martes, 28 de julio de 2015

LA LOCURA DE UNA VIOLACIÓN

La agilidad de la Policía para resolver el caso de la falsa violación a una conductora del SITP es una muestra del profesionalismo con que actúan sus miembros cuando hay decisión para combatir la delincuencia: Punto a favor. Pero hay algunas cosas que aún no quedan claras ante la opinión y que opacan esa gestión, como el supuesto resultado de Medicina Legal que confirmó el abuso;  la celeridad de la Policía para entregar el informe a los medios y la falsa captura (llámese detención administrativa) de un joven que se encontraba en un hotel en Mesitas del Colegio.

Los cuerpos de investigación del Estado no pueden darse el lujo de dejar cabos sueltos ni dejarse presionar para mostrar ante la opinión resultados positivos ni mucho menos -en ese afán de hacerse visibles ante la sociedad- apresurarse a divulgar hechos que puedan más adelante afectar los procesos judiciales.

De las cosas negativas que se desprenden del caso y de las cuales debemos aprender, están las afirmaciones aceleradas de los comandantes de la Policía luego de retener a los jóvenes en Mesitas del Colegio, la divulgación de la foto y la exposición al escarnio público en las redes sociales del supuesto violador y de sus acompañantes.

Las autoridades en su afán por mostrar resultados, lanzan verdades a medias, sin la valoración ni decantación de la información de las pruebas recogidas, lo que en muchos casos frustra la judicialización de los delincuentes  e interfiere en los procesos.

En ese afán mediático (en el cual todos quieren aparecer para la foto, como el director de la Policía, el Fiscal General, el Procurador, etc…) inducen a error a algunos  ingenuos reporteros que prevalidos de la autenticidad de las fuentes, no se toman el trabajo de confrontarlas ni contrastarlas, e influenciados por el síndrome de la chiva,  toman esa información que luego convierten –con más o menos imaginación- en notas amarillistas que deforman el pensamiento colectivo.

Cuánto daño le causan a la sociedad los funcionarios locuaces y cuánto daño puede provocar una información que como en el caso del joven de Mesitas del Colegio, fue víctima de la satanización por las redes sociales, del linchamiento y de la afrenta pública, solo porque en su desvarío a alguien se le ocurrió inventarse semejante crimen. Más locos aún, quienes hicieron de caja de resonancia para tamaño desatino.

El caso pudo ser más grave, pues el país apenas comienza a digerir la aprobación del feminicidio como delito autónomo en el Código Penal, lo cual hubiera podido desencadenar en una tragedia de incalculables proporciones.

Con base en el retrato hablado (que nunca sirven para nada) de la falsa víctima se capturó al inocente joven, solo porque tenía una cicatriz en su rostro, aunque las facciones anatómicas y físicas no coincidían. La Policía para evitarse problemas judiciales dijo que se trataba de una “detención administrativa”. 

¿Quién va a reparar el buen nombre de ese joven que sólo estaba despidiéndose de sus amigos porque se iba a pagar el servicio militar y cuyo único delito fue estar en el lugar equivocado y en el momento equivocado? ¿Y quién va a reparar a su familia? ¿Quién va a pagar la movilización del aparato investigativo y judicial del país?

¿Por qué las autoridades no esperaron los cotejos de Medicina Legal, antes de publicar la noticia con la cual se abrió este episodio? No creo que los responsables sean los miembros del grupo investigativo, pues ellos no hablan sino a través de sus jefes. Y si es así, ¿no debería existir una sanción para estos funcionarios públicos ávidos de reconocimientos y condecoraciones, como si no fuera una obligación propia de su labor la protección de la sociedad? Reflexionemos.

jueves, 16 de julio de 2015

EL PROCURADOR EN SU RED

Las abuelas solían decir “quien tiene rabo de paja no se arrime a la candela”. Pero tal parece, que algunos funcionarios, incluido el Procurador General de la Nación Alejandro Ordóñez Maldonado, prefieren hacer caso omiso de la máxima, con la cual sabiamente las madres advertían a sus hijos sobre la rectitud que debían observar para no ser objeto de críticas o cuestionamientos por sus actos u opiniones.

