A PROPÓSITO DE LOS PRECIOS DE LOS COMBUSTIBLES


Los combustibles que consumimos los colombianos, además de ser de pésima calidad, son unos de los más costosos del mundo, no obstante que los procesamos en nuestras propias refinerías con mano de obra nacional y con petróleo ciento por ciento colombiano.

Sin embargo, los consumidores de gasolina y ACPM somos los idiotas útiles que pagamos los sobrecostos, impuestos y sobretasas especiales, para que el Gobierno (no el Estado), Ecopetrol y unos pocos particulares accionistas, se queden con las billonarias utilidades que año a año registra este negocio en Colombia.

Entre 2010 y 2011, prácticamente se duplicaron las ganancias de Ecopetrol, registrando al 31 de diciembre pasado, 15.8 billones de pesos (más de 8.000 millones de dólares) de utilidades netas, gracias a los alto precios del petróleo WTI y a los aumentos en las exportaciones de crudo colombiano.

No obstante, los colombianos en nada nos beneficiamos de esa bonanza y por el contrario, mes a mes el precio de los combustibles aumenta de tal manera, que la situación es insostenible y el costo de la canasta familiar se torna inalcanzable, como consecuencias de los efectos que estos tienen sobre la industria del transporte.

La gasolina corriente (80 octanos) aumentó $100 y su precio por galón (3.78 litros) para el mes de marzo es de $8.911,68 (US 5,049 al cambio del 8 de marzo); el ACPM (que en algunas zonas aún no alcanza los índices internacionales de 50 ppm de azufre), se cotiza para este mes en $8.134,05 por galón (US 4,608 al cambio del 8 de marzo), combustibles un dólar más caro de lo que se cotizan en la mayoría de las ciudades de Estados Unidos.

El país consume 3.200.000 galones diarios de gasolina. Por cada cien pesos que sube el galón, el costo para los colombianos es de $9.600 millones más al mes, según la firma Raddar, que encontró que durante el 2010, cuando se hizo la muestra, los hogares del país consumieron 8,8 billones de pesos en el combustible.

Y aunque todos coinciden en que la política para fijar los precios de referencia de los combustibles es errada y no consulta los verdaderos costos de producción, refinación y transporte, el Gobierno se empeña en mantener sus índices, cobrándonos por un producto nacional como si lo estuviéramos importando.

Lamentablemente en el Congreso no existe unidad de criterios frente a esta materia para aprobar un proyecto de origen popular que ya cuenta con más de medio millón de firmas para obligar al ejecutivo a reconsiderar el precio de la gasolina y del ACPM.

Los congresistas prefieren congraciarse con el Gobierno de turno, antes que legislar a favor del pueblo que los eligió.

Solo algunos de ellos insisten en promover otras acciones como “el día sin gasolina”, programado para el lunes 12 de marzo, con lo cual se generarán –muy seguramente- airadas protestas por parte de los distribuidores que reclaman mayor participación en las utilidades del negocio.

Mientras tanto, los colombianos seguiremos pagando exagerados costos de producción, además del IVA, el impuesto global y la sobretasa.

Esa sobretasa se creó para permitirle a los alcaldes de las capitales mayor inversión en el mantenimiento de la malla vial y que hoy, como en el caso de Bogotá, se utiliza el 50% para el Transmilenio, (un sistema privado de transporte masivo) y el resto, sabrá Dios a donde va a parar.

Para la muestra un botón: la estafa generada en el denominado “carrusel de la contratación”.

Por todo esto, debemos constituirnos en el mayor grupo de presión, para lograr precios justos de los combustibles en donde todos ganemos y  no solo unos pocos, como en el caso actual, en donde explotan nuestros recursos, se los llevan para el exterior y a la hora de nona, el grueso de los colombianos nos quedamos sin el pan y sin el queso.