La Corte Constitucional, declaró inexequible una de
las fuentes que utiliza el Gobierno para alimentar el Fondo de Estabilización
de Precios de los Combustibles (FEPC), a través del cual justificaba exageradas
alzas, apoyado en las fluctuaciones del valor del crudo en el golfo de México.
La decisión del tribunal implica un fuerte golpe al
Plan de Desarrollo 2010 – 2014 y le traslada la responsabilidad de fijar los costos
para la gasolina y el ACPM al Congreso, en momentos en que se tramita un proyecto
de ley para ajustar la fórmula de referencia de precios.
En adelante, cuando el precio internacional sea
menor al valor de referencia del Gobierno, la diferencia tendrá que trasladarse,
disminuyendo el costo de los combustibles, lo que implicaría que al quedar en
firme el fallo, se opere una rebaja automática de casi $1.000 en el galón de la
gasolina motor y del ACPM.
Lo que los políticos del común no pudieron hacer en
dos décadas, lo lograron unos jóvenes en solo unos meses, con lo cual se hace justicia
en una de las aspiraciones más sentidas y que pesan en el bolsillo de los
colombianos.
Obvio es que el ministro de Hacienda Mauricio
Cárdenas puso “el grito en el cielo” e hizo una confesión: “con eso hacemos la
política de Familias en Acción y tendremos que dejar de dar el subsidio”, como si
la financiación de esos programas dependiera del FEPC. Lo que sabíamos es que
los dineros del Fondo se usaban, exclusivamente, para mitigar el impacto de las
fluctuaciones externas de los precios de los combustibles en el precio interno.
Claro que el fondo nunca benefició a los
consumidores, pues de ser así, hoy no tendríamos que pagar uno de los precios
más altos mundo.
Veamos un ejemplo claro: En 2008 el precio del
barril de crudo WTI cayó de US$147 (junio) a US$44 (diciembre). La gasolina
pasó de $7.200 el galón (junio) a $7.800 (diciembre) y el ACPM de $5.900 por
galón (junio) a $6.249 (diciembre). No hubo ninguna disminución en el precio
interno de los combustibles.
Hoy los precios de referencia en Bogotá son para la
gasolina $8.646,39 el galón y el ACPM a $8.277,71 lo que equivale a precios de
hoy a US$4,50 y US$4,31, respectivamente. En Ciudad de México un galón de
gasolina súper, cuesta US$3,49; en Washington, Estados Unidos US$3,71 y en
Ciudad de Panamá US$3,90.
Sólo en Colombia tenemos una complicada fórmula de
estructura de precios de los combustibles, en donde el costo al productor ($4.634,12)
es el que más incide, pues nos hacen creer que el petróleo con que cargamos
nuestras refinerías es importado del Golfo de México. Siguen en su orden el
impuesto global ($989,57) y la sobretasa que se liquida al final ($1.168,12) y diez
arandelas más, así:
Ingreso al productor; proporción de ingreso al
productor de alcohol carburante; tarifa de marcación; tarifa por transporte (en
el caso de la gasolina es del 92%); tarifa de transporte de alcohol carburante
(8%); margen del plan de continuidad; margen de distribución mayorista; margen
de distribución minorista; pérdida por evaporación y transporte.
Con este sofisticado y enmarañado planteamiento,
los colombianos siguen pagando los platos rotos de las malas políticas de los
ministros de turno y del presidente de Ecopetrol, y cada vez entienden menos
del porqué, se nos cobran tan caros los combustibles que nosotros mismos
extraemos de nuestra madre tierra.
La refinería de Barrancabermeja repotenciada con
una inversión superior a los US$3.500 millones y la refinería de Cartagena cuya
modernización ya ha costado US$6.000 millones (sin entregar desde hace un año),
produce 300 mil barriles diarios de gasolina y ACPM, de los cuales 200 mil
barriles se quedan para el consumo nacional y 100 mil van para la exportación. Ello
se ha logrado con los impuestos que pagamos todos los colombianos.
El ministro de Hacienda se ofende cuando los
colombianos solicitamos que se reduzcan los escandalosos precios de la gasolina
y el ACPM y que estos se ajusten a los parámetros reales y no sobre hipotéticas
fórmulas con base en los precios internacionales del crudo. Pero se hace el de
la “vista gorda” cuando nos imponen tributos disfrazados en el costo de los
combustibles, obligándonos a subsidiar la producción de Ecopetrol y a los
accionistas e inversionistas de esa empresa, como si no fuera suficiente con
las utilidades que les genera el aumento en la producción de crudo (1.030.000
b/d), los precios por encima de los US$100/b y un dólar por encima de los
$1.900.
También el resto de los colombianos aspiramos a que
nos retribuyan con unos precios justos de los combustibles, con lo cual no nos
regalan ni nos subsidian nada, porque también tenemos derecho a los beneficios
de la explotación del petróleo.
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