domingo, 29 de marzo de 2015

PAZ Y RECONCILIACIÓN

Uno de los temas más difíciles de tratar, por su complejidad, significación y encontradas consideraciones, es sin duda, el de la reconciliación, un  proceso que sobrevendrá a partir de la firma de los acuerdos de paz que adelantan en La Habana, Cuba, la guerrilla de las FARC y el Gobierno colombiano, pero que eventualmente podría incluir al autodenominado Ejército de Liberación Nacional, ELN.

El avance de los diálogos en la isla caribeña y las manifestaciones formuladas por las partes en la mesa de diálogo, hace suponer que “el principio del fin” está cerca, máxime si las FARC han mostrado voluntad para silenciar a motu proprio las armas y han cumplido con la tregua indefinida anunciada desde diciembre último.

Los temas convenidos han sido ampliamente tratados en poco más de dos años de conversaciones, aunque los dos puntos más espinosos comenzaron a moldearse  este mes y los cuales se refieren a la justicia transicional que se debe aplicar para la dejación de las armas y la desmovilización de las FARC.

Respecto al primer tema, el jefe negociador del Gobierno en la Habana, Humberto de la Calle, ha dicho que “hay espacios en el terreno de la alternatividad penal que permiten satisfacer en la mayor medida posible los derechos de las víctimas e impedir la impunidad”, un punto clave que ha servido a los críticos de la paz para atacar el proceso.

El segundo aspecto es el referente al desescalamiento del conflicto armado, respecto del cual las FARC ya dieron el primer paso y –aunque el gobierno cesó los bombardeos- exigen una corresponsabilidad para alcanzar el cese bilateral y definitivo del fuego. Las fuerzas oficiales no han cesado operaciones en tierra y por el contrario se ha comprobado la arremetida militar en zonas de presencia guerrillera.

Pero aún, suscribiéndose los acuerdos en La Habana, la paz no está garantizada, pues esta es el resultado de un largo proceso, que incluye la voluntad de las partes en conflicto, pero necesariamente involucra a la sociedad civil y a las víctimas que han resultado en una guerra que se ha extendido por más de medio siglo.

Las heridas siguen abiertas y tardará mucho tiempo aún en sanarse pues el conflicto actual es heredado de un proceso de violencia política que se inició en la primera mitad del siglo pasado por la intolerancia de los dirigentes y gobernantes de los partidos Liberal y Conservador, atizado desde los púlpitos por el sectarismo religioso.

Muchos de quienes vivieron la ignominia y el horror de esa violencia demencial, fueron los desplazados de la época para quienes no hubo verdad, justicia ni reparación, pero que debieron sobreponerse a la ira, la venganza y el odio, para que sus hijos o nietos no repitieran la historia. Otros no pudieron alcanzar las cabeceras de las capitales para guarecerse y fueron revictimizados en pueblos, veredas y campos, por los “pájaros”, como se les denominaba a los criminales que surgieron en la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla, tras la amnistía a las guerrillas liberales de los Llanos Orientales en 1955 y posteriormente por los grupos armados amparados en ideologías foráneas, los paramilitares y los narcotraficantes.

En todos los procesos de paz en el mundo, se ha establecido como requisito sine qua non que exista una justicia transicional, que conlleva, quiérase o no, cierto grado de impunidad. Pero lo que se busca, para el caso colombiano, es que la aplicación de esa justicia transicional, lesione lo menos posible la dignidad de las víctimas y se establezcan penas alternativas, del tal manera que los victimarios –llámese FARC o Estado-, sí obtengan un castigo, tal vez no proporcional al daño causado, pero solo una vez que se establezca la verdad, y haya reparación por los perjuicios causados a la sociedad. Además debe garantizarse la no repetición de las violaciones a sus derechos.

La Oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, OACNUDH, señaló en 2006 –a propósito de las rondas exploratorias con el ELN en Cuba, en el gobierno de Álvaro Uribe-, que “la paz es el primer fruto de la justicia. La justicia es la condición indispensable para encontrar y consolidar la paz”.

Retomando estas consideraciones bien podríamos decir que los conceptos de justicia y paz están relacionados entre sí y no podríamos tomarlos separados el uno del otro. Pero para que la paz sea duradera debe existir reconciliación. Es decir que haya consensos entre víctimas y victimarios, que exista equilibrio en las exigencias mutuas y un propósito de no repetición.

No es fácil lograr reconciliación en una sociedad mentalmente enferma, en donde el común denominador es el odio, la intolerancia y la venganza. Una sociedad marcada por el abuso, la iniquidad y la desigualdad social.


