JOSÉ ANTONIO MANTILLA Z.
A propósito de la entrevista con
la cual rencaucharon a Germán Vargas Lleras en su nominación presidencial, publicada
por EL TIEMPO y CARACOL T.V. el 16 de octubre último, se nota una gran coincidencia
en las preguntas de los periodistas que la realizaron (según dijeron de manera exclusiva para sus medios) y la
casualidad de las respuestas del precandidato.
Pareciera que Vargas Lleras fue
quien contactó a ambos periodistas para ofrecerse como entrevistado, luego de
un periplo extenso en el cual se mantuvo ausente de los medios, y darles la
oportunidad a ambos de presentarlo como un esfuerzo exclusivo (que no lo fue) en cada uno de los dos
medios.
Bueno por una parte, que no hayan desperdiciado el “papayazo”
de entrevistarlo, pues como sea, es una figura pública que no puede pasar
desapercibida. Pero malo es que no hayan advertido ni a los televidentes ni a los lectores del periódico, cómo obtuvieron
la primicia.
La ética no puede anteponerse al “síndrome
de la chiva” y menos presentar a un personaje de su talla, haciéndole creer al
público objetivo que es una entrevista espontánea, sin contra-preguntas, dejándolo,
incluso -como en el caso de Juan Roberto
Vargas-, que le regañara como a un niño chiquito frente a los televidentes.
Lo menos que esperan los lectores
o los televidentes, es que quienes hacen las veces de entrevistadores se
coloquen en sus zapatos y pregunten lo que podrían ellos inquirir si tuvieran
al personaje en frente. Es una obligación de los periodistas investigar,
preguntar y aclarar lo que a la mente de cualquier lector o televidente
desprevenido pueda ocurrírsele por encima de los criterios que pueda tener el
personaje y si le gustan o no las preguntas.
En ninguna de las dos entrevistas
(que fue la misma), el personaje se salió del libreto y los periodistas no
estuvieron a la altura de su profesionalismo. Bien podría pensarse –con toda la
razón-, que el director del noticiero de televisión, prefirió dejarlo que
hablara sobre lo divino y lo humano, para no exponerse frente a sus respuestas salidas de tono ni
mucho menos afectar al medio en el eventual caso de ser ungido como Presidente
de la República.
Es entendible lo difícil que es
lidiar con un personaje indescifrable como Vargas Lleras, que pareciera que padece
un trastorno bipolar, pero un buen entrevistador tiene que saber cómo manejar
la situación y no que el personaje lo maneje como le venga en gana frente a los
televidentes.
Y les regalo esta frase que una
vez le escuché a Antonio Pardo García, quien fuera mi maestro en el periodismo cuando apenas comenzaba en Caracol Radio: “Los gobiernos pasan, los periodistas
se quedan”.
Y sin pretender sentar cátedra, les dejo estas pequeñas pero
prácticas observaciones:
LA ENTREVISTA Y EL ENTREVISTADOR
En una entrevista, un buen periodista debe tener un
conocimiento previo del personaje y muy claros los conceptos en torno al tema
respecto del cual va a preguntar. Se prepara previamente y consulta varias
fuentes. El buen periodista no es quien se las sabe todas sino quien sabe
investigar.
Por ello es necesario tomar en cuenta las
siguientes observaciones.
- No se deje manosear por el entrevistado ni mucho
menos convenga con él, el cuestionario. El periodista y el personaje solo deben
hablar previamente del tema general en que se funda la entrevista.
- Nunca subestime al público objetivo, pues
generalmente las entrevistas convenidas o los publirreportajes, quedan en
evidencia y el reportero pierde credibilidad.
- El reportero debe ser siempre respetuoso no solo
frente al personaje sino con el medio, los espectadores y el público objetivo.
- Utilice siempre un lenguaje sencillo. Nunca use
términos o palabras vulgares o groseras.
- Las preguntas son precisas y las contra-preguntas
oportunas.
- El periodista es quien tiene el manejo de la
situación y no el entrevistado.
- Si el personaje se sale del tema, el periodista
debe reencausarlo o advertir que está siendo evasivo, especialmente cuando se
trata de entrevistas en vivo en televisión, en radio, streaming.
- No haga preguntas en donde de antemano se sabe
que el entrevistado va a responder con monosílabos (sí o no).
- Evite los conceptos propios en la entrevista (no
opine).
- Siempre cuestione. El entrevistado va en esa
calidad y el periodista está en la obligación de aclarar todo concepto y no
dejar preguntas al aire.
- Procure siempre que responda a las preguntas
bases de la información: Qué, quien, cómo, cuándo, dónde y porqué.
- Pida ejemplos y descripciones.
- Formule las preguntas mirando a los ojos al
personaje. No se apegue tanto a los apuntes en su libreta, pues lo allí escrito
es solo una guía para usted.
- Recuerde siempre que no hay preguntas indiscretas
sino respuestas inoportunas.
- Antes de iniciar una entrevista debe saber tres
cosas: Cuál es el objeto de la entrevista, porqué el personaje escogido y a
dónde quiere llegar con sus respuestas.
- Para medios escritos, usted puede hacer
descripciones del comportamiento del entrevistado, apoyándose en fotos;
mencionar rasgos de su personalidad, etc.
- Cuando el personaje utilice argumentos o términos
muy definidos dentro de su actividad o profesión (políticos, abogados,
ingenieros, economistas, etc.), exíjale explicaciones en términos sencillos que
puedan entenderlo desde el lego hasta el más erudito.
- Nunca interrumpa a su interlocutor, mientras esté
respondiendo a una pregunta. Déjele terminar su respuesta y si es del caso
contra pregunte.
- Nunca pretenda ser lo que no es, frente al
entrevistado y mucho menos frente al público. Usted está entrevistando a un
personaje como periodista. Cualquier otra profesión le sirve de complemento
para no dejarse engañar del entrevistado o para ahondar en los temas, pero su
función es eminentemente como reportero profesional.
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