viernes, 10 de noviembre de 2017

MODIFICAN “MANIFIESTO LIBERAL”


Senadora Sofía Gaviria Correa


Senadora Sofía Gaviria gana pulso al director único de su partido


Bogotá, 9 de noviembre de 2017 

Luego de que la senadora liberal Sofía Gaviria se negara a firmar el llamado “Manifiesto Liberal” por considerarlo “anticonstitucional y antidemocrático” y lo denunciara ante el Tribunal Administrativo de Cundinamarca,  el director único del Partido Liberal, César Gaviria Trujillo, modificó los puntos polémicos de su texto.

El documento –luego de ser publicado- suscitó discrepancias entre las senadoras Vivian Morales y Sofía Gaviria, esta última quien demando ante el Tribunal Superior de Cundinamarca, la resolución 5225, que establecía una “camisa de fuerza” a todos los candidatos, obligándolos a apoyar sin condiciones y bajo la gravedad de juramento el proceso de paz suscrito entre el Gobierno y las FARC, haciéndolo extensivo a cualquier otro pacto futuro con otra guerrilla, para terminar el conflicto armado.

Consideraba la senadora Gaviria que ese requisito sine qua  non para optar a la precandidatura violaba sus derechos fundamentales y violentaba la “objeción de conciencia”.

En la nueva resolución, el director único del partido modifica este requisito, el cual queda como un compromiso de los candidatos “a procurar la convivencia pacífica y la construcción de una paz estable y duradera, para lo cual expresan su compromiso de apoyo a la implementación del acuerdo suscrito por el gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC, para terminar el conflicto armado”.  Se anula, de este modo, la obligación de apoyar los acuerdos “sin condiciones” y la de respaldar, del mismo modo, lo pactado en cualquier otro acuerdo futuro.

En la nueva resolución desaparecen los puntos tercero y sexto del manifiesto, que, comprometían a los precandidatos presidenciales a “acatar y promover el cumplimiento de las decisiones de la Corte Constitucional.

La senadora Gaviria, celebró “que las directivas del partido hayan entrado en razón y hayan modificado sustancialmente el manifiesto, especialmente porque ahora promueve la implementación de los acuerdos de La Habana, pero permite tener objeciones frente a ellos, y porque elimina totalmente el cheque en blanco que había sobre cualquier proceso posterior con otra guerrilla”.

Además de la protesta de las senadoras Sofía Gaviria y Viviane Morales, el llamado “manifiesto liberal” había producido también el rechazo de dirigentes liberales como Alfonso Gómez Méndez, Jaime Castro y Juan Manuel López Caballero.

Este es el texto de la nueva resolución:


domingo, 22 de octubre de 2017

GERMÁN VARGAS LLERAS: ¿INCURSO EN DOBLE MILITANCIA?


 ARMANDO NOVOA
MAGISTRADO 
CONSEJO NACIONAL ELECTORAL



GERMÁN VARGAS LLERAS
LÍDER NATURAL DE
CAMBIO RADICAL


Germán Vargas Lleras podría ver frustrada su aspiración a la presidencia, por supuesta doble militancia, al inscribir su candidatura por firmas a través de un grupo significativo de ciudadanos, sin haber renunciado con la antelación que determina la ley, a su partido Cambio Radical.

Una posición en ese sentido –contenida en un salvamento de voto, en una de las plenarias-, generó una agria discrepancia al interior del Consejo Nacional Electoral (CNE).
Su protagonista fue el magistrado Armando Novoa, quien hizo pública su decisión, luego de que la corporación avalara el logotipo del movimiento significativo de ciudadanos “Mejor Vargas Lleras”.

Según el magistrado, es claro que los Grupos Significativos de Ciudadanos deben cumplir con las reglas bajo las que juegan los partidos políticos y una de esas reglas es la militancia única de sus miembros.

Para el caso, dice, “los candidatos que promueven los Grupos Significativos de Ciudadanos no se encuentran habilitados para aspirar a representar simultáneamente a un partido político con personería jurídica y a un grupo que avala con firmas su inscripción. La recolección de firmas parte del supuesto de que el respectivo candidato no pertenece a ningún partido político”.

Según el magistrado, el deber del CNE no puede limitarse a revisar los logo-símbolos de los partidos en las bases de datos para determinar un eventual plagio sino además, “verificar, como en este caso concreto, si había impedimento de otra naturaleza para registrar ese símbolo. Por ejemplo, la doble militancia”.

Afirmó Novoa, que “la resolución se limitó a comparar el logo-símbolo de Mejor Vargas Lleras con el listado de Grupos Significativos de Ciudadanos aprobados y rechazados por el CNE, de lo cual concluyó que el logo no se encuentra registrado previamente y que no utiliza símbolos patrios, ni emblemas estatales, ni genera confusión con otros logos”.

Antecedentes

El magistrado citó el caso de José Fortich Rodelo, un candidato al Concejo de Cartagena, a quien el Consejo de Estado le anuló su elección en 2015, al comprobarse que su inscripción como candidato por un Grupo Significativo de Ciudadanos, denominado “Cartagena por firmas” se hizo dos días después de su renuncia al Partido Liberal, es decir, incurriendo en doble militancia.

Germán Vargas Lleras –sostiene Novoa-, está haciendo lo mismo “usando arbitrariamente el mecanismo de recolección de firmas”.

