domingo, 30 de mayo de 2021

EL ALUMNO DE MAQUIAVELO

 Por José Antonio Mantilla

Prensa Andina

Bogotá D.C., 30-05-2021

Pareciera que Iván Duque hizo una mala lectura de “El Príncipe” de Maquiavelo, cuando antepone el uso de la fuerza, el desprestigio y la mentira, como su premisa ética para dominar al Estado y conservar el poder.

Entre esas herramientas útiles para el mantenimiento del Estado, Maquiavelo recomienda: “La crueldad y la mala fe”.

Y comienzo por dejarles  estas reflexiones que encontré en algunos textos referentes al “Gran Secretario”:

Respecto del primero de estos vicios, es inevitable recordar las alabanzas del florentino a César Borgia al referirse a la masacre de Sinigaglia, de la cual fue testigo. En este brutal episodio, tres de las familias nobiliarias más importantes del norte de Italia (los Orsini, los Vitelli, y los Oliverotti) fueron "demasiado confiados para meterse entre sus manos". Éste aprovechó para exterminarlos y hacerse de sus partidos y posesiones. La crueldad desempeña, para Maquiavelo, un papel fundamental a la hora de afianzar y demostrar al pueblo el poder del gobernante. También se referirá con entusiasmo al asesinato de Ramiro de Orco, hombre cruel y activo que Borgia había designado como gobernador de la Romaña, pero que por haber acumulado demasiado poder y puesto al pueblo en contra del duque, fue empalado en una plaza pública al lado de la misma cuchilla ensangrentada con que se había realizado la bárbara ejecución.

La crueldad no es políticamente reprochable. Maquiavelo, después de relatar estos episodios, dirá: "Examinadas todas las acciones del Duque, no me atreveré a censurarle ninguna, y sí a ponerle, cual lo hago, como ejemplo" (Maquiavelo, 2002: 55). Por otro lado, en lo que respecta a la crueldad del príncipe contra su propio pueblo, no habrá más reparos que evitar el descontento de la opinión pública; por lo demás, "el príncipe ejercerá su coacción sobre el individuo, por encima del bien y el mal, y hasta el crimen" (Renaudet, 1965: 330).

En lo que respecta al vicio de la mala fe o la mentira, el florentino será muy claro en que, a pesar de que cumplir con las promesas es muy laudable en el ámbito político, no hay, al menos en su tiempo, hombres exitosos en el gobierno y a la vez tocados de tal fidelidad. Por lo tanto, la lealtad es del número de virtudes que no han existido y que, consecuentemente, el príncipe debe evadir: "Los animales de los cuales deben los príncipes revestir sus formas, son la zorra y el león. De la primera aprenderán a ser mañosos y del segundo a ser fuertes. Aquellos que desdeñen hacer el papel de la zorra no entienden bien su oficio; en otros términos, un príncipe debe evitar sostener las promesas que considere contrarias a sus intereses" (Maquiavelo, 2002: 99).

Y retornemos ahora a nuestra deprimida actualidad colombiana.

Según Indepaz, solo en 2021, hasta el corte del 26 de mayo se han registrado en el país 40 masacres con 149 víctimas.

Se trata de defensores de Derechos Humanos, líderes comunales, protectores medioambientales y firmantes del Acuerdo de Paz.

En medio de estos ataques contra indefensos actores de nuestra sociedad, sin que haya una sola captura de los autores de esas masacres (no de asesinatos múltiples, como peyorativamente pretende el Gobierno de Duque minimizar su gravedad y responsabilidad), sigue el desplazamiento forzado, el despojo de tierras y en el corazón de nuestras selvas, continúa avanzando la deforestación a pasos agigantados, con la anuencia de autoridades nacionales y locales.

Y sobre este último punto basta con advertir sobre las denuncias de la Agencia de Investigación Ambiental (EIA) de origen inglesa, esta semana, en torno a la deforestación en inmediaciones del Parque Nacional de Chiribiquete, una zona protegida y considerada “Patrimonio de la Humanidad” en donde se localizaron hatos de ganado vacuno, cuya carne es distribuida en supermercados como “Éxito y Colsubsidio” y sobre las cuales no hay respuestas del Gobierno.

Y como consecuencia a las promesas incumplidas del Presidente Duque, su poca seriedad en el manejo del Estado, y sus ínfulas de dictador de tercera categoría, estalla en el país entero, un movimiento social sin antecedentes en la historia, que ya cumple más de un mes.

