viernes, 19 de julio de 2013

A PROPÓSITO DEL DÍA DE LA INDEPENDENCIA

A costa de que los llamados historiadores me lleven al cadalso; que los políticos modernos que se aprovechan de la historia para acomodarla a sus fines se unan para acallar mi voz y algunos funcionarios “más papistas que el papa” reclamen mi excomunión, no puedo abstenerme de escribir sobre lo que deduzco y pienso del grito de independencia (si lo hubo) que con tanto patriotismo recordamos los colombianos el 20 de julio.

No sé, si celebrar o entristecerme, con los sucesos ocurridos en 1810, y que los historiadores (cada cual a su acomodo) han sublimado para hacer aparecer a ciertos criollos burgueses de la época como los padres de la patria moderna, y que aún después de 203 años siguen rotándose el poder en una eterna sucesión de la cual el propio pueblo, consciente o inconscientemente, hace caso omiso.

Pues bien, ese 20 de Julio de 1810, es recordado por la “reyerta” (para aplicar el término de los historiadores) entre el comerciante español José González Llorente y  Pantaleón Santamaría, quien acudió a la tienda ubicada en Calle Real, para solicitar prestado un florero con el cual se decoraría la mesa del Cabildo con ocasión del homenaje que se le haría al comisionado quiteño Antonio de Villavicencio. Se trataba de una encerrona maquinada por los hermanos Francisco y Antonio Morales, para provocar el incidente.

González Llorente, se negó al pedido y Santamaría tomó el florero y lo dejó caer, quebrándose en mil pedazos. Ambos se liaron en la calle con palabras de grueso calibre, lo cual provocó la ira de los vendedores y los compradores santafereños que intentaron linchar al “chapetón”. Morales intercedió a favor del comerciante ibérico.

En la gresca González Llorente recibió varios golpes y naranjazos por parte de los amotinados y tuvo que intervenir el alcalde de Santa Fe José Miguel Pey, quien ordenó llevarlo a la cárcel para evitar que la turba enardecida lo linchara. Nadie más resultó lesionado ni mucho menos muerto. El florero de Llorente, mejor de González Llorente, que reposa en la Casa del Florero, como se le conoce a la casona en donde funcionaba el almacén de marras, es simplemente una réplica. El español salió libre en la noche y un año después regresó a la península junto con su familia, dadas las presiones políticas locales.

El Acta de Independencia

En las horas de la tarde se reunieron medio centenar de destacados señores neogranadinos (léase próceres) bajo la dirección del regidor José Acevedo y Gómez en lo que se denominó la Junta Suprema de Santa Fe, para proclamar el Acta de Independencia.

No obstante esta declaración proclamó la independencia no del Rey de España sino del Gobierno Francés que lo depuso e invitaba al monarca a continuar gobernando estos pueblos una vez fuera restituido al trono.

Era más una actitud arrodillada de quienes se proclamaban como las cabezas visibles de la época, “tacando a dos bandas”, ante el temor de perder sus bienes en caso de que fracasara la “revolución criolla” y el Rey Fernando VII, volviera al trono.

El acta de independencia es medrosa y refleja la actitud pusilánime, temerosa y asustadiza de los señoritos de la época. Sin embargo, ningún historiador se ha atrevido a hacer un análisis objetivo de la realidad de la época.

Dice en su aparte central el  Acta del Cabildo Extraordinario de Santa Fe 20 de julio de 1810:

…”y tanto éste como la Constitución de Gobierno deberán formarse sobre las bases de libertad e independencia respectiva de ellas, ligadas únicamente por un sistema federativo, cuya representación deberá residir en esta capital, para que vele por la seguridad de la Nueva Granada, que protesta no abdicar los derechos imprescindibles de la soberanía del pueblo a otra persona que a la de su augusto y desgraciado Monarca don Fernando VII, siempre que venga a reinar entre nosotros, quedando por ahora sujeto este nuevo Gobierno a la Superior Junta de Regencia, ínterin exista en la Península, y sobre la Constitución que le dé el pueblo, y en los términos dichos, y después de haberle exhortado el señor Regidor su Diputado a que guardase la inviolabilidad de las personas de los europeos en el momento de esta fatal crisis, porque de la recíproca unión de los americanos y los europeos debe resultar la felicidad pública, protestando que el nuevo Gobierno castigará a los delincuentes conforme a las leyes, concluyó recomendando muy particularmente al pueblo la persona del Excelentísimo Señor Antonio Amar; respondió el pueblo con las señales de la mayor complacencia, aprobando cuanto expuso su diputado…

La junta recomendaba al  virrey Amar y Borbón para seguir gobernando. Ante su rechazo, asumió José Miguel Pey, a quien los historiadores reconocen como el primer presidente de Colombia.

Acta de Independencia de Cundinamarca

Más directa, sin tapujos y absoluta fue la proclamación de independencia de Cundinamarca, cuya acta se firmó el 16 de julio de 1813.

…"de hoy en adelante, Cundinamarca es un estado libre e independiente, que queda separado para siempre de la Corona y Gobierno de España y de toda otra autoridad que no emane inmediatamente del pueblo o de sus representantes..."

El propio Antonio Nariño quien fungía entonces como gobernador, ratificó la constitución al disponer la destrucción física, simbólica y legal de las insignias españolas y su sustitución por las de la República de Cundinamarca.

Sin embargo, tanto la de Cundinamarca como la neogranadina, son declaraciones sometidas al régimen de la iglesia católica que para la época ejercía pleno poder y soberanía en los territorios sometidos al yugo español.

Independencia de los EE.UU.

Más auténtica y clara fue la declaración de independencia de los Estados Unidos (4 de julio de 1776), quizás la primera manifestación de emancipación en los territorios americanos, en donde se recogen los principios de libertad e igualdad.

Dice el acta leída en Filadelfia:

…”por tanto, nosotros, los Representantes de los Estados Unidos, reunidos en Congreso General, apelando al Juez supremo del Universo, por la rectitud de nuestras intenciones, y en el nombre y con la autoridad del pueblo de estas colonias, publicamos y declaramos lo presente: que estas colonias son, y por derecho deben ser, estados libres e independientes; que están absueltas de toda obligación de fidelidad a la corona británica: que toda conexión política entre ellas y el estado de la Gran Bretaña, es y debe ser totalmente disuelta, y que como estados libres e independientes, tienen pleno poder para hacer la guerra, concluir la paz, contraer alianzas, establecer comercio y hacer todos los otros actos que los estados independientes pueden por derecho efectuar. Así que, para sostener esta declaración con una firme confianza en la protección divina, nosotros empeñamos mutuamente nuestras vidas, nuestras fortunas y nuestro sagrado honor…”

Claro que hoy hay más libertad gracias al influjo y desarrollo del mundo moderno y el avance de las comunicaciones, pero la economía impone los criterios políticos y sociales y por ende marca su desarrollo.

Tal vez los americanos nos liberamos del yugo de los imperios medievales, pero seguimos sometidos al régimen que nos imponen los señoritos de prosapia y los sabios que manipulan el oro y el poder de las armas.