Seguramente a corto plazo se firmen los acuerdos en La Habana, pero estamos en mora de iniciar el proceso más importante que debe incluir a toda la sociedad, para que despojados de prejuicios, podamos mirar de frente a los victimarios, extenderles la mano y en un abrazo retomar los lazos fraternales que nos conduzca a la reconciliación y a la paz.

viernes, 27 de marzo de 2015

LAS “CONVIVIR” SERÍAN LEGALIZADAS

Las Asociaciones Comunitarias de Vigilancia Rural (Convivir), que tanto daño le causaron a la sociedad colombiana a finales del siglo pasado por su vinculación con los grupos paramilitares, crímenes de lesa humanidad y el desplazamiento forzado, podrían reaparecer en el país, por virtud de un proyecto de ley que comenzó a estudiar el Senado de la República.

La iniciativa, cuyo autor es el congresista del Partido de la U, Mauricio Lizcano, pretende regular el sector de la vigilancia privada en Colombia, tomando como parámetro el Decreto Ley 356 de 1994, con el cual el expresidente César Gaviria le abrió las puertas a estas organizaciones que operaban –supuestamente- en zonas rurales en donde el control del orden público, desbordaba la acción militar y de la policía.

En uno de sus capítulos el proyecto establece la creación de las cooperativas de vigilancia y seguridad privadas, que podrán estar conformadas por ciudadanos y que se regirán por las normas establecidas para las empresas de vigilancia y seguridad.

La iniciativa que además del senador Lizano, también la suscriben los representantes Juan Felipe Lemos Uribe y Luz Adriana Moreno Marmolejo, de la misma colectividad, contempla, además, la obligación de colaboración de las empresas y cooperativas de seguridad privada con la fuerza pública.

El proyecto prendió las alarmas en todos los sectores del país, pues podría interferir con los esfuerzos de paz que se realizan actualmente en La Habana entre el Gobierno Nacional y las FARC.
Lo curioso, es que con la única excepción del congresista del Polo Democrático, Iván Cepeda, ningún senador de ningún partido, integrantes de la Comisión Segunda, se percataron de la velada amenaza que entraña la iniciativa.

Al abrirse el debate en la Comisión, el congresista Cepeda, advirtió que  esa iniciativa podría propiciar la renovación de los efectos negativos que produjo la figura de la red de cooperantes llamada “Convivir”.

"Es contraproducente que en el contexto de un acuerdo de paz y ante la posibilidad de un posconflicto, sectores del Congreso presenten una iniciativa que revive ese viejo peligro de paramilitarizar el país a través de entregarles a cooperativas de seguridad el manejo de asuntos de orden público. La tenebrosa experiencia de las Convivir nos enseñó que no se puede seguir en la línea de otorgarles facultades del Estado a los privados", señaló Cepeda.

Por virtud del proyecto las empresas de seguridad privada podrían realizar ampliamente todo tipo de investigaciones, afectando la intimidad de los ciudadanos y colocando en riesgo derechos fundamentales. Además, en su articulado, se amplía la acción defensiva de las empresas y las autoriza –literalmente- a repeler cualquier acción delictiva contra sus protegidos, con lo cual se viola la Constitución, pues se reemplaza la misión de las autoridades.

Según el congresista de la oposición, con la nueva norma, se le estaría otorgando al Presidente un "cheque en blanco" para establecer los servicios conexos a la actividad de la vigilancia privada, su definición, alcance y determinación.

Empresas armadas

Al igual que las “Convivir”, las nuevas empresas tendrán legalmente el derecho a portar armas, equipos de comunicación y usar vehículos blindados, sólo, que en esta ocasión, podrían hacer gala de sofisticada tecnología de la cual no gozaban en el pasado.

Entre 1996 y 1997, el entonces gobernador de Antioquia, Álvaro Uribe Vélez y el vicegobernador Pedro Juan Moreno (fallecido) defendieron la organización y operación de las CONVIVIR locales en su departamento, con base a las reglas establecidas por el Estado, pero el número era tal que  desbordaron todo tipo de controles. En todo el país se contabilizaron unas 500 organizaciones con más de 120 mil hombres.

Ya en la presidencia, Uribe Vélez, en entrevistas radiales (4 de diciembre de 2006) defendió las “Convivir”, y expresó que nunca hicieron parte del paramilitarismo. Asumió, entonces, la responsabilidad por los 60 grupos que operaron en Antioquia durante su mandato como gobernador.

Para la reflexión

Según la Superintendencia de Vigilancia y Seguridad Privada, actualmente, en el mercado colombiano funcionan 930 empresas de vigilancia legales y 775 departamentos de seguridad, con más de 200 mil personas a su servicio. Pero nadie sabe el tipo de armas ni cuantas están en su poder.

¿Se imaginan que estas empresas desbordaran su control, cuando superan en número a la Policía Nacional que tiene 175 mil efectivos en todo el país y más de la mitad de las Fuerzas Militares que cuentan con 380 mil miembros?

Quedan estas notas para su reflexión.


¿QUIÉN ES EL SENADOR LIZCANO?



Óscar Mauricio Lizano Arango, es un abogado de la Universidad del Rosario, nacido en Medellín, Antioquia, en agosto de 1976. Especializado en administración de empresas en Inglaterra y en gerencia y asuntos públicos del Externado de Colombia.