Inmediatamente por presiones de su partido el Centro Democrático, insinuaciones de políticos proclives a la corrupción y al desgreño administrativo; comerciantes, industriales y dirigentes del sector financiero que se han beneficiado de la crisis generada por la pandemia y  órdenes directas (aunque lo niegue) del jefe de su colectividad y “presidente eterno” Álvaro Uribe Vélez, intenta desacreditar la protesta social; se niega al diálogo con los dirigentes de las marchas y fortalece la represión, apelando a veladas tácticas como “militarización” del país.

De esa manera, en forma velada Duque le da un zarpazo a los alcaldes y gobernadores, amenazándolos con sanciones que pueden llegar hasta la sustitución de sus cargos, como si no fueran funcionarios de elección popular; evita el control constitucional a sus decretos e interviene directamente para pretender acabar con los derechos legítimos del pueblo, que no tiene otra alternativa que volcarse a las calles para exigir el respeto a sus demandas y sus derechos.

Y por la terca posición de Duque de negarse al diálogo con los actores en paro, siguen cayendo más vidas en el trascurrir de las marchas. Según la Defensoría del pueblo, van 26 muertos desde el 28 de abril, cientos de heridos y desaparecidos, en un escenario de guerra, en donde el pueblo se mata ante la mirada complaciente de quien dice ser el presidente de los colombianos.

Y todo ese caos lo aprovechan las fuerzas oscuras cercanas al gobierno para incendiar los palacios de justicia a lo largo del país y borrar los expedientes, en su mayoría de restitución de tierras, que en muchos casos, como en el Valle del Cauca, favorecen a algunos ingenios y terratenientes cultivadores de caña, en detrimento de la población más pobre de ese departamento.

Lo peor, es que no se vislumbra aún la luz al final del túnel, mientras se polarizan más las posiciones entre el pueblo y el gobierno y surgen voces como las de Uribe, que pretende que su pupilo adopte posiciones más extremas como las de declarar en “Estado de Conmoción Interior” y se militarice todo el país y de esa manera pueda legislar por decreto haciendo a un lado al Congreso de la República.

De lejos se nota que Duque sigue el libreto que le dicta su maestro, apegado a “El Príncipe”, sin sopesar las razones de una y otra época y simplemente recogiendo su filosofía maquiavélica según la cual “el fin justifica los medios”.


jueves, 20 de mayo de 2021

EL IMPERIO DE LAS CALIFICADORAS DE RIESGO

José Antonio Mantilla

Prensa Andina

Bogotá D.C., Colombia – 2021-05-20

A través de la descalificación organizaciones internacionales, pretenden someter al país a una dictadura fiscal e imponerle al gobierno criterios de recaudo que van más allá de la capacidad física de los contribuyentes del país.

Y los gobiernos débiles como el nuestro, son presa fácil para  estas organizaciones calificadoras de riesgo, que solo amparan las inversiones rentables, en donde el recaudo es fácil y garantiza ganancias archimillonarias para los financistas inversores extranjeros.

Solo basta echar una mirada a los sectores preferidos en Colombia para los inversionistas del capital extranjero: La industria petrolera, la generación y venta de energía, las comunicaciones, la minería, la industria especializada como metal mecánica y la automotriz, la agroindustria y la construcción.

En todos estos sectores, nosotros ponemos la materia prima, la mano de obra barata, los riesgos y hasta la vida de los colombianos y ellos se llevan la mayor tajada, haciéndonos creer que nos están haciendo un favor.

Para la muestra un botón: Ecopetrol, explota a través de convenios con compañías extranjeras nuestro petróleo colombiano, con personal colombiano, en territorio colombiano, y en boca de pozo se lo paga en dólares a las transnacionales; se exporta  y luego reimportamos los productos procesados como la gasolina y el ACPM, que nos obligan a pagar en dólares, disque porque nuestras dos refinerías (Barrancabermeja y Cartagena) no tienen la capacidad para abastecer el mercado y los subproductos son de inferior calidad.

Otro ejemplo claro es lo que ocurrió con Electricaribe, manejada por españoles; entró en quiebra (la única generadora y vendedora de energía en el mundo que se quiebra) y luego entre todos los colombianos tuvimos que pagar los platos rotos y asumir los costos con una sobretasa al kilowatio de consumo, para que la Costa Caribe no quedara a oscuras.