Las normas señalan que entre la renuncia a un partido político y la inscripción por firmas por parte de un Grupo Significativo de Ciudadanos (GSC) debe mediar un año, especialmente cuando se ha ejercido dentro de la colectividad un liderazgo o influencia, o cuando ha sido ungido como aspirante a una corporación pública.

Recoger firmas siendo el jefe natural de un partido es una simulación que puede llevar a una defraudación al ciudadano que lo apoya.


No obstante, el CNE solo puede entrar a juzgar la doble militancia cuando Vargas Lleras se inscriba como candidato luego de que la Registraduría Nacional del Estado Civil avale las firmas, previa denuncia formal, derecho que puede ejercer cualquier ciudadano del común.

JAM

miércoles, 18 de octubre de 2017

EL PERIODISTA Y LA POLÍTICA

JOSÉ ANTONIO MANTILLA Z.

A propósito de la entrevista con la cual rencaucharon a Germán Vargas Lleras en su nominación presidencial, publicada por EL TIEMPO y CARACOL T.V. el 16 de octubre último, se nota una gran coincidencia en las preguntas de los periodistas que la realizaron (según dijeron  de manera exclusiva para sus medios) y la casualidad de las respuestas del precandidato.

Pareciera que Vargas Lleras fue quien contactó a ambos periodistas para ofrecerse como entrevistado, luego de un periplo extenso en el cual se mantuvo ausente de los medios, y darles la oportunidad a ambos de presentarlo como un esfuerzo exclusivo  (que no lo fue) en cada uno de los dos medios.

Bueno  por una parte, que no hayan desperdiciado el “papayazo” de entrevistarlo, pues como sea, es una figura pública que no puede pasar desapercibida. Pero malo es que no hayan advertido ni a los televidentes ni  a los lectores del periódico, cómo obtuvieron la primicia.

La ética no puede anteponerse al “síndrome de la chiva” y menos presentar a un personaje de su talla, haciéndole creer al público objetivo que es una entrevista espontánea, sin contra-preguntas, dejándolo, incluso  -como en el caso de Juan Roberto Vargas-, que le regañara como a un niño chiquito frente a los televidentes.

Lo menos que esperan los lectores o los televidentes, es que quienes hacen las veces de entrevistadores se coloquen en sus zapatos y pregunten lo que podrían ellos inquirir si tuvieran al personaje en frente. Es una obligación de los periodistas investigar, preguntar y aclarar lo que a la mente de cualquier lector o televidente desprevenido pueda ocurrírsele por encima de los criterios que pueda tener el personaje y si le gustan o no las preguntas.

En ninguna de las dos entrevistas (que fue la misma), el personaje se salió del libreto y los periodistas no estuvieron a la altura de su profesionalismo. Bien podría pensarse –con toda la razón-, que el director del noticiero de televisión, prefirió dejarlo que hablara sobre lo divino y lo humano, para no exponerse frente a sus respuestas salidas de tono ni mucho menos afectar al medio en el eventual caso de ser ungido como Presidente de la República.

Es entendible lo difícil que es lidiar con un personaje indescifrable como Vargas Lleras, que pareciera que padece un trastorno bipolar, pero un buen entrevistador tiene que saber cómo manejar la situación y no que el personaje lo maneje como le venga en gana frente a los televidentes.

Y les regalo esta frase que una vez le escuché a Antonio Pardo García, quien fuera mi maestro en el periodismo cuando apenas comenzaba en Caracol Radio: “Los gobiernos pasan, los periodistas se quedan”.

Y sin pretender sentar cátedra, les dejo estas pequeñas pero prácticas observaciones:


LA ENTREVISTA Y EL ENTREVISTADOR


En una entrevista, un buen periodista debe tener un conocimiento previo del personaje y muy claros los conceptos en torno al tema respecto del cual va a preguntar. Se prepara previamente y consulta varias fuentes. El buen periodista no es quien se las sabe todas sino quien sabe investigar.

Por ello es necesario tomar en cuenta las siguientes observaciones.

- No se deje manosear por el entrevistado ni mucho menos convenga con él, el cuestionario. El periodista y el personaje solo deben hablar previamente del tema general en que se funda la entrevista.

- Nunca subestime al público objetivo, pues generalmente las entrevistas convenidas o los publirreportajes, quedan en evidencia y el reportero pierde credibilidad.

- El reportero debe ser siempre respetuoso no solo frente al personaje sino con el medio, los espectadores y el público objetivo.

- Utilice siempre un lenguaje sencillo. Nunca use términos o palabras vulgares o groseras.

- Las preguntas son precisas y las contra-preguntas oportunas.

- El periodista es quien tiene el manejo de la situación y no el entrevistado.

- Si el personaje se sale del tema, el periodista debe reencausarlo o advertir que está siendo evasivo, especialmente cuando se trata de entrevistas en vivo en televisión, en radio, streaming.

- No haga preguntas en donde de antemano se sabe que el entrevistado va a responder con monosílabos (sí o no).

- Evite los conceptos propios en la entrevista (no opine).

- Siempre cuestione. El entrevistado va en esa calidad y el periodista está en la obligación de aclarar todo concepto y no dejar preguntas al aire.

- Procure siempre que responda a las preguntas bases de la información: Qué, quien, cómo, cuándo, dónde y porqué.

- Pida ejemplos y descripciones.