Nunca en la historia de la Procuraduría -desde cuando se institucionalizó en la Constitución de 1830-, existió un funcionario tan prejuicioso, parcializado, controvertido, y que genere tanta suspicacia por sus actos, como Ordóñez Maldonado.

Por el Ministerio Público han pasado importantes juristas –de todos los partidos- que han dejado huella por su verticalidad y la precisión de sus fallos y respecto de los cuales ningún colombiano por importante que fuera se atrevió a poner en duda. Vale la pena citar el caso de Mario Aramburo cuando llamó al orden al propio Presidente de la República, Carlos Lleras Restrepo. Le siguieron otros que contribuyeron a solidificar el prestigio de ese organismo como Jaime Serrano Gómez, Carlos Gustavo Arrieta, Alfonso Gómez Méndez, Jaime Bernal Cuellar y Edgardo Maya Villazón, para citar solo algunos.

Solo hubo en el último medio siglo, un caso que opacó la majestad de la Procuraduría y fue el referente a Orlando Vásquez Velásquez, quién fue destituido como jefe del  Ministerio Público, por extralimitarse en sus funciones al pretender procesar al Fiscal Alfonso Valdivieso, cuando su juez natural era la Comisión de Acusación e Investigaciones de la Cámara. El mismo procurador Vásquez Velásquez fue condenado a 7 años de prisión por enriquecimiento ilícito.

Pero el caso de Ordóñez Maldonado, se sale de todo contexto, pues cree tener la potestad de pasar por encima de la Constitución y la ley para favorecer a sus amigos políticos, a algunos de sus electores e imponer, incluso, sus criterios religiosos o su concepción prejuiciosa frente a temas que tienen que ver con la protección de los derechos humanos e intereses ciudadanos, además de su explícita manifestación homofóbica.

En su elección –el 11 de diciembre de 2008- jugaron algunos aspectos que bien vale la pena analizar: un Congreso falto de carácter, con unos senadores y representantes atemorizados por el fantasma de la parapolítica (con casi 100 de ellos investigados), un presidente como Álvaro Uribe Vélez, ardido por el fracaso de su segunda reelección,  lo que demoró la selección de su candidato Germán Bustillo, las promesas en el cabildeo de Ordóñez de presentar un proyecto de ley para que la Procuraduría dejara de investigar disciplinariamente a los miembros del Congreso y sus  ofrecimientos burocráticos a todos los partidos con excepción del Polo y del MIRA.

El tercer candidato, el representante de la Corte Suprema, Camilo Gómez, llegó desgastado a la terna. Fue elegido luego de siete reuniones de la sala plena en un término de dos meses y 60 rondas de votación. Fue ternado aún a sabiendas de que no era un candidato de peso frente a Ordóñez, quien como expresidente del Consejo de Estado, ya tenía un camino ganado entre los congresistas.

El Partido Liberal, que entonces era opositor al gobierno, votó en su totalidad por Ordóñez, aceptando una “disciplina para perros”, tapándose –como dijeron algunos de ellos- las narices. Pero ninguno fue capaz de oponerse a la decisión de bancada emanada del director del liberalismo, quien para la época era el expresidente César Gaviria Trujillo. Ordóñez fue elegido por 81 de los 102 votos posibles.

En los primeros cien días de su ejercicio, Ordóñez ya había casado numerosos conflictos frente a la Corte Constitucional, por sus ortodoxas posiciones sobre el aborto, el matrimonio homosexual, la adopción por parte de parejas del mismo sexo; la defensa de algunos de sus amigos congresistas acusados de parapolítica o la absolución que le dio a los exministros Sabas Pretelt y Diego Palacios implicado en el caso de la “Yidispolítica”.

