miércoles, 18 de febrero de 2015

OTRA FRUSTRACIÓN PARA SANTANDER

Refinería de Barrancabermeja (Foto Archivo PA)

La ampliación y modernización de la Refinería de Barrancabermeja, anunciada con bombos y platillos hace cinco años, ya no se realizará porque Ecopetrol se gastó su presupuesto en otros proyectos, frustrando así nuevamente las aspiraciones de Santander y negándole al país, una vez más, la posibilidad de procesar los combustibles que requiere para el consumo interno.

Coincidencia o no, el anuncio de la modernización de la refinería se hizo hace cinco años en vísperas de las elecciones para Congreso y Presidente de la República, con lo cual Santander hizo un importante aporte en votos para el sostenimiento de la democracia.

No obstante, el departamento no ha obtenido la misma reciprocidad del Gobierno Nacional ni de los Congresistas santandereanos, que se preocupan más por mantener políticamente sus curules y sus dietas, que por exigir el cumplimiento de los programas de desarrollo de beneficio general.

En los debates de control político los congresistas santandereanos (con una o dos excepciones) pasan de agache y solo se asoman a las comisiones o a las plenarias para congraciarse con los funcionarios de turno que asisten a los debates de control político, para hacerles exigencias en privado. 

El anuncio de la suspensión del proyecto que vale US$$4.000 millones fue hecho por el gerente de la Refinería, Orlando Díaz Montoya a los concejales de la ciudad en reunión del 5 de febrero último y publicado por “Vanguardia Liberal” y “Noticias Barrancabermeja Virtual”, pero no tuvo eco en otros medios regionales ni nacionales.

La justificación es que Ecopetrol no tiene actualmente la capacidad para responder por los costos que genera la construcción de ese macro proyecto petrolero.

El proyecto es de tal importancia que, por sí solo, permitiría substituir las importaciones de gasolina y ACPM que actualmente realiza Ecopetrol y mejorar su calidad y que se constituyen en el pretexto permanente para bajarle el precio a los combustibles de consumo interno.

Además se construirían diez plantas nuevas que le permitiría al complejo pasar de procesar el 76 % del crudo como está hoy, a optimizar la refinación hasta en un 95% y que los hidrocarburos restantes puedan utilizarse en la producción de energía. Además se aumentaría el procesamiento de 215 mil b/día a más de 300 mil b/día y se disminuirían los costos operativos para que el negocio sea rentable.

Ecopetrol además reducirá este año las tareas de exploración y explotación en el área de La Cira – Infantas del corregimiento El Centro, afectando la producción actual calculada en más de 50 mil barriles diarios, porque según ellos con la caída de los precios internacionales, no es rentable la producción.

El cierre de estos pozos generará una drástica disminución de los ingresos por regalías petroleras que recibe Barrancabermeja y la región y muchos proyectos de inversión social se verán perjudicados.

En Barrancabermeja, El Centro, Casabe y Cantagallo, han sido despedidas en los últimos tres meses más de mil operarios tercerizados y temen que comience a afectarse la nómina de planta.

Lo que es más grave, es que cuando se anunció el proyecto de ampliación de la Refinería de Barrancabermeja hace cinco años, industriales, comerciantes y promotores de turismo pusieron sus ojos en el desarrollo del puerto petrolero y muchos de sus habitantes comenzaron a invertir en el mejoramiento urbanístico. Hoy temen una debacle económica.

Toda esta situación que obedece a un proceso de mala gestión de las directivas de la empresa y de una pésima política petrolera del Gobierno Nacional, se pretende justificar hoy con la caída de los precios internacionales del petróleo, cuando en las épocas de bonanza nada se hizo para blindar los programas de desarrollo de Ecopetrol.

Los santandereanos debemos unirnos, ser más solidarios y levantar nuestra protesta para que se respeten los programas de desarrollo regional. No podemos ser tolerantes frente a nuestros congresistas ni frente al Gobierno Nacional, cuando nos rapan nuestra propia riqueza, como ocurrió con  la venta de Ecogas y la ESSA.

Ecopetrol, es una empresa que nació en Santander y no puede darnos la espalda cada vez que quiera para dejar rezagados los proyectos de beneficio para el departamento y para Colombia.



domingo, 15 de febrero de 2015

ECOPETROL SE MARCHITA



Estación de Ecopetrol en Acacías, Meta (Foto Alejandra Mantilla - Prensa Andina)



Ecopetrol, el principal motor de desarrollo de los colombianos, podría caer en los próximos años en una situación de iliquidez e inviabilidad de sus negocios, si no se corrigen de manera oportuna, los vicios generados por la pésima conducción de la política petrolera en que han incurrido los gobiernos del último siglo.

Y no es para menos, pues la politiquería, la burocratización, la imprevisión, el despilfarro y la corrupción, parecen haber tocado las puertas de la empresa, “la joya de la corona”, y lo que es peor sin alertas tempranas y oportunas del control del Estado.