- Formule las preguntas mirando a los ojos al personaje. No se apegue tanto a los apuntes en su libreta, pues lo allí escrito es solo una guía para usted.

- Recuerde siempre que no hay preguntas indiscretas sino respuestas inoportunas.
- Antes de iniciar una entrevista debe saber tres cosas: Cuál es el objeto de la entrevista, porqué el personaje escogido y a dónde quiere llegar con sus respuestas.

- Para medios escritos, usted puede hacer descripciones del comportamiento del entrevistado, apoyándose en fotos; mencionar rasgos de su personalidad, etc.

- Cuando el personaje utilice argumentos o términos muy definidos dentro de su actividad o profesión (políticos, abogados, ingenieros, economistas, etc.), exíjale explicaciones en términos sencillos que puedan entenderlo desde el lego hasta el más erudito.

- Nunca interrumpa a su interlocutor, mientras esté respondiendo a una pregunta. Déjele terminar su respuesta y si es del caso contra pregunte.

- Nunca pretenda ser lo que no es, frente al entrevistado y mucho menos frente al público. Usted está entrevistando a un personaje como periodista. Cualquier otra profesión le sirve de complemento para no dejarse engañar del entrevistado o para ahondar en los temas, pero su función es eminentemente como reportero profesional.


JAMZ

martes, 19 de septiembre de 2017

PÍLDORAS POLÍTICAS

Ha hecho carrera en Colombia la frase de que “la política es dinámica”, con lo cual se busca justificar desde algunos sectores, el transfuguismo, la traición y la manera baja de ejercer esa noble actividad de hacer gobiernos y organizar al Estado.

Veamos los toros desde la barrera, para que los lectores de esta columna que publicaremos semanalmente, no se dejen engañar a la hora de escoger los candidatos de su preferencia y hacerle un seguimiento a los mismos en las instancias en que se desenvuelven.

¿EQUIDAD DEMOCRÁTICA?
¿Si nadie confía en los partidos, porqué aprovechando la coyuntura de la reforma política, los congresistas no aprueban una norma para que quienes aspiren a la presidencia se sometan de manera igualitaria a las consultas populares? ¿No sería esa, acaso, una manera de restablecer la equidad democrática?

Lo lógico es que quienes no confían en su partido, o no están de acuerdo con sus postulados y orientación ideológica, renuncien a él, dejen la colectividad en libertad para escoger al candidato que deben apoyar y se midan en franca lid frente a la voluntad del pueblo.

PELOTERA LIBERAL
El rifirrafe entre el codirector del Partido Liberal, Horacio Serpa Uribe y la senadora Vivian Morales, quien aspira a ser ungida como candidata por esa colectividad a la Presidencia de la República, la coloca en la disyuntiva de someterse a la disciplina o buscar apoyo por firmas. Claro que su postura en contra del proceso de paz con las FARC, y su derrotada propuesta del referendo para oponerse a la adopción por parte de parejas homosexuales, la acerca más al Centro Democrático y al expresidente Álvaro Uribe que a la colectividad del trapo rojo.

EL AVIVATO DE VARGAS LLERAS
Es hoy tan desigual la carrera por la presidencia en Colombia, que el exvicepresidente Germán Vargas Lleras, lanzó su candidatura por firmas, pero sigue vinculado al Partido Cambio Radical, que le sigue haciendo el juego no obstante la reiterada desautorización a sus directivas. La ventaja es obvia frente a los demás partidos, pues ya está haciendo campaña abierta -no para recoger firmas- sino como candidato presidencial e irá con dos listas al Congreso.

Vargas Lleras En una actitud triunfalista en Manizales, aseguró que en dos semanas y media de recolección de firmas ya ha conseguido 400.000 apoyos, 14 mil más de los que necesita para inscribir su aspiración ante la Registraduría.

CONFIANZA POLÍTICA
Como primero son las elecciones de Congreso que las de la Presidencia de la República, ¿Será que quienes aspiran al Solio de Bolívar por firmas creen que todos los congresistas que resulten elegidos los apoyarán?

CORDURA POLÍTICA
Más sindéresis y lógica política tienen los candidatos Claudia López, Sergio Fajardo y Jorge Robledo, cuyos partidos Alianza Verde, Compromiso Ciudadano y el Polo Democrático, constituyeron la Coalición Colombia para elaborar una sola lista al Congreso y apoyar a un solo candidato (de los tres) a través de un mecanismo que se definirá por consenso.

TRANSFUGUISMO
Algunos congresistas liberales y conservadores, no apoyarán los candidatos que escojan sus partidos. Algunos de ellos ya han anunciado que respaldarán a Vargas Lleras. Una manera de buscar adelantarse a la confección de las listas de sus respectivos partidos y asegurar curul. Tal el caso del expresidente del Senado Mauricio Lizcano.

CLIENTELISMO POLÍTICO
Los electores siguen siendo idiotas útiles, especialmente en la provincia colombiana. No es posible que algunos senadores y representantes, se reencauchen en sus aspiraciones, pasando de un  partido a otro entre elección y elección. Y los jefes de los partidos, clientelistas como ellos, los reciben sin chistar. Un ejemplo claro el del senador Jaime Durán Barrera en Santander y el del actual representante Edgar Gómez Román, quienes iniciaron su carrera en el liberalismo; luego militaron en Convergencia Ciudadana y años después retornaron al liberalismo para seguir desangrándolo.

