miércoles, 5 de mayo de 2021

LA HISTORIA SE REPITE 64 AÑOS DESPUÉS

 


Por José Antonio Mantilla

Director Prensa Andina.

 

Bogotá D.C., 5 de mayo de 2021

 

El 10 de mayo de 1957 vivía en Cali con mis padres y ocho hermanos y estudiaba en el Instituto Nacional de Bachillerato, Era una época de gran convulsión política y social, generada por el régimen de la dictadura del “Teniente General” Gustavo Rojas Pinilla.

Éramos una familia desplazada de Bucaramanga por la violencia política y luego de un año de vivir en Medellín, nos trasladamos a la capital del Valle, en donde mi padre, beligerante político liberal, consiguió algo de estabilidad laboral, ejerciendo el periodismo independiente en periódicos que el mismo fundó y dirigió y alternando como locutor en la Voz de Cali y en RCO, de la misma ciudad.

Tal vez por esa influencia de mi padre, siempre tuve la inclinación hacia el periodismo, la política la economía, y aún siendo muy niño, seguía la actualidad de lo que ocurría en el país a través de periódicos como EL TIEMPO, El Espectador, y algunos medios locales como El Relator y El Gato.

Por esa razón, asimilo la situación actual como una réplica de lo que ocurrió en ese entonces.

Eran épocas de oscurantismo institucional, de crímenes oficiales, asesinatos y desapariciones patrocinadas por agentes oficiales del régimen.

El dictador Gustavo Rojas Pinilla, resolvió después de diez días de manifestaciones a lo largo y ancho del país, y una resistencia civil  en Bogotá y Cali, renunciar a la Presidencia de la República y viajó a España, a buscar el exilio al lado del generalísimo Francisco Franco.

Rojas Pinilla dejó una grabación que fue transmitida por la Radiodifusora Nacional el 10 de mayo de 1957. Dijo entonces: "Para evitar que los soldados de esta Colombia inmortal (...) se hubieran visto obligados a defender el orden y la legalidad haciendo uso de las armas, con inútil derramamiento de sangre (…) he resuelto que las Fuerzas Armadas continúen en el poder con la siguiente Junta Militar..." 

…Y después de muchos años de pasividad y tras una guerra que dejó en evidencia como el capital actúa de la mano de los políticos y se apoderan del país, con la ayuda del narcoparamilitarismo, la juventud vuelve a reaccionar de la mano de los trabajadores, los desposeídos, los agricultores y pequeños empresarios, e intentan recuperar la dignidad nacional perdida.

Vuelve la reacción contra los gobiernos oprobiosos, fascistas, dictatoriales y despóticos, a quienes poco o nada les vale la vida de quienes reclaman justicia social, equidad, derecho al trabajo, a la salud, a una vivienda decente, a los servicios básicos y lo más importante, educación.

Vuelve la resistencia, para reclamar por los Derechos Humanos, por el respeto a la vida, por el Medio Ambiente.

Y vuelve la resistencia para exigir un alto en los impuestos, en un país en donde solo falta que nos cobren por respirar, y el desarrollo de una economía propia, en donde lo nuestro se proteja frente al capital extranjero. Un país en donde no se roben el presupuesto ni se le birle a los adultos mayores su derecho a su pensión.

Y hoy, como ayer, comienza el desabastecimiento en las ciudades, como consecuencia de los paros y la violencia se agudiza por la acción de las fuerzas oficiales que infiltran las marchas y pretenden acallar la protesta social.

Ojalá que 64 años después, el pueblo no olvide la historia, que recuperemos el tiempo perdido, y las lecciones aprendidas nos permitan recuperar a Colombia de las manos de quien gobierna en cuerpo ajeno y cuyos miedos no le permiten acercarse al pueblo, porque puede más en él, la osadía, su egolatría, soberbia, orgullo y egoísmo que el respeto a la ley y la Constitución que juró defender.

 

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