Como siempre, a
última hora y sin una suficiente ilustración el Congreso aprobó la ley
estatutaria a la salud, más por congraciarse con el Gobierno, que por cumplirle
a los electores en la transformación de un sistema, que solo ha enriquecido a
las EPS, a costa, muchas veces, de la vida de los colombianos.
Aunque el proyecto
fue radicado a comienzos del año, el debate conjunto en las comisiones primeras
solo duró dos días; 8 horas para la aprobación en las plenarias de Senado y
Cámara de Representantes y cinco más, para la conciliación. Claro que será la
Corte, la que tendrá que decir si se atropelló el reglamento interno del
Congreso; si hubo fallas en la conciliación y si las modificaciones denunciadas
por algunos partidos como el Polo, el Mira y los Verdes, son válidas, antes de
decidir sobre la constitucionalidad de la norma.
Pero al margen de
estas consideraciones jurídicas, lo que el común de la gente se pregunta es, si
en efecto, las cosas van a cambiar y si algún día podrán realmente ser
atendidos con la celeridad que su salud demanda, sin inhumanas colas; y si se
acabarán, o cuando menos, se reducirán los “paseos de la muerte”, que sólo en el
primer semestre, han dejado más de 300 víctimas en todo el país y ninguna
investigación efectiva.
La ley precisa que
la salud es un derecho fundamental y que el Estado será responsable de proteger
ese precepto; de formular y adoptar políticas, con mecanismo que eviten su
violación, y de hacer seguimiento y evaluación a las condiciones de salud de
los colombianos.
La Corte bien puede
demorarse varios meses antes de decidir sobre su constitucionalidad; pero la
ley estatutaria en sí no surte mayores efectos sin su par, la ley ordinaria, a
la cual le falta todo el trámite en la Cámara de Representantes y que sólo es
posible estudiarla a partir del 20 de julio.
Recordemos cómo la
primera reforma a la salud del actual gobierno, radicada en octubre de 2010, comenzó
a aplicarse sólo en enero de este año con la unificación -por orden de la
Corte-, de los regímenes subsidiado y contributivo. Y la actualización del POS
(que se pretende ahora eliminar), solo concluirá en febrero de 2015.
Así, la nueva ley
marco, que trae como novedades, sanciones penales para quienes obstruyan la
atención de pacientes en urgencias; la eliminación del POS y la reducción en el
precio de los medicamentos, podrá tardarse, antes de ser aplicada – si la Corte
lo permite- un año más y la ley ordinaria, si pasa en la Cámara, hasta dos años.
En estas
circunstancias, las EPS, podrán seguir engañando al país en su gestión de
intermediarios financieros desviando los dineros de la salud, antes de ser
sometidas a un nuevo régimen.
Pero los colombianos
seguiremos pagando los aportes del 12.5% mensual en salud, los copagos y las cuotas moderadoras;
sometidos a la asignación de citas de medicina general con demoras hasta de dos
meses; tres y cuatro meses para especialistas; los tratamientos con
acetaminofén (porque según los galenos ninguna droga efectiva está incluida en
el POS) y se toman el tiempo que quieran para atendernos por urgencia, siempre
y cuando no caigamos víctimas de los paseos de la muerte.
Y… se me olvidaba,
que los gobernadores y alcaldes, los mismos que politizaron la salud y
quebraron a los hospitales, volverán a tener su manejo y administración y la
designación de sus directores y gerentes.
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