DENUNCIAS DE ANGÉLICA LOZANO
La representante por el Partido Verde, Angélica Lozano, renunció a ser ponente de la Reforma Política. Ella denunció cómo el Gobierno a puerta cerrada, excluyendo a congresistas, elaboró la ponencia para segundo debate y luego le pidieron avalar con su firma el texto. Eso, dijo, “usurpa mis funciones como ponente y viola los principios democráticos que el procedimiento legislativo busca garantizar”. Sus críticas están contenidas en una carta que envió al Presidente de la Comisión Primera de la Cámara, Carlos Correa.

SE CALIENTA LA REFORMA
Para una buena mayoría de congresistas, la reforma se aleja de su carácter estructural y no satisface las condiciones para mejorar las condiciones de la  política nacional.  

Las críticas se han formulado desde las filas de los Miembros del movimiento Voces de Paz (los representantes de las FARC); el candidato Sergio Fajardo e incluso del exvicepresidente Germán Vargas. Coinciden en que es un error eliminar las candidaturas por firmas, pues ello restringe la apertura democrática pactada en los a cuerdos.


Otro punto que critican es que se eliminen los controles para la financiación de las campañas.

viernes, 15 de septiembre de 2017

CONGRESO ENGRASA MAQUINARIAS ELECTORALES


Diputados tendrán sueldo fijo y prestaciones sociales, con lo cual el rubro de funcionamiento de las asambleas se aumentará en más de un 100%.

Los 419 diputados del país, tendrán un salario fijo con el cual podrán duplicar sus ingresos actuales, y obtener beneficios de ley como seguridad social, vacaciones, seguro de vida y gastos de viaje, tras ser aprobada en conciliación, en el Congreso,  una ley a la cual solo le falta la sanción presidencial.

La iniciativa fue aprobada esta semana, en último envión, por el Senado de la República, aprovechando que la opinión nacional estaba embebida en el escándalo de corrupción que envuelve al país.

El proyecto determina la estructura administrativa de las Asambleas Departamentales, las funciones de sus dependencias y las escalas de remuneración correspondientes a las distintas categorías.

De acuerdo con la ley, las asambleas sesionarán durante seis meses en forma ordinaria. La remuneración de los diputados será incompatible con cualquier asignación proveniente del Tesoro Público, excepto con aquellas originadas en pensiones o sustituciones pensionales y las excepciones establecidas en la Ley 4ª de 1992.

Los diputados estarán amparados por el régimen de seguridad social prevista en la Ley 100 de 1993 y sus disposiciones complementarias. En todo caso se les garantizará aseguramiento para salud, pensión y riesgos laborales, durante los cuatro años del periodo constitucional.

También tendrán derecho a vacaciones y prima de vacaciones, auxilio de cesantía e intereses sobre las mismas; prima de Navidad, capacitación, gastos de viaje con ocasión del cumplimiento de comisiones oficiales dentro y fuera del departamento y un seguro de vida con cargo a la sección presupuestal del sector central del departamento.  

El ponente de la iniciativa fue el liberal Edison Delgado Ruiz.

Las asambleas departamentales podrán sesionar extraordinariamente durante dos meses al año, por convocatoria de los gobernadores.

Actualmente los diputados obtienen, por su asistencia a las sesiones, una remuneración equivalente al salario diario de los gobernadores así: en la categoría especial, $463.401, que representan durante el mes $13.902.030; en primera categoría, $ 392.644, para un total de $11.779.320; segunda categoría $283.811 para un total de $8514.330 y en la tercera y cuarta categoría, a $227.660, para un total de $6.829.800.
  
Ahora, la remuneración de los diputados quedará así:

CATEGORÍA POR  DEPTO.
SMLMV
TOTAL DE LA ASIGNACIÓN
Especial
30
$  22.131.510
Primera
26
$ 19.180.642
Segunda
25
$ 18.442.925
Tercera
18
$ 13.278. 906

No se confirmó si la iniciativa, por implicar un gasto público, tiene el aval del Gobierno, o de lo contrario la ley podría ser objetada por el Presidente por inconveniencia, en momentos en que se habla de austeridad.

Los departamentos en categoría especial son: Antioquia, Cundinamarca, Valle, Atlántico, Santander, Risaralda, Boyacá, Bolívar, Tolima, Huila, Caldas, Cauca y Meta.

Primera categoría: Norte de Santander, Córdoba, Magdalena, Quindío, Nariño, Sucre y Cesar.

Segunda categoría: Guajira, Chocó, Caquetá y San Andrés.

Tercera categoría: Casanare, Arauca, Guainía, Vichada, Amazonas, Putumayo, Vaupés, Guaviare.


jueves, 24 de agosto de 2017

LA MANIPULACIÓN DE LA JUSTICIA




POR JOSÉ ANTONIO MANTILLA
PERIODISTA Y ANALISTA POLÍTICO Y ECONÓMICO



Bogotá D.C., 24 de agosto de 2017

En más de medio siglo de ejercicio permanente del periodismo, nunca había visto una justicia postrada a oscuros intereses económicos y políticos, sumida en una crisis que aún no toca fondo, pero que hace imperativo buscar la luz al final del túnel, si pretendemos que Colombia no fracase como Estado.

