundo gira hacia el uso de medios de transporte de tracción eléctrica, pero en su afán alcabalista, el Gobierno de Iván Duque, pretende justificar un nuevo impuesto a los vehículos de combustibles fósiles, a partir del año entrante, cuando ni siquiera tiene la capacidad el Estado para reemplazar el parque automotor público, con las nuevas tecnologías.

El montaje de una planta de vehículos eléctricos no se hace de la noche a la mañana y menos en un país como Colombia, que no dispone de ciertos materiales como el litio que se requiere para la fabricación de las baterías.

Los programas que realizan algunas ciudades como Bogotá, para sustituir  el parque automotor público, se han hecho muy a la ligera, sin tomar en cuenta un plan para la disposición final de los vehículos que sean desechados ni mucho menos de un programa para reutilizar esa chatarra.

Es cierto que tenemos que seguir buscando alternativas energéticas para reducir el impacto ambiental en el planeta y disminuir las emisiones de CO2, pero esos cambios se tendrán que dar en su momento y con la participación de los Estados como lo establece el Acuerdo de Paris.

No es aplicando más impuestos para ahogar a las familias como se van a generar esos cambios. Un carro eléctrico, como pretende el ministro de marras hoy en el mercado vale más que una casa e impedirles a esas familias la movilidad porque aún usan combustibles fósiles es un crimen.

Seguramente ahora saldrán a decir que para eso están los bancos que usan el dinero del Estado (es decir, el dinero de todos) que reciben del emisor los dineros al 1.5% para financiar sus programas de crédito, y se los trasladan a los colombianos al 26%. Y ahí sí, Duque y Carrasquilla no dicen ni muuuuu.

Ahh, y se me olvidaba que los colombianos,  si pretendemos pasarnos a la utilización de páneles solares para alumbrar nuestras casas, tendremos que pagarle impuestos al gobierno por el solecito que recogemos.

Como vamos, solo falta que Duque y Carrasquilla nos cobren hasta por respirar. ¿Hasta cuando aguantaremos los colombianos tanta improvisación e ignominia?