En 2016 el Gobierno colombiano vendió 57,6 por ciento de las acciones de la empresa generadora de energía, Isagen, considerada la más grande e importante del país, al consorcio canadiense Brookfield Asset Management.

Y en Colombia las comercializadoras de energía están en manos de españoles y mes a mes, como para que nadie lo sienta, vienen aumentando el valor del kilovatio de energía, hasta el punto que en lo corrido del año 2021, el reajuste en los recibos es superior al 12%. Lo mismo ocurre con el gas, en manos de Vanti, cuya principal accionista es la canadiense Brookfield con el 54.9% del paquete accionario.

Ni que decir de las empresas de comunicaciones y telefonía celular, en su mayoría extranjeras. Dos de ellas las que más muerden el mercado colombiano son Claro con el 48.61% del mercado; Movistar (telefónica de España) con el 24.06%, Tigo de EPM con el 17% y WOM con un 5.4%.

En cuanto a la minería dominan el mercado actual en la explotación de oro y metales preciosos, la canadiense Colombia Goldfields; la británica Cambridge Mineral Resources; canadiense-tailandesa Tao Minerals; la canadiense Greystar y la Compcort Venture, además de cinco empresas más del medio oriente que han insistido en la explotación de nuestros páramos en distintas partes del país.

¿Y qué ha pasado con las inversiones extranjeras en las vías de tercera y cuarta generación? ¿Se nos olvidó el caso de Odebrecht, simplemente para citar un caso? ¿Y para ello si teníamos amplia calificación?

Desde comienzos de 2019 y finales de 2020, Colombia recibió más de 250 proyectos de inversión extranjera por cifras superiores a los US$10.000 millones de dólares (a precios de hoy unos $37 billones) especialmente en el sector metalmecánico, la industria automotriz, la agroindustria, salud, cosméticos, químicos y muchos otros más.

Y si bien todos estos inversionistas extranjeros que se encuentran aún en Colombia, generan recursos para el país y mano de obra, también es cierto que la mayor parte de sus utilidades salen del país sin problemas de ninguna naturaleza. Y es a ellos a quienes más han beneficiado con los recursos extraordinarios que se han generado para atender a la emergencia económica generada por la pandemia.

¿Y alguno de ellos, estaría dispuesto a sacar sus capitales –hoy muy rentables en Colombia- simplemente porque a alguna de las calificadoras de riesgos internacionales, se les antojó meternos miedo con una baja calificación? Presionan al gobierno para meterlo en sus redes; lo obligan a generar reformas que solo afectan al pueblo y bajo ese régimen del terror garantizan la devolución con altos intereses de sus capitales.

Mientras tanto estos gobernantes sometidos a la férula de esas calificadoras de riesgo, tapan los huecos de la corrupción con más corrupción y luego lo justifican todo con la pandemia que les llegó como caída del cielo.

Y el pueblo es el que paga el costo de tantas malas decisiones.


martes, 11 de mayo de 2021

YA ES HORA DE VOLVER A LA PAZ

Por José Antonio Mantilla

Director Prensa Andina

 

Bogotá D.C., 2021 – 05 - 11

Colombia no aguanta más muertos, heridos, ni violaciones a los Derechos Humanos. No volvamos a la guerra que por más de sesenta años nos ha mantenido como uno de los países más peligrosos y en desigualdad del mundo.

Pese a todas las dificultades, el árbol de la paz sigue creciendo, aunque algunos actores se empecinen en minar sus raíces para atentar contra ella.

Estos momentos de tensión y zozobra son generados por las mismas fuerzas que financiaron y atizaron la violencia en Colombia y el único responsable de la situación actual es el Presidente Iván Duque por la terquedad de su gobierno en formular reformas que en lugar de beneficiar al pueblo, lo restringen, acaba con sus derechos y lo conmina al ostracismo económico y social.

La única salida es dejar su prepotencia y terquedad, enfrentar un diálogo abierto con todas las fuerzas vivas del país, y de común acuerdo, formular políticas claras en los campos económico, laboral –incluidos los pensionados-, educativo, social, ambiental y de protección a los campesinos, indígenas y las negritudes.