Esta es la herencia que nos dejan las malas administraciones y la rebatiña politiquera en que cayeron los partidos luego del fracaso del experimento del Frente Nacional, que desestimuló la emulación de sistemas de gobierno al servicio del pueblo.

Ni siquiera la Constitución del 91 pudo adoptar los mecanismos para garantizar el desarrollo de una justicia moderna, pronta y cumplida y muy por el contrario fue contaminada rápidamente por la ambición de poder, la codicia, los apetitos burocráticos y la avidez por la figuración mediática.

Una justicia moderna, pronta y cumplida, nace de la confianza y la credibilidad del pueblo hacia quienes tienen la misión de su administración, lo cual no se logrará mientras no haya consenso oportuno y a tiempo para alcanzar una reforma que la modernice y la agilice.

El último intento por reformarla integralmente fue planteado en 2012, por el Presidente Juan Manuel Santos, pero resultó en un rotundo fracaso, que enfrentó los tres poderes y dejó al descubierto a quienes intentaban imponer sus criterios para manipularla, en momentos en que aún estaba vivo el espectro de la parapolítica que implicó a 75 senadores y representantes, muchos de los cuales aún continúan con sus procesos vivos y en espera de decisiones definitivas.

En ese entonces escribí un ensayo que lo condensé en el libro “LA UTOPÍA DE LA REFORMA A LA JUSTICIA EN COLOMBIA”, publicado por la Casa Editorial Prensa Andina y el cual, al repasarlo hoy, veo que nada ha cambiado en cinco años y que los factores que movieron a presentar esa fallida reforma, aún subsisten, al igual que sus protagonistas.

Como una contribución al debate que se ha suscitado en torno a la crisis de la justicia, pongo a consideración de los lectores las Notas de Autor con el cual demuestro una vez más que no existe voluntad por parte de ninguno de los tres poderes, para concebir una reforma que satisfaga nuestras aspiraciones.

Publicaré en entregas posteriores, algunos de los apartes del libro que se refieren al contexto histórico y que guardan similitud con la situación que hoy vive la justicia en Colombia.




NOTAS DEL AUTOR


La fuerza de los acontecimientos me obligó a adelantar la publicación de este libro que hoy pongo en las manos de Colombia para el análisis de los nuevos ciudadanos y para la reflexión de todos aquellos a quienes como yo, les intrigan las causas de tantas crisis y les preocupa la inestabilidad social, económica, jurídica y política del país, que todo ello genera.

Los escándalos, no pasan de ser simplemente escándalos, si quienes estamos obligados a investigar las causas, solo nos limitamos a ser testigos de las discusiones mediáticas que se generan en los altos círculos políticos y las sedes del Gobierno, del Congreso o del Poder Judicial, y como idiotas útiles, las plasmamos en los medios de comunicación con más o menos imaginación periodística.

Pero trascienden el umbral sociopolítico, y se producen grandes soluciones, si nos adentramos en los vericuetos de quienes generan esos conflictos y buscamos su causa y su efecto y, calculamos la jugada a tres bandas, que por lo general está implícita en este tipo de escándalos.

Lo que acaba de ocurrir con la Reforma Judicial, no es más que otro episodio para la historia, en donde se impone la sinrazón de ser de los “poderosos” que creen que pueden manipular a su antojo los poderes públicos para postrar al Estado y colocarlo al servicio de sus intereses particulares.

Tal vez esta obra sea desdeñada en las manos de quienes hoy ostentan el poder político, pero mi ambición es que la investigación y el análisis que hago en ella, lleguen al pueblo y  como un grano de arena, sirva para coadyuvar a la construcción de país y democracia.

Los ataques contra la institucionalidad no son nuevos ni se inventaron a partir de la Constitución del 91. Lo malo no son las instituciones, que con toda seguridad han sido creadas con espíritu sano por personas despojadas de sentimientos apátridas, por individuos que como los que participaron en la Constituyente que le dio vida a la nueva Carta Magna, estaban por encima de intereses particulares y su único propósito era buscarle un camino de paz a Colombia.

El país tuvo 14 constituciones antes de 1886, cuando adquirió una relativa estabilidad impulsada por la Regeneración Conservadora que presidía Rafael Núñez. Esta Carta contenía 210 artículos que fueron modificados sucesivamente en 70 ocasiones por decisión de los jefes del gobierno en sus 105 años de prevalencia histórica.

La actual Constitución Política de Colombia, en solo 21 años, cuando apenas si cobra su mayoría de edad, ha sido modificada en 34 ocasiones, algunas de ellas de manera anodina por parte del Congreso o del propio Gobierno. Dos de estas reformas fueron declaradas inexequibles por la propia Corte Constitucional.

¿Cómo nos verán desde otros ángulos del mundo a donde vamos a pregonar con jactancia que somos la democracia más antigua de Latino América?

Basta simplemente citar como la Constitución de un país como Estados Unidos, expedida en 1787 sólo ha tenido hasta la fecha 27 enmiendas. Eso es lo que constituye solidez constitucional e institucional. Por algo son vistos como un paradigma de la democracia.

Ni que decir de algunos aspectos adoptados por nuestra Carta, que debieron ser reglamentados y desarrollados legalmente, pero que siguen como letra muerta porque no son tan llamativos políticamente, como lo relativo a la Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial.

Estas sucesivas reformas lo único que generan es inseguridad jurídica y provoca desorden social y económico en el país, amén de la desconfianza con que nos ven desde afuera otros gobiernos.

