Yo que nací bajo el fragor de las
balas de los “chulavitas” y los gritos desentonados de liberales y conservadores; que
sobreviví en Bucaramanga –mi tierra amada- a la violencia política que siguió
tras la muerte de Jorge Eliécer Gaitán; que vi cómo se alzaban las llamas
provocadas por la intransigencia política que redujeron a cenizas el diario “El Demócrata” en el cual mi padre José
Antonio Mantilla Gómez defendía ideas liberales; que soporté al lado de mi
madre y mis hermanos el desplazamiento forzado; que en nuestro trasegar,
huyendo por las montañas de Antioquia, desde muy niño conocí el llanto y la
desesperanza de mujeres que veían caer a sus esposos e hijos doblegados por el
filo de los machetes y las balas asesinas de una violencia, que seguramente se
encontraron gratuitamente en su camino; que tuve que formar mi carácter
soportando la muerte y desolación que dejaron los “pájaros” en los campos del Valle del Cauca; que vi
caer a estudiantes y trabajadores en las calles bogotanas por reclamar los
derechos que gobiernos despóticos les arrebataban; que vi nacer y crecer a las
guerrillas de las FARC, el ELN, el EPL, el M-19; que escuché el ruido de las armas
de ejércitos privados amparados en la oficialidad; que vi como los vergeles sucumbieron
frente a las yerbas malditas y murieron los peces por la contaminación de los
ríos. Yo que viví muy de cerca los horrores de la guerra, no quiero que se
repita esta historia para mis hijos.
lunes, 26 de septiembre de 2016
PORQUE CONOCÍ LA GUERRA, HOY QUIERO LA PAZ
domingo, 11 de septiembre de 2016
TUTELATÓN CONTRA LA PAZ
En la foto, Marco Fidel Ramírez,
polémico concejal de Opción Ciudadana
Sorprende que todavía haya quien, en un intento por
meterle palos a la rueda de la paz, apelen a todo tipo de intrigas y argucias
seudojurídicas, para atajar el plebiscito, con el cual el Gobierno del
Presidente Juan Manuel Santos, pretende obtener el favor de la opinión a los
acuerdos suscritos en La Habana con la guerrilla de las FARC.
Y asombra aún más, cuando quienes fungen como
contradictores, son precisamente quienes debieran batir las banderas de la
reconciliación y promover desde las instancias en donde ejercen su poder, las
condiciones para que cese la guerra y se consoliden los compromisos que nos
permitan ver la luz al final del túnel.
Bien podríamos decir que el ejemplo cunde,
refiriéndonos a que, quién ha ejercido su influencia para oponerse con mayor
vehemencia los acuerdos suscritos en Cuba, es precisamente el expresidente
Álvaro Uribe Vélez, no precisamente por razones de tipo filosófico, político o
ideológico sino por un impulso visceral
de animadversión hacia Santos, por tomarle la delantera en los esfuerzos por la
paz, que él, no pudo concretar.
A su liderazgo por el NO, lo siguen a ciegas los
abyectos congresistas que sin un solo voto, llegaron a sus curules, gracias al
populismo y al efecto “teflón” del jefe del Centro Democrático, seguido por
algunos –muy pocos-mandatarios municipales, concejales y diputados, que aún ven
en Uribe la salvación a sus problemas personales, así el pueblo y la nación se
hunda en las miserias de la confrontación armada.
Fue el propio Álvaro Uribe quien solicitó a sus
parciales para que desde todos los ángulos del país se promovieran tutelas y
demandas para atajar como fuera el plebiscito, alegando que la pregunta no se
ajustaba a los criterios de constitucionalidad expuestos por la Corte al
refrendar la convocatoria.
Siguiendo sus directrices, el concejal de Bogotá Marco
Fidel Ramírez, radicó ante el Consejo de Estado una demanda contra la directiva
del presidente Juan Manuel Santos sobre la participación de los funcionarios
públicos en el plebiscito por la paz, que se realizará el 2 de octubre. Antes
había demandado la pregunta del plebiscito en esa misma instancia.
Aunque no creo que admitan la demanda, por improcedente;
y en el caso de que la admitieran, su estudio se prolongaría hasta más allá de
la fecha del plebiscito, si vale la pena que el país sepa quien fue su autor:
Al concejal Ramírez, quien es pastor y creador de
una iglesia cristiana, se le conoce más por sus salidas en falso que por sus
ejecutorias como cabildante en la capital del país.
Es el mismo dirigente político, que con su lema “El
Concejal de la Familia”, pidió, hace dos años, vetar el videoclip de Shakira y
Rihanna, porque era “vergonzoso” ver como nuestra cantante incitaba al
tabaquismo y al lesbianismo y resultaba “erótico y peligroso para los niños”.
Él mismo, pidió desde su curul en el Concejo,
recoger la edición de la cartilla “Retomemos” que distribuyó la Alcaldía de
Bogotá, porqué ésta invitaba a los jóvenes a la “masturbación y demás
desviaciones sexuales”.
Es el mismo pastor y concejal que se oponía a la
presentación del grupo Calle 13 en Bogotá porque con sus canciones de crítica
social “provocaba e incitaba a los jóvenes al delito”.
Y no es que se pretenda unificar criterios en torno
a los asuntos polémicos que tienen que ver con el Estado de Derecho ni mucho
menos que no exista oposición a los actos del Gobierno. Lo que aspiran los
colombianos es a que quienes ejercen ese derecho a la oposición, lo hagan de
manera razonada, sin odios y ajustados a la Constitución y la ley.
El país está en mora de adoptar mecanismos, para
impedir que se congestione a la justicia con falsas denuncias y demandas fuera
de contexto y que se castigue a quien pretenda con argucias, leguleyadas y
politiquería, obstruir procesos como el de la paz que a todos interesa.
Claro que Opción Ciudadana, al cual pertenece el
concejal demandante, no le interesa que se concrete la paz, pues su partido
tiene orígenes en el paramilitarismo, razón por la cual ha cambiado tres veces
de nombre, y sin su apoyo, muy seguramente, ya habrían desaparecido del panorama político.
¿Y, qué no podríamos decir del senador y jefe del Centro Democrático?
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