Hijo de Óscar Tulio Lizcano, un excongresista conservador que fue secuestrado por las FARC.

Mauricio Lizcano fue elegido Representante a la Cámara por el Partido Conservador en 2006 y en 2010 fue elegido senador por el mismo partido. Siempre ha sido considerado un abanderado del uribismo, aunque en 2014 fue reelecto por el Partido de la U.

viernes, 13 de marzo de 2015

PREDIAL: OTRO GOLPE A LOS BOGOTANOS

Los bogotanos sentiremos este mes el peso de la reforma tributaria aprobada por el Concejo Distrital que le dio facultades al alcalde Gustavo Petro para cobrar el impuesto predial con base en reajustes del 100 % en el avalúo catastral para más de un millón 900 mil predios.

La liquidación del impuesto, con base en un nuevo avalúo catastral, obliga a los contribuyentes a cancelar en 2015 sumas, que comparadas con la liquidación del tributo correspondiente a 2014, se incrementan en algunos casos hasta en el 600 por ciento. El nuevo cobro afecta especialmente predios correspondientes a los estratos tres y cuatro del sector residencial.

Los reajustes, según Gustavo Adolfo Marulanda, director de Catastro Distrital, serán así: 491 mil predios sufrirán un aumento entre el 0 % y 10 %. Para 510 mil predios aumentará el valor entre el 10 % y 20 %, 359 mil predios entre el 20 % y 30 %. Para 312 mil predios el aumento será entre el 30 % y 50 %, 138 mil entre el 50% y 100% y 43 mil predios sufrirán un aumento superior al 100 %.

En cuanto a predios no residenciales, el valor catastral quedó en un 75 por ciento del costo comercial.

El valor de la base catastral de Bogotá equivale a 2014 en $260 billones.

Hasta el año pasado las tarifas para los predios residenciales urbanos iban del 2 al 9,5 por mil, mientras que, la Administración Distrital, tomando como base la modificación del sistema, incrementó del 5 al 16 por mil dichas tarifas, dependiendo del avalúo catastral, lo cual significa que los bogotanos debemos pagar mucho más este año por impuesto predial.

“La reforma tributaria del alcalde Petro contempla una modificación de fondo al sistema de liquidación del impuesto predial, pues, a partir de 2015 las tarifas se liquidan de acuerdo con el avalúo catastral vigente, lo que incrementa desmesuradamente su valor, teniendo en cuenta que en los últimos cinco años se han realizado actualizaciones anuales del valor de los inmuebles sin mirar la capacidad de pago de los contribuyentes ni su nivel de ingresos”, como lo sostiene el concejal Orlando Santiesteban Millán, en un comunicado de prensa.

El Consejo Nacional de Política Económica y Social (Conpes) conceptuó que los avalúos catastrales para los predios urbanos y rurales no formados y formados con vigencia de 2014 y anteriores, tendrán un incremento de tres punto cero por ciento (3,0%) para el año 2015, equivalente al cien por ciento (100%) de la meta de inflación para la vigencia de este año.

Sin embargo la Administración Petro no tomó en cuenta los conceptos expuestos por el Conpes, antes de aplicar, con todo rigor la reforma tributaria aprobada por el Concejo, que al decir de muchos parece más una venganza contra los bogotanos, por los inconvenientes sufridos en desarrollo de su mandato.

Un análisis de los efectos del nuevo impuesto permite establecer que la administración Petro está engañando a los bogotanos, haciéndonos creer que se aplica una tasa por mil equitativa sobre el valor del inmueble, cuando el veneno está ligado al incremento exagerado del avalúo catastral, lo cual, es otro golpe a las menguadas finanzas de las familias bogotanas.

A este ritmo, antes de cinco años, al decir de los analistas, el precio del avalúo catastral de los inmuebles de uso residencial será igual al valor comercial, poniéndose en peligro el derecho a la vivienda de los capitalinos, en una clara contradicción al lema de la “Bogotá Humana”.

Muy seguramente las protestas no se harán esperar, tal y como ocurrió hace dos años cuando la administración local, pretendió aplicar un oneroso impuesto de valorización, que algunos meses después fue corregido, dándole la razón a los contribuyentes, pues no se trata de eludir sus obligaciones, sino que estas sean justas y equitativas.

Nota al margen: Si bien es cierto que la Administración Distrital le da la oportunidad al contribuyente de reclamar, estos no tienen ninguna incidencia, pues Catastro se toma más de seis meses para responder, es decir cuando ya no se puede hacer uso de los descuentos y como siempre, le responden al ciudadano citando las normas, acuerdos y decretos en que se basó la liquidación reclamada, sin la evaluación respecto de los criterios de equidad solicitados en cada caso.

Antes el IP se podía pagar con las primas. Ahora, obligan al ciudadano a endeudarse para no cancelar las altas sanciones impuestas por la Bogotá Humana.