El problema se evidenció en 2014, a partir de la caída de los precios internacionales del crudo, y aunque sus efectos no se sentirán sino a partir de este año, puso al descubierto la mala gestión realizada por las directivas de la estatal petrolera y la ausencia de una auténtica política de desarrollo e inversión en el sector, por parte de los gobiernos de Andrés Pastrana, Álvaro Uribe Vélez y Juan Manuel Santos.

No se trata de que el negocio petrolero –como pensarían algunos- ya no sea rentable. Al contrario, ha sido el mejor negocio del mundo y por eso la economía de muchos países depende, aún hoy, del desarrollo de la industria de los hidrocarburos. Lo que ocurre, es que quienes lo manejan deben tener la sutileza de un cirujano con el bisturí y agudeza y capacidad para concentrarse en los multimillonarios negocios que involucran la política, la economía, la tecnología y el manejo de los recursos naturales a nivel mundial.

Y retornando un poco atrás vale la pena mencionar como los gobiernos de Pastrana y Uribe, este último en dos períodos, cambiaron las tendencias petroleras y las reglas del juego, provocando una estampida de los inversionistas extranjeros, que enfocaron sus actividades a otros lugares como la China, Rusia, Bolivia, Argentina y Trinidad, en donde les ofrecían mejores garantías y rentabilidad. Por eso Colombia se quedó sin exploración y con unas reservas que aún hoy no hemos sido capaces de aumentar significativamente (2.445 millones de barriles – octubre 2014 – ACP).

En 2004 cuando el crudo comenzaba a aumentar de precio, como consecuencia de la guerra en Irak y en los mercados internacionales se cotizaba a más de US$40/b, Ecopetrol vendía a futuro a US$32/b, presionado por el gobierno de turno que requería las transferencias para tapar el hueco fiscal del momento.

En julio de 2008 el precio del crudo West Texas Intermediate (WTI) alcanzó la máxima cotización de la historia: US$143.68/b, con lo cual Ecopetrol comenzó a mejorar sus finanzas. Era una empresa sólida con cero deudas y una rentabilidad por encima del 25%. No obstante fue el año en que se autorizó la venta del 20% de la empresa, con acciones por debajo del valor real (un buen negocio para los accionistas pero un pésimo negocio para la empresa). La justificación de la venta era que estos recursos le permitirían a Ecopetrol financiar los proyectos de inversión en exploración y sísmica en el país.

Ecopetrol no fue previsiva e invirtió en este y los años posteriores mucho menos de lo que debía en exploración y sísmica y comenzó a diversificar sus negocios en Perú y Brasil, países estos que ofrecían un nivel de riesgo mayor a Colombia. Posteriormente extendería su acción al Golfo de México, sin que hasta la fecha haya resultados positivos que justifiquen la expansión de la compañía.

Adicional a las bajas inversiones en el desarrollo de la compañía, el primer gobierno de Uribe percibió transferencias por $24.85 billones y más de $27 billones en su segundo período, que sumados constituyen casi el 50% del valor de la empresa.

El gobierno de Juan Manuel Santos no ha estado exento de exprimir las arcas de Ecopetrol. Entre 2010 y 1013, se le han trasferido más de $27 billones.

Tras la bonanza petrolera de 2008, el precio comenzó a estabilizarse. En 2009 cayó hasta US$63/b y en 2010 se cotizaba el WTI a US$83/b. Con la llegada de la Primavera Árabe (denominación que se le dio a los conflictos en el Medio Oriente), el precio del crudo WTI comenzó a alcanzar precios superiores a los US$100/b, pero nunca a los niveles de 2008. En 2014 la cotización más alta fue en junio 20 cuando llegó a US$107.26/b. Al aumentar la producción el precio comenzó a descender hasta los niveles que hoy conocemos por debajo de los  US$50/b.

Bien podría advertirse que el fortalecimiento económico de Ecopetrol en los últimos años se debe más a los altos precios del petróleo que a la gestión de los últimos presidentes de la compañía Isaac Yanovich (2002 – 2008) y Javier Gutiérrez Pemberthy (2008 - 2015).

Si ellos hubieran sido previsivos y visionarios, hoy no estaríamos lamentando el despido de más de dos mil empleados directos de Ecopetrol y más de 20 mil contratistas, la caída en la exploración, la sísmica y la perforación, la suspensión de los programas de renovación de la refinería de Barrancabermeja (US$4 mil millones) ni los altos costos de la ampliación de la refinería de Cartagena (US$7.000 millones) que debió entrar en funcionamiento hace dos años ni mucho menos apelar al endeudamiento externo por US$1.925 millones ($4.62 billones) equivalente a más de una reforma tributaria, dizque para invertir en los programas de desarrollo de la empresa.

Pero aunque Ecopetrol se marchita, los gobernantes, el Congreso y los entes de control, se hacen los de la vista gorda frente a la suerte de la empresa modelo e insignia de los colombianos.