martes, 26 de abril de 2022

DEL PARTIDO LIBERAL NO QUEDA NI EL TRAPO ROJO

 


 

Por José Antonio Mantilla

La decisión de los liberales -por imposición de César Gaviria- de respaldar la candidatura del ultraderechista Federico Gutiérrez a la presidencia, deja al “trapo rojo” hecho jirones.

Del otrora “Gran Partido Liberal”, solo queda la historia, pues los “últimos mohicanos”, los congresistas, los pensadores y hasta las bases del Partido Liberal, hace tiempo comenzamos a emigrar, precisamente porque César Gaviria, se aprovechó del momento histórico del asesinato de Luis Carlos Galán, para escalar a la presidencia y luego como jefe de la colectividad, traicionó la filosofía, el pensamiento vivo y el programa del Partido de Uribe Uribe, Olaya Herrera, Alfonso López Pumarejo, del cual solo queda el nombre.

Ya ni siquiera bebe de las fuentes del socialismo, como decía Rafael Uribe Uribe.

Y no obstante con su camaleónica estirpe, se unió al Centro Democrático, para contribuir, con los votos que no le pertenecían, al triunfo del que dijo Uribe, y entregó las banderas del pueblo a lo más retrógrado de la derecha fascista, todo con tal de buscarle un puesto en la burocracia a su hijo y a unos cuantos amanuenses suyos.

Y ahora, no contento con eso, vuelve a repetir la historia con un puñado de congresistas sin ideología ni fortaleza mental, para traicionar a las bases y frustrar al pueblo.

No creo que haya verdaderos liberales que le hagan el juego para repetir la historia que estamos viviendo desde el siglo pasado.

Así, la única opción que nos queda, es respaldar a Gustavo Petro y su fórmula vicepresidencial Francia Márquez, en primera vuelta. Si, es ese que habla directo al grano, el único que llena las plazas en todo el país pese a las mentiras y la soterrada campaña de los enemigos del pueblo. Unámonos para romper las barreras de la opresión, de los gobiernos déspotas, del narcoparamilitarismo y orientémonos hacia un mejor futuro. Colombia vale la pena.

#DespiertaColombia

 

viernes, 15 de abril de 2022

LA HISTORIA SE REPITE

Por José Antonio Mantilla

Prensa Andina (Bogotá D.C., 15-4-2022)

De la misma forma como Laureano Gómez atacaba todo lo que se relacionaba con la denominada República Liberal, tras los aciagos años de la hegemonía conservadora, blasfemando contra los presidentes Eduardo Santos y Alfonso López Pumarejo, surge otra vez la ultraderecha, con sus epítetos falaces, la mentira insidiosa y la política desleal, para arremeter con calumnias contra el candidato Gustavo Petro, del pacto histórico, en su intento por atajar su arrollador avance hacia la presidencia, incluso, poniendo en peligro su integridad personal.

Esta vez, desde el uribismo camuflado, se repite el axioma según el cual, todo se vale para frenar su ascenso electoral, pues mientras más se insista en las distorsionadas frases fascistas urdidas desde las bodegas donde operan las centrales donde no solo controlan la gran prensa sino también las redes sociales, más cala en la población la desfiguración de la personalidad demócrata de Petro.

Y para ello han invertido “todo el dinero del mundo”, financiado por el sector económico, los grandes inversionistas, industriales, comerciantes, banqueros, constructores e incluso el narcotráfico, hasta el colmo de -como lo quisieron hacer en las pasadas elecciones del 13 de marzo- distorsionar el mandato del pueblo en las urnas. Tal como ocurrió en 2018, cuando fue elegido el que dijo Uribe y que resultó ser el peor presidente en toda la historia de Colombia.

La táctica es calumniar y desgastar al candidato de la Colombia Humana, apoyados en los medios de comunicación formales que ellos dominan e incluso rechazando las pautas comerciales de la campaña de Petro.

Usar, como cuando lo hicieron con el plebiscito de la paz, todo tipo de maniobras, de tal manera que generaran pánico en los colombianos, lograran “emberracarlos” para finalmente obtener un margen de ganancia de 60 mil votos por el NO, en medio de una monstruosa abstención.

Y aunque la frase “calumniad, calumniad que de la calumnia algo queda”, fue plagiada por Laureano Gómez, la plasmó muy bien en nuestra historia política colombiana, pues desde entonces, se ha constituido en un argumento de la ultraderecha para combatir todo lo que les sea contrario a sus intereses, e impedir los cambios sociales y económicos dentro del juego abierto de la democracia.

Y de seguro esta vez no les funcionará la estrategia de “hacer emberracar a los colombianos” ni mucho menos la táctica del miedo para perpetuarse en el poder.

Colombia aspira a una alternativa de poder, cree en el cambio social y escogerá al mejor no con la “mano puesta en el corazón” sino con la seguridad de ejercer con independencia el derecho al voto, sufragar a conciencia y con la razón por la mejor opción, por un programa de gobierno serio e incluyente que nos garantice la paz, la convivencia nacional el desarrollo económico, la explotación racional de los recursos humanos y la equidad. Y ese candidato ya tiene un nombre: Gustavo Petro.