En el primer año del actual Congreso, se aprobaron los Actos Legislativos que ordenaron el fin constitucional de la Comisión Nacional de Televisión, la sostenibilidad fiscal, el sistema de regalías, beneficios laborales para trabajadores provisionales del Estado y el fin de los impedimentos cuando se tramiten actos legislativos.

En este Acto Legislativo 01 de 2011, aprobado en mayo de ese año, se han sustentado los senadores y representantes hoy, para justificar su presencia en las votaciones, sin que se les pueda acusar de violar el régimen de conflicto de intereses.

Fue el propio Gobierno de Juan Manuel Santos, a través de su Ministro del Interior Germán Vargas Lleras, quien avaló esta reforma de un solo artículo, que adicionó el parágrafo del artículo 183 de la Constitución Política: “La causal 1 en lo referido al régimen de conflicto de intereses no tendrá aplicación cuando los Congresistas participen en el debate y votación de proyectos de actos legislativos”. Ponente de la misma fue el entonces presidente del Senado Armando Benedetti. El argumento que se esgrimió es que en el trámite de los Actos Legislativos prima el interés general sobre el particular. ¿Acaso en la votación de las leyes no?

¿Pero cuál fue el origen de esta reforma? Pues los inconvenientes que se suscitaban a la hora de votar las normas, puesto que 77 senadores y representantes estaban siendo acusados de distintos delitos, que los inhabilitaban para ejercer este sagrado derecho.

Es aquí realmente en donde comienzan los problemas en torno a los cuales hoy el Gobierno, el Congreso y el Poder Judicial, se rasgan las vestiduras y se acusan entre sí de ser los causantes de una crisis que aún por varios meses mantendrá en vilo al país y en donde la mecha de la “bomba” fue la Reforma Judicial, presentada por el Gobierno, avalada por el Gobierno y sustentada por el Gobierno a través de ocho debates sucesivos en dos legislaturas.

Valga la pena recordar cómo, el Presidente Carlos Lleras Restrepo, tras amenazar con su renuncia, cedió finalmente ante el Congreso de la época para que se aprobara la Reforma Constitucional de 1968, otorgándoles a senadores y representantes los llamados auxilios parlamentarios y otras prebendas de tipo económico. Entonces se aprobó la modificación de casi el 30 por ciento de la Carta de Núñez y Caro.

Para el caso que nos ocupa, el propio presidente Juan Manuel Santos selló con el Congreso y las altas cortes el acuerdo en torno a la Reforma a la Justicia pero en el trascurso de los debates, perdió el control y poco a poco se fueron incorporando las modificaciones, aún con la presencia de los ministros del Interior y de Justicia y del Derecho. Estos debates no se hicieron a puerta cerrada sino que tenían la difusión necesaria y la presencia de los funcionarios de los tres poderes y la prensa nacional.

Así se fueron incorporando en cada uno de los ocho debates, en las dos legislaturas, las iniciativas que les permitían a algunos evadir el peso de la justicia y a otros, como los secretarios del Senado y la Cámara, blindarse como aforados con las mismas prerrogativas de los congresistas, desvertebrando el proyecto que era una de las promesas de campaña del Jefe del Estado.

Obviamente sus colaboradores como el Ministro del Interior, Federico Renjifo y el Ministro de Justicia y del Derecho, Juan Carlos Esguerra Portocarrero, no tenían la cancha de un Vargas Lleras, cuya formación política le permitía hablar de tú a tú con los congresistas y muy seguramente advertir de manera oportuna lo que podía fraguarse.

Ambos ministros fueron timoratos a la hora de enfrentarse a los congresistas y preferían ceder y ceder, antes de que el proyecto pudiera hundirse y con él, obviamente, su prestigio como negociadores ante el Congreso.

Incluso, para impedir el retiro de las altas cortes de la discusión del proyecto, accedieron a ampliar el periodo de los magistrados de ocho a doce años y el retiro forzoso de los 65 a los 70 años de edad.

El gran problema que existe en Colombia es que los altos funcionarios, los parlamentarios e incluso los magistrados –estos últimos que debieran ser maestros en la prudencia- suelen ser demasiado locuaces y salen a los medios a hablar de lo que cada uno de ellos piensa y no sobre lo que puede ser o no conveniente para el país. Creen que ello les da la importancia que requieren en sus cargos.

La frase, según la cual, “aquí se habla mal de todo el mundo pero no se le sostiene a nadie”, parece haberse puesto de moda, a juzgar incluso por las ligeras declaraciones del ministro Esguerra, quien –una vez estalló el escándalo en la prensa-, salió a decir que “todo se hizo a mis espaldas”, y alegó que cuatro de los conciliadores le habían pedido retirarse del salón del Club de Ejecutivos en donde se adelantaban las deliberaciones.

Las posteriores declaraciones del presidente de la Cámara, Simón Gaviria, avalando las declaraciones del ministro y su aceptación de que había votado la conciliación sin leerla, son muestra palpable de la ligereza con que se tratan ciertos temas que son sensibles para la nación.

Surge entonces una pregunta: ¿Por qué si al ministro no se le dejó ingresar a la conciliación, en la plenaria del Senado terminó legitimando esa conciliación y la fe de erratas y solicitando el voto para la reforma de los congresistas?