Tres años después, inicia tras bambalinas una campaña mediática para pulsar la opinión como eventual candidato a la presidencia, haciéndole juego al uribismo e interviene en todo tipo de actuaciones políticas de su partido Conservador. 

El 20 de julio de 2012, aprovechando la instalación del Congreso, Ordóñez inicia la promoción de su candidatura a la reelección en la Procuraduría General de la Nación, prevalido de los cientos de nombramientos de parientes de los senadores. 

Logra ser ternado, esta vez por la Corte Suprema, en donde igualmente tenía a varios magistrados “prepagados” a su favor, con nombramientos de numerosos de sus parientes.

En la terna figuraron también María Mercedes López, la candidata del Presidente Juan Manuel Santos y Orlando Suárez Gallo, nominado por el Consejo de Estado. López renunció porque no había en el Congreso las garantías para una elección imparcial y limpia, según dijo. No obstante la terna se sometió a votación el 27 de noviembre y gana Ordóñez con 80 votos.

La repetición del mandato de Ordóñez, lo fortaleció y colocó en una posición que ha venido aprovechando para buscar réditos políticos frente a su aspiración no expresa de una candidatura presidencial. Esa es la razón por la cual ha optado por enfrentarse –casi que a diario- con razón o sin ella, al Gobierno Nacional y al proceso de paz que se adelanta en Cuba, haciéndole, en muchos casos, juego a la oposición hirsuta del expresidente Álvaro Uribe.

Las arremetidas de Ordóñez contra Santos en los últimos días, son generadas por el avance de los procesos que se adelantan en el Consejo de Estado, en donde ha perdido casi todo el poder por la salida de varios de los magistrados a quienes mantenía a su favor con la mermelada de los altos cargos en la Procuraduría.

Lo curioso, es que después de la reelección de Ordóñez, la Procuraduría precluyó investigaciones disciplinarias que adelantaba a ocho senadores (Ver lista 1).  Los mismos fueron demandados por supuesto conflicto de intereses al no haberse declarado impedidos para votar durante la reelección, pero el Consejo de Estado semanas después ratificó sus investiduras.

28 congresistas más esperan un fallo del Consejo de Estado por votar la reelección, estando supuestamente impedidos por tener parientes trabajando en la Procuraduría (Ver lista 2).

Pero no obstante el desolador panorama, Ordóñez Maldonado, quien para unas cosas cree ser el poseedor de la moral revelada y para otras un maquiavélico funcionario en donde todo se vale, se aferra con pies y manos al cargo, pues sabe que si los fallos en el alto tribunal, que una vez presidió, le resultan en contra, perdería todo el andamiaje político para alcanzar su sueño de ser presidente. Es decir el Procurador cayó en su propia red.



Lista 1 
Armando Benedetti, Claudia Wilches, Jorge Aurelio Iragorri, Musa Besaile Fayad, Carlos Roberto Ferro, Martín Emilio Morales, Milton Rodríguez y Efraín Torrado.


Lista 2

Gabriel Ignacio Zapata, Claudia Wilches Sarmiento, Julio Alfonso López,  Manuel Guillermo Mora, Carlos Emiro Barriga, Juan Manuel Corzo, Jaime Enrique Durán, Carlos Roberto Ferro, Bernabé Celis Carrillo, Jorge Eduardo Londoño, Martín Emilio Morales, Aurelio Iragorri, Musa Basaile, César Tulio Delgado, Armando Benedetti, Daira de Jesús Galvis, Myriam Paredes, Juan Carlos Restrepo, Jorge Enrique Robledo, Manuel Mesías Enríquez, Honorio Galvis Aguilar, Alexander López, Milton Arlex Rodríguez, Camilo Armando Sánchez, Efraín Torrado, Juan Carlos Vélez, Luis Fernando Velasco y Rodrigo Villalba.