 


viernes, 1 de abril de 2022

PIDO LA PALABRA

Por: Octavio Quintero

La libertad de expresión es un derecho fundamental de todos que, en los medios de comunicación, se mide no solo por lo que se publica sino por lo que no se publica (libertad negativa), por considerarse necio o falso.

Un editorial de El Espectador (30.03.22), suscrito por su director, Fidel Cano Correa, “Estigmatizar al contrario no es democrático”, llama la atención porque, de entrada, contradice su enunciado al estigmatizar al candidato presidencial Gustavo Petro, acusándolo de “atacar la libertad de expresión”. Usar la libertad de expresión para calumniar no corresponde a Derecho. El ejercicio de los derechos y libertades constitucionales implica responsabilidades: "Respetar los derechos ajenos y no abusar de los propios", reza el art. 95 de la constitución colombiana.

“Petro nos quiere atracar”, titula David Ghitis una columna en RCN (28.03.22). Atracar, según la RAE, es asaltar con propósito de robar. El candidato presidencial reaccionó, diciendo: “Neonazis en RCN”, lo que fue interpretado por el medio como “estigmatización”, pues, en su concepto, el término “pone inmediatamente en riesgo la vida de quienes trabajamos en este medio de comunicación”. Neonazismo, según WikipediA, es una ideología que busca promover el odio y atacar a las minorías. La Flip (Fundación para la Libertad de Prensa) expidió un comunicado apoyando a RCN. Al día siguiente, 29.03.22, la SIP (Sociedad Interamericana de Prensa), distingue a la Flip con el Gran Premio Chapultepec 2022.

Ambas agremiaciones y los medios callan, o no hallan estigma, en la calificación de comunista, una ideología que llevó al genocidio entre 1984-2002, de 5.000 militantes de la UP (Unión Patriótica), incluyendo dos candidatos presidenciales (Jaime Pardo Leal y Bernardo Jaramillo); congresistas (Manuel Cepeda); alcaldes, diputados y concejales.

Deplorable, por demás, que El Espectador, que ha tributado hasta la vida de uno de sus directores, Guillermo Cano (1986), en aras de un periodismo riguroso (exacto, preciso y claro), abogue por un periodismo “laxo”, es decir, acomodado y poco estricto, ética y moralmente, según la connotación etimológica del vocablo. Lamentablemente el director de hoy está en la onda, pues, los medios de comunicación, universalmente, han desarrollado, en torno al derecho de libertad de expresión, una vía de un solo sentido que desemboca en laxos espacios de opinión a discreción de sus editores.

El editorial parece marcar el camino de la polarización ideológica, ya vista en varios países latinoamericanos, entre gobiernos de izquierda y la prensa. Bajo la sombrilla de la libertad de expresión se guarecen maquinarias políticas y grupos económicos que, tradicionalmente, han ostentado el poder. Y, estuvieran en todo su derecho si,  en su accionar, se atuvieran a la única norma que universalmente debiera definir al periodismo bien hecho: la veracidad, pues, nadie adquiere o funda una empresa periodista para hacer apología del contrario.

Si el inmenso poder público concentrado en un presidente autócrata es un peligro para la libertad de expresión, análogamente, el inmenso poder de la prensa, precedida de una laxitud cercana al hostigamiento, discriminación y la estigmatización del contrario, pues, también resulta un peligro. La libertad de expresión se mide no solo por lo que se dice, sino por lo que no se dice (libertad negativa), por ser, o presumirse, falso o necio. Y el derecho de réplica no es excusa; es, más bien, una especie de embudo por cuya ancha boca entran, a discreción, las calumnias y quedan atascadas en el cuello de las redacciones o en los estrados judiciales, sin contar con que, con una simple disculpa pública, se extingue el proceso. Dentro de una laxa libertad de expresión resulta fácil calumniar con premeditación y alevosía, ya que “de la calumnia algo queda”. Y a eso le apuestan los audaces columnistas, mal calificados de periodistas, otra distorsión que se coló en la “profesión más bella del mundo”: Albert Camus.

El problema de los medios de comunicación es grave. Una encuesta hecha con motivo del Festival Gabo 2019, arrojó que el 83,9% desconfiaba de los medios de comunicación. Si el porcentaje se ha modificado a hoy, debe haber sido al alza. Otro huraco son las redes sociales (RS)…  4.200 millones de personas, 53,1% de la población mundial, se informa por las RS (UNESCO/2021). Si la prensa está perdiendo su base de opinión pública (su interés general), ¿en qué está cimentada hoy, y para quién trabaja?

Fin de folio.- Según las informaciones difundidas por los medios occidentales en Europa, EE.UU. y América Latina, la guerra en Ucrania es sui géneris: solo están disparando y matando gente los rusos.