En esta forma toda el agua sucia le cayó al Congreso, mientras que el Gobierno se lava las manos en un proceso en el cual todos son igualmente responsables.

Si como dice el dicho popular “al mejor peluquero se le queda un pelo”, ¿por qué los políticos y funcionarios no tienen la entereza de carácter para aceptar sus culpas y asumir su propia responsabilidad, en lugar de buscar responsables en donde no los hay?

¿Renunció a motu proprio el ministro Esguerra, o fue una solicitud del Presidente, por su error de haber permitido que se le colgaran a la reforma los micos que terminaron por hundirla? Esta es una pregunta que solo con el tiempo se responderá.

Además de las inconveniencias del proyecto, hubo una serie de errores procedimentales que dejan al descubierto la necesidad de reformar la Ley Quinta de 1992.

Los conciliadores de Senado y Cámara resolvieron por su cuenta y riesgo suprimir y agregar artículos o modificar de fondo otros, sin que ello hubiese sido materia de discusión por parte de ninguna de las cámaras legislativas.

Al respecto el Acto Legislativo 1 de 2003 estableció: “Cuando surgieren discrepancias en las Cámara respecto de un proyecto, ambas integrarán comisiones de conciliadores conformadas por un mismo número de Senadores y Representantes, quienes reunidos conjuntamente, procurarán conciliar los textos, y en caso de ser posible definirán por mayoría”. Y agrega en otro de los incisos: “Previa publicación, por lo menos con un día de anticipación, el texto escogido se someterá a debate y aprobación de las respectivas Plenarias”.

La Constitución no les da a los conciliadores la posibilidad de agregar textos nuevos que no fueron debatidos por las cámaras con anterioridad ni mucho menos les otorga atribuciones para modificar el articulado cambiando su contextualización y el espíritu de las normas.

Los conciliadores se arrogaron aquí prerrogativas que no tenían, abusaron de su condición para variar textos de la reforma, adicionar palabras e incluir artículos nuevos que no habían sido discutidos por las cámaras, con lo cual bien podrían ser investigados.

Ahora bien, en cuanto a las afirmaciones del ministro Esguerra sobre su presencia en la conciliación, este es un acto propio del legislativo y en ningún momento se advierte que debe hacerse con la participación de funcionarios de otro de los poderes. Ellos tienen la prerrogativa de intervenir en el proceso de las discusiones, como en efecto lo hicieron durante los ocho debates, en las dos vueltas que surtió el proyecto. El Poder Legislativo es soberano en cuanto a permitir en estas comisiones la presencia de dichos funcionarios.

La conciliación tampoco fue enviada para su publicación con un día de antelación (24 horas) sino que ocho horas después estaba siendo sometida a la aprobación de las plenarias sin haberse surtido el requisito en la Gaceta del Congreso. 

Por estos hechos protuberantes podía haberse caído el Acto Legislativo, pero para su análisis de constitucionalidad tendría que haberse enviado primero para su publicación en el Diario Oficial, con lo cual solo se podría obtener un fallo mínimo seis meses después.

Eso lo advirtieron quienes comenzaron a promover el referendo revocatorio de la norma, con la intención de que si finalmente se remitía el Acto Legislativo por parte del presidente del Congreso para su publicación, se tuviera la opción, por lo menos, de contra-reformar la justicia.

El Presidente Santos, pescó en río revuelto y armó tremenda barahúnda. Sus palabras fueron recogidas por los medios que ya habían satanizado a los parlamentarios que integraron la comisión de conciliadores y desde luego, se le echó toda la responsabilidad al Congreso, mientras que el Gobierno se hacía el de la vista gorda y se victimizaba al sector de la justicia. Lo peor es que en su juego –el de Santos- cayeron tendidos en el piso los presidentes de Senado y Cámara.

Pero frente a esta situación ¿cuál es la responsabilidad que le cabe a Simón Gaviria como presidente de la Cámara y como director de Partido Liberal?

Sin duda alguna si hubiera advertido a tiempo sobre los micos que le colgaron a la reforma y la inconveniencia que para el país representaba ese Acto Legislativo como fue moldeado en la Comisión de conciliación, se hubieran evitado, no solo el desgaste jurídico y el alto precio que hoy paga el Congreso por su desprestigio frente a la opinión nacional.

Simón Gaviria pagó la novatada, pero debería cobrársele el descrédito del Partido Liberal que ahora debe cargar con otra culpa, como si no fuera suficiente con la caída que ha impedido optar al poder en los últimos cuatro periodos.

El presidente Santos y sus asesores optaron por la fórmula más anodina y fácil: Corregir una inconstitucionalidad “torciéndole el pescuezo a la Constitución”, como diría el ex presidente Ernesto Samper.

Lo peor es que la clase dirigente del país, está acostumbrada, desde el siglo antepasado, a modificar la constitución para acomodarla a sus propios intereses, y el pueblo parece no darse cuenta de ello. El ciudadano común y corriente vota por pasión engañado por el corazón, pero sin utilizar la razón.

Senadores y Representantes se sintieron acorralados por el Presidente Santos y los medios de comunicación; su temor de ser señalados por el pueblo pudo más que su condición de legisladores y acudieron a la convocatoria a extras, a pesar de ser este un procedimiento irregular y sui géneris.

