El mundo perdería en este siglo uno de sus
pulmones claves, de continuar en las selvas colombianas la tala indiscriminada
de bosques, sin que haya políticas claras para impedir las actividades de organizaciones
al margen de la ley.
Colombia se quedará pronto sin bosques y el mudo
perderá uno de sus pulmones claves, de continuar –frente a la mirada
desapacible del gobierno- la tala indiscriminada de bosques, un flagelo que
dominan organizaciones al margen de la ley y frente al cual la intervención del
Estado se ha quedado corta.
Así lo aseguran las ONG internacionales, algunas
con sede en el país y las cuales se nutren de información procesada por
organismos nacionales de investigación científica.
Según cifras del Ministerio del Medio Ambiente,
Colombia supera los 50 millones de hectáreas de bosques, casi la mitad de su
territorio pero, en diez años se perdieron seis millones de hectáreas en la
región de Amazonas.
Para citar un ejemplo, solo en el Departamento de
Guaviare que tiene una extensión 55.500 Kilómetros cuadrados (5 millones 550
mil hectáreas), entre 2002 y 2012, fueron taladas 220 mil hectáreas,
principalmente por la conversión de estas zonas para la ganadería extensiva,
como lo sostiene Luz Marina Mantilla Cárdenas, directora del Instituto SINCHI,
una organización dedicada a la investigación científica.
Y aunque para este departamento se dispone de una
ayuda del gobierno local de siete mil millones de pesos, para la ejecución de
dos nuevos proyectos de recuperación de los recursos ambientales, la suma es
muy corta frente a la progresión del problema. No obstante se brindan nuevas
alternativas de aprovechamiento sostenible de los recursos no maderables a los
habitantes de la región.
“Guaviare es
el segundo departamento amazónico realmente comprometido con el tema ambiental
y va en la ruta de contribuir con sus regalías a resolver un problema que
amenaza la supervivencia de los servicios ecosistémicos de la región”, sostiene
la directora del instituto.
En este departamento se intenta concienciar a los
habitantes para impedir la degradación del ecosistema, gracias a los medios de
comunicación existentes con el centro del país, pero los demás (Caquetá,
Putumayo, Vaupés y Amazonas), no cuentan con la misma suerte, pues hay lugares
internos sin protección, lo cual es aprovechado por los traficantes que al
amparo de la guerrilla, organizaciones al margen de la ley y funcionarios
corruptos, extraen nuestros recursos y los pasan a través de los ríos hacia
Perú, Ecuador y Brasil.
Voceros del Instituto de Hidrología, Meteorología y
Estudios Ambientales de Colombia (Ideam), sostienen que el fenómeno no solo se
vive en la zona amazónica de Colombia sino que también afecta la zona andina y
las selvas del Chocó, especialmente en los límites con Panamá, en donde se
utiliza y esclaviza a la población indígena.
En estas zonas entre 2005 y 2010 fueron
deforestadas más de un millón de hectáreas.
José Yunis representante en Colombia de la ONG The
Nature Conservancy (TNC), planteó en 2012, la adopción de estrategias concretas
para superar la deforestación que en las dos últimas décadas Colombia no ha
logrado controlar.
Mientras el Ministerio de Medio Ambiente consideró
reducir a 200 mil hectáreas la deforestación en un plazo de cuatro años, dos
años después no ha cumplido con la mitad de la meta ni menos restaurar 280 mil
hectáreas a 2015 a las cuales se comprometió.
El problema es más complejo pues los esfuerzos del
gobierno se quedan cortos mientras que la deforestación ilegal avanza a pasos
agigantados.
Según Yunis, Colombia, que en comparación con otros
países tiene una cifra baja de emisión de gases, podría convertirse (sin sus
bosques, a causa de la tala indiscriminada) en un serio contaminador.
Estudios de ambientalistas señalan que la selva
amazónica, tardó más de 22 mil años, en erigirse y tiene una importancia
ecológica sin igual: almacena entre 80.000 y 120.000 millones de toneladas de
carbono, un elemento fundamental para ayudar a estabilizar el clima a nivel
planetario y libera el 50% del oxígeno necesario para la vida de los seres
humanos y de las demás especies animales.
Si se destruyera la Amazonia se emitirían niveles
de gases de efecto invernadero equivalentes a 50 veces la emisión anual de
Estados Unidos de una sola vez.
Los científicos afirman que es el ecosistema con
más biodiversidad de toda la tierra, manteniendo alrededor de 60.000 especies
de plantas, 1.000 especies de pájaros y más de 300 especies de mamíferos, entre
ellos el jaguar. La selva y su famoso río también mantienen la vida de más de
2.000 especies de peces de agua dulce y mamíferos acuáticos como el delfín rosa
de agua dulce y la nutria gigante. Muchas áreas siguen siendo vírgenes por lo
que un gran número de especies de plantas y animales son desconocidas todavía
por la ciencia.
Pero lo insólito es que –al paso de esta
deforestación-, seamos capaces hoy de arrasar en menos de un siglo la
biodiversidad que la naturaleza tardó 22 milenios en construir para beneficio
de la humanidad. ¿Qué triste panorama dejaremos a nuestros hijos?
Greenpeace, que ahora tiene una sede permanente en
Colombia, se unió a la sociedad civil y
a líderes de las comunidades en el lanzamiento de una iniciativa ciudadana para
promover en los países amazónicos leyes de “Deforestación Cero”, iniciativa que
ya avanza en Brasil.
Las organizaciones ambientales en el país, instaron
al Gobierno Nacional para que tome cartas en el asunto y asuma como una
prioridad para los próximos años, la protección ambiental de la región
amazónica colombiana, apropiando cada vez más recursos para hacerle frente al
problema que hoy amenaza uno de los pulmones claves en el mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario