A solo unos días de iniciarse el nuevo Congreso,
algunos senadores y representantes, en su afán de no quedar por fuera del
ponqué burocrático en el repitente mandato de Juan Manuel Santos, comenzaron a
exigir asignaciones políticas en el gabinete, prevalidos del eventual apoyo que
podrían brindarle al paquete legislativo en que está interesado el Gobierno.
Y la cuestión no tendría nada de particular si por
lo menos se hiciera de una manera discreta y sin anteponer amenazas veladas como
se desprende de una carta que la bancada conservadora en la Cámara le acaba de
enviar a Santos, exigiéndole mantener como cuota a dos de los ministros
conservadores entre ellos la titular de Medio Ambiente Luz Helena Sarmiento,
amén del ya ratificado ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas.
La carta deja al descubierto dos posiciones en el
Partido Conservador: la de quienes como Martha Lucía Ramírez, quien luego de
una entrevista con Santos ratificó que esa colectividad no está en la oposición
y que no interferirá en la conformación del gabinete y, la de quienes como los
representantes, exigen retribuciones por el frío apoyo a la reelección.
Los representantes le notifican al Jefe del Estado que actúan como
bancada en respaldo de las políticas de prosperidad y crecimiento económico,
creación de empleos, equilibrio fiscal, bienestar social, atención a la primera
infancia, vivienda para los más pobres y la superación de la pobreza extrema.
Igualmente –dicen- “apoyamos el