domingo, 25 de agosto de 2013

¿POR QUÉ TEMER A LA REVALUACIÓN?

Se ha vuelto costumbre en Colombia la intervención de las autoridades monetarias en el mercado de valores y la adquisición de millonarias sumas en dólares, como una forma de contener el proceso de revaluación del peso frente a la divisa norteamericana.

Pero estas medidas adoptadas por el Gobierno Nacional a través del Banco de la República, son temporales, no siempre resultan efectivas y terminan afectando las arcas del emisor que sólo el año pasado perdió por este concepto casi un billón de pesos.

Si bien el Gobierno interviene el mercado de valores para satisfacer a los exportadores, no se toman en cuenta otros factores que igualmente son determinantes en el fortalecimiento del peso frente al dólar.

Alegan los exportadores, apoyados por algunos teóricos, que al debilitarse el dólar se disminuyen las utilidades que pueden obtener con sus productos y ello se refleja de manera directa en la disminución de la mano de obra y la economía nacional pierde su ritmo.

Se apela entonces a todo tipo de justificaciones, como la influencia de los TLC, especialmente el suscrito con los Estados Unidos y se reclaman subsidios, protección a la producción nacional, exenciones de impuestos y hasta créditos blandos que en algunos casos terminan en condonaciones o beneficiando a intermediarios, más no así al pequeño productor.

En la revaluación también influye el aumento de las exportaciones, y el ingreso a los mercados extranjeros de nuevos productos, gracias a los TLC; el aumento en las exportaciones de petróleo y su escalada alcista en los mercados mundiales; la promoción de inversiones extranjeras en el país;     el ingreso de remesas; el lavado de activos y el narcotráfico.

La revaluación del peso no siempre es negativa, pues todo se puede compensar con mayor productividad y optimización de la calidad de nuestros productos de exportación; la adquisición de bienes de capital y la ampliación constante de nuevos mercados, aprovechando las ventajas frente a la crisis financiera mundial. La productividad sin especulación determina un mayor dinamismo de nuestra economía.

En cifras de la DIAN, a diciembre de 2012, las exportaciones sumaron 58.000 millones de dólares, 1,8 % más que en el 2011 y las importaciones, aunque crecieron 4,6%, llegaron a 57.220 millones de dólares. Es decir que hay un leve repunte, a nuestro favor, en la balanza cambiaria. Y este año, las cifras seguirán mejorando del lado colombiano.

A esto se suma la previsión del Gobierno, según la cual, este año la inversión extranjera directa estará por encima de los 15.500 millones de dólares.

Los indicadores industriales y comerciales en Colombia son positivos y la economía nacional sigue mejorando, por lo cual, los analistas económicos prevén que, a corto plazo el peso colombiano seguirá revaluándose.

La Junta Directiva del Banco de la República extendió en 2.500 millones de dólares, la compra de divisa estadounidense, con lo cual a septiembre 30 se habrán invertido 5.500 millones de dólares. 700 millones de dólares más que el año pasado, en su afán de contener la revaluación del peso.

En lo que va del 2013 la moneda colombiana ha revertido su presión alcista y a hoy acumula una depreciación de un 8,71%.

No obstante las condiciones de la economía y que el dólar se ha mantenido con leves variaciones por encima de los 1.900 pesos, el ministro de Hacienda insiste en que el Banco de la República continúe el programa de compra de dólares.

Otras voces, como el senador Camilo Sánchez, de la Comisión Tercera, claman porque el país vuelva a la denominada “banda cambiaria”, es decir que se le fije al dólar un precio mínimo y un techo que podría oscilar entre los 1.950 y los 2.050 pesos, lo cual sería un retroceso para la economía nacional, pues se dispararían las tasas de interés y muy seguramente caeríamos en la crisis que tanto nos afectó en la década de los 90.

Nuestra consideración es que no se debe frenar la revaluación del peso y por el contrario deberíamos escuchar la opinión de los expertos y permitir el libre juego de la oferta y la demanda, máxime si el país está en su mejor momento y la industria y el comercio están blindados como dice el Gobierno.


