Pese a los pronósticos y a las voces de algunos
para que la paz no fuera el tema de campaña para la segunda vuelta, Juan Manuel
Santos impuso la medida, y su rival, el uribista Óscar Iván Zuluaga, a quien
las encuestas ubican en el primer lugar, hace ingentes esfuerzos para desviar
la atención de los electores, en una controvertida contienda que se definirá el
próximo domingo.
Las fuerzas políticas ya están alinderadas. Los dos
candidatos saben ahora con que cuentan, si tienen o no el apoyo de los partidos
y su máxima preocupación reside en interesar al segmento de la población
abstencionista, que podría en últimas darles la ventaja definitiva.
El innegable avance de los diálogos de paz en La
Habana y el anuncio de los negociadores gubernamentales y de las FARC, de
reconocer a las víctimas y su responsabilidad en una guerra de más de 50 años,
marcaría una nueva ventaja del candidato presidente Santos, sobre Zuluaga, que
se empecina en negar que en Colombia hay un conflicto armado.
El condicionamiento de Zuluaga a las FARC para
continuar con el proceso de paz y sus anuncios de someterlos por la vía armada,
no han caído bien en Colombia ni en el exterior, en donde ven con buenos ojos
los esfuerzos realizados por Santos.
El Centro Democrático –partido de Zuluaga- ha
continuado con la guerra de mentiras y desinformación impuesta por el senador
electo Álvaro Uribe Vélez, que le permitió alcanzar en la primera vuelta el
triunfo parcial electoral.
No obstante y pese a las evidencias y pruebas
allegadas a los procesos de los hackers presos por espiar las cuentas de los
negociadores de La Habana y del Presidente Santos y la vinculación a estos
hechos del propio candidato Zuluaga y sus asesores, la Fiscalía no se ha
pronunciado al respecto. Tampoco lo ha hecho en el caso de la retractación del
propio Uribe sobre el supuesto ingreso de dineros calientes a la primera
campaña del mandatario.
Nada se ha indagado por las excesivas sumas
invertidas por la campaña del candidato uribista ni mucho menos las
vinculaciones con las bacrim del publicista contratado por Zuluaga.
Ahora se comprueba la participación en política de
militares y policías en favor de la campaña de Zuluaga y las autoridades
–incluyendo al ministro de la Defensa- (como si el Presidente Santos no se
diera cuenta de ello) guardan silencio cómplice en estos hechos que bien
podrían dar al traste con la campaña electoral, cuando las decisiones de
separarlos al cargo por violar la Constitución y la ley, debieran ser
fulminantes.
Estos golpes bajos utilizados por la campaña
uribista, solo son comparables con los métodos de Göebels bajo el régimen de
Hitler, que utilizó la calumnia como táctica de guerra para calar en la
sicología del pueblo. “Calumniad, calumniad, que de la calumnia algo queda”,
fue el lema utilizado para imponer los criterios de la Alemania Nazi.
Incluso, la frase se le atribuyó en Colombia a
Laureano Gómez, (llamado en 1950 el “monstruo”, por la cantidad de crímenes que
se le atribuían), cuando acusó falsamente a liberalismo –entonces mayoría en el
país- de poseer un millón de cédulas falsas. Laureano Gómez sabía que eso no era cierto, pero él,
admirador de Hitler y aliado de Francisco Franco, logró con una mentira
desacreditar a sus adversarios e imponerse como presidente de los colombianos.
Zuluaga y su jefe Álvaro Uribe, saben que aquí, el
delito de injuria y calumnia no se toma en serio. Un proceso de injuria y
calumnia en Colombia tardaría varios años y eso si la causa no termina en una
simple conciliación. Pero el daño está causado y eso no tiene precio ni para el
candidato, ni para el Estado y mucho menos para los electores que son quienes
en última ven frustradas sus aspiraciones por la desorientación a que son
sometidos.
Basta recordar en que quedaron los procesos por las
afirmaciones mentirosas y calumniosas de Francisco Santos y José Obdulio
Gaviria contra algunos sindicalistas del Valle del Cauca.
Los colombianos somos muy susceptibles al efecto de
las encuestas y de la publicidad y un buen segmento cae muy fácilmente en
errores cuando la propaganda condiciona al individuo por la reiteración de los
mensajes. Lamentablemente la mayoría de los ciudadanos no tiene preparación
política adecuada, son facilistas y se impresionan con el primer sonido de la
radio, la imagen de televisión, un artículo en la prensa o el mensaje
descontextualizado que le llega a su celular.
Y aunque parece que el candidato presidente podría
llevar ventaja sobre su adversario, las cosas no son fáciles de interpretar,
cuando ni siquiera se sabe en dónde está
la línea que divide lo oficial de la política, con lo cual Santos se muestra retraído
por temor a ser acusado de utilizar tácticas non sanctas por el Procurador,
convertido en aliado del zuluaguismo y en cómplice de Uribe, para aplicar la expresión
del expresidente César Gavíria.
Y para colmo, muchos de los programas que está
realizando hoy el Gobierno Santos y que podrían ser extendidos en su nuevo
mandato, de serle favorable el veredicto en las urnas, los está plagiando
Zuluaga, con una mala copia, en lo que, ojalá, el pueblo caiga en cuenta del
engaño. Citemos el caso de los programas de vivienda; de empleo, de salud, de
redistribución de la tierra (que toca con el proceso de paz), entre otros.
Esta semana es de reflexión y ojalá los colombianos
no nos dejemos meter gato por liebre.
Nos vemos el domingo en las urnas.
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