Claro que esto no se hace de la noche a la mañana, pero se debe empezar, de la misma manera que se hizo con el proyecto tributario, por retirar la reforma laboral, a la salud y al régimen pensional.

Y luego, con la calma y la tranquilidad de los espíritus, formular los cambios que fortalezcan la paz y generen prosperidad para todos, sin restricción de sus libertades, sin violación a los Derechos Humanos.

Gánese, señor Presidente Duque, un cupo en el sitial de la historia.

¡Todos somos Colombia y entre todos podemos!


miércoles, 5 de mayo de 2021

LA HISTORIA SE REPITE 64 AÑOS DESPUÉS

 


Por José Antonio Mantilla

Director Prensa Andina.

 

Bogotá D.C., 5 de mayo de 2021

 

El 10 de mayo de 1957 vivía en Cali con mis padres y ocho hermanos y estudiaba en el Instituto Nacional de Bachillerato, Era una época de gran convulsión política y social, generada por el régimen de la dictadura del “Teniente General” Gustavo Rojas Pinilla.

Éramos una familia desplazada de Bucaramanga por la violencia política y luego de un año de vivir en Medellín, nos trasladamos a la capital del Valle, en donde mi padre, beligerante político liberal, consiguió algo de estabilidad laboral, ejerciendo el periodismo independiente en periódicos que el mismo fundó y dirigió y alternando como locutor en la Voz de Cali y en RCO, de la misma ciudad.

Tal vez por esa influencia de mi padre, siempre tuve la inclinación hacia el periodismo, la política la economía, y aún siendo muy niño, seguía la actualidad de lo que ocurría en el país a través de periódicos como EL TIEMPO, El Espectador, y algunos medios locales como El Relator y El Gato.

Por esa razón, asimilo la situación actual como una réplica de lo que ocurrió en ese entonces.

Eran épocas de oscurantismo institucional, de crímenes oficiales, asesinatos y desapariciones patrocinadas por agentes oficiales del régimen.

El dictador Gustavo Rojas Pinilla, resolvió después de diez días de manifestaciones a lo largo y ancho del país, y una resistencia civil  en Bogotá y Cali, renunciar a la Presidencia de la República y viajó a España, a buscar el exilio al lado del generalísimo Francisco Franco.

Rojas Pinilla dejó una grabación que fue transmitida por la Radiodifusora Nacional el 10 de mayo de 1957. Dijo entonces: "Para evitar que los soldados de esta Colombia inmortal (...) se hubieran visto obligados a defender el orden y la legalidad haciendo uso de las armas, con inútil derramamiento de sangre (…) he resuelto que las Fuerzas Armadas continúen en el poder con la siguiente Junta Militar..." 

…Y después de muchos años de pasividad y tras una guerra que dejó en evidencia como el capital actúa de la mano de los políticos y se apoderan del país, con la ayuda del narcoparamilitarismo, la juventud vuelve a reaccionar de la mano de los trabajadores, los desposeídos, los agricultores y pequeños empresarios, e intentan recuperar la dignidad nacional perdida.

Vuelve la reacción contra los gobiernos oprobiosos, fascistas, dictatoriales y despóticos, a quienes poco o nada les vale la vida de quienes reclaman justicia social, equidad, derecho al trabajo, a la salud, a una vivienda decente, a los servicios básicos y lo más importante, educación.

Vuelve la resistencia, para reclamar por los Derechos Humanos, por el respeto a la vida, por el Medio Ambiente.

Y vuelve la resistencia para exigir un alto en los impuestos, en un país en donde solo falta que nos cobren por respirar, y el desarrollo de una economía propia, en donde lo nuestro se proteja frente al capital extranjero. Un país en donde no se roben el presupuesto ni se le birle a los adultos mayores su derecho a su pensión.

Y hoy, como ayer, comienza el desabastecimiento en las ciudades, como consecuencia de los paros y la violencia se agudiza por la acción de las fuerzas oficiales que infiltran las marchas y pretenden acallar la protesta social.

Ojalá que 64 años después, el pueblo no olvide la historia, que recuperemos el tiempo perdido, y las lecciones aprendidas nos permitan recuperar a Colombia de las manos de quien gobierna en cuerpo ajeno y cuyos miedos no le permiten acercarse al pueblo, porque puede más en él, la osadía, su egolatría, soberbia, orgullo y egoísmo que el respeto a la ley y la Constitución que juró defender.