Las importaciones también generan frentes de trabajo y fortalecen la economía, especialmente si lo que traemos del exterior en su gran mayoría son bienes de capital. Luego entonces, ¿Por qué tanto temor con la revaluación del peso?

viernes, 9 de agosto de 2013

LA VENTA DE LAS EMPRESAS DEL ESTADO


En su mayoría, los colombianos no somos afectos a la venta de las empresas del Estado y menos, cuando estas han logrado superar su punto de equilibrio y se encuentran en sus mejores momentos económicos, comerciales y financieros. Pero tampoco somos partidarios de que en lugar de abrir debates democráticos alrededor de su conveniencia o no, se utilicen argucias politiqueras para ganar adeptos en momentos de gran tensión electoral.

Y me refiero concretamente al ex presidente Álvaro Uribe Vélez y su grupo del “Puro Centro Democrático”, que ante el anuncio del Gobierno de vender el 57.66% de la empresa de energía ISAGEN, se rompe las vestiduras, incita al pueblo contra el establecimiento y sugiere que el Presidente Juan Manuel Santos está buscando, a través de ello la financiación para la campaña de su eventual segundo mandato.

Utilizando a sus áulicos Oscar Iván Zuluaga y Carlos Holmes Trujillo, radicaron una demanda ante el Tribunal Superior de Cundinamarca, para frenar la negociación anunciada por el ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas Santamaría.

Lo ilógico, es que quien ahora presume de defensor de los intereses nacionales, sea el mismo que en ejercicio de su mandato extendido en la presidencia, vendió en 2007 el 19.22% de las acciones privilegiadas de ISAGEN, abriéndole las puertas a más de 71 mil accionistas privados, convirtiéndola en una entidad de capital mixto.

¿Acaso no fue en el gobierno de Uribe, cuando se enajenaron la mayor parte de las empresas productivas del país para favorecer a grupos privados que coadyuvaron, en una o en otra forma a financiar su segunda presidencia?

Fue Uribe, a través de su ministro de Hacienda, Oscar Iván Zuluaga (quien hoy funge como precandidato presidencial), quien vendió el 51 por ciento de Telecom a la española Telefónica en 2006, en una operación que costó 371 millones de dólares;  el 50 por ciento de Carbocol al consorcio integrado por Angloamerican, Glencore y Billiton por US$473,7 millones; le entregó Bancafé al Grupo Bolívar y Granahorrar a BBVA, en una operación que representó en 2005 más de 423 millones de dólares.

Y como si fuera poco, ordenó la venta en 2007 del 20% de Ecopetrol. Las primeras acciones salieron a $1.400 pesos y solo seis meses después se duplicó su valor, constituyéndose en el mejor de los negocios hechos por el gobierno para los particulares y muchas de esas inversiones sirvieron para lavar dinero. Hoy, con la acción en la bolsa a $4.320, nadie sabe en manos de quien están la mayoría de esos títulos.  

Fue también Uribe quien vendió en su segundo mandato las electrificadoras de Santander, Norte de Santander, Boyacá, Meta y Cundinamarca, negocios que para la época representaron más de un billón de pesos. Y todas estas empresas pasaban por su mejor momento.

En marzo de 2007, el senador Hugo Serrano Gómez (ya fallecido), denunció cómo, el gobierno de Uribe, desvirtuó en un decreto reglamentario de la ley de Ecogas, -también vendida por su gobierno-, el espíritu con el cual el Congreso creó el Fondo Especial Cuota de Fomento, destinado a favorecer a las poblaciones apartadas de los grandes centros urbanos.

Según  la denuncia, Uribe en su afán electorero y para beneficiar a sus amigos del sector privado, distorsionó el objeto social de la ley y destinó 60 mil millones de pesos de recursos captados, para favorecer a cinco grandes empresas distribuidoras de gas para llevarle el servicio a poblaciones con clara influencia paramilitar de Córdoba, Bolívar, Cesar y Sucre, dejando por fuera sitios pobres y vulnerables señalados en la norma.

Así, pues, sería ingenuo pensar que el exmandatario se haya constituido de la noche a la mañana en el gran protector del patrimonio nacional  y defensor de los derechos fundamentales y colectivos de los colombianos.

Y claro, ojalá el Presidente Santos recapacite y no caiga en las tentaciones mercantilistas de su antecesor.