Los Actos Legislativos deben discutirse en sesiones ordinarias y en dos legislaturas distintas. Así está contemplado en la Constitución y en la Ley Quinta de 1992. Sin embargo, se forzó la interpretación de la Carta Magna, al citar a las sesiones extras para debatir las objeciones presidenciales y hundir la norma.
 
En este orden de ideas, ¿cuál será la situación jurídica de los senadores y representantes que atendieron la citación con ese único propósito, a sabiendas de que no pueden debatir en sesiones extras ningún Acto Legislativo?

No se trata de que el Presidente como tal asuma la responsabilidad jurídica y política de ese acto. Primero no es lógico objetar los Actos Legislativos, pues estos cobran vida con su sola publicación en el Diario Oficial. Segundo, la responsabilidad jurídica o política es individual. Así que el anuncio del Primer Mandatario en su alocución por televisión, se torna en una presión indebida más contra los parlamentarios.
 
Nadie cuestionó la inviolabilidad del voto ni la opinión de senadores y representantes, lo cual aclaró la Corte Constitucional desde 1999, cuando la Corte Suprema de Justicia intentó tomarles cuentas a los congresistas que en 1996 absolvieron al entonces presidente Ernesto Samper. El problema surge por cohonestar el llamamiento a extras a sabiendas de que el procedimiento era irregular.

El Presidente del Senado, Juan Manuel Corzo, quien ha sido cuestionado por la prensa por sus actuaciones, se amilanó igualmente y decidió acatar el llamado de Santos, no obstante su participación como conciliador de la reforma.

Solo el Polo Democrático Alternativo, anunció su inasistencia a las sesiones, aunque antes de la votación el senador Camilo Romero, dijo que "el Presidente (Juan Manuel santos) no puede lavarse las manos", y afirmó que el Ejecutivo "los sigue tratando mal (a los congresistas de la coalición), que los manda a hacer una tarea y después los regaña por hacerla". Su colega de bancada Jorge Guevara afirmó que "el Congreso no puede ser apéndice del Gobierno". Su presencia en el recinto determinó que horas después fueran separados de ese partido.

Legal o ilegal, constitucional o inconstitucional, lo cierto es que se votó el hundimiento de la reforma por “inconveniencia” para el país, alcanzando en Senado 73 votos y en Cámara 117 y quedó sin piso la convocatoria al referendo. Lo que desconocemos son las consecuencias que sobrevendrán sobre los actores de esta reforma.

Una vez más, los congresistas “mataron al tigre, pero se asustaron con el cuero”.

  
JOSÉ ANTONIO MANTILLA Z.
AÑO MMXII
COLECCIÓN CUADERNOS POLÍTICOS
EDITORIAL PRENSA ANDINA
ISSN No.1909-2326
Derechos reservados de autor
Impreso en Colombia — Printed in Colombia

jueves, 23 de febrero de 2017

SIGUE EL DRAMA DE LAS MADRES COMUNITARIAS

                    

 El Abogado Juan Pablo Mantilla y la Directora del ICBF Cristina Plazas
(Fotos tomadas de Ámbito Jurídico)


Cinco madres comunitarias del grupo de las 106 que en diciembre del año pasado ganaron una tutela al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF),  murieron  esperando el pago de su pensión  y la seguridad  social, ordenados por la Corte Constitucional.

La denuncia fue hecha por el abogado del sindicato, Juan Pablo Mantilla, en una audiencia pública que se realizó hoy a instancias del Senado de la República  para debatir el tema de las madres comunitarias y los niños bajo la tutela del ICBF.

La tutela que ganaron las madres comunitarias, fue notificada a la directora del ICBF, Cristina Plazas desde el 13 de diciembre último, pero hasta la fecha, le han negado a las trabajadoras sus derechos, pese a que el mandato de los jueces superiores es de obligatorio cumplimiento para los funcionarios.

Las madres comunitarias que murieron esperando su pensión son Luz Marina García de Izquierdo, de Cali; Antonia Carabalí García, de Buenaventura; María Orfelina Taquez de la Cruz, de Puerres (Nariño); María Dolores Parra Rivera, de Buesaco (Nariño) e Isaura Lasso de Muñoz, de El Peñol (Nariño).

En contra de la directora del ICBF, fue instaurado en enero un incidente de desacató con el que buscan que el Estado reconozca el pago a que tienen derecho las 106 madres comunitarias.

De acuerdo con Mantilla, la acción judicial podría resultar en privación de la libertad de la directora del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar -ICBF-, Cristina Plazas, y en altas multas sucesivas. La acción judicial debe ser decidida en los próximos días.

LA EQUIDAD DE SANTOS

En enero, el presidente Juan Manuel Santos objetó –por inconveniencia económica-, la ley que pretendía vincular a las madres comunitarias del ICBF como trabajadoras formales del Estado con contratos a término indefinido.

Esa decisión fue adoptada sobre las argucias y cifras mentirosas de algunos funcionarios del Estado, para desviar la atención en la actitud inequitativa del Gobierno de Juan Manuel Santos, frente a ese sector de la población que merece un trato de mayor justicia social. Las 68 mil madres comunitarias atienden, según el propio Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, a más de medio millón de niños, incluso haciendo uso de sus propios recursos.


El argumento del Santos para no sancionar la ley es que implicaría habilitar recursos presupuestales nuevos por unos $769.000 millones de pesos al año. Pero en cambio, sí los destina para pagar la tercerización laboral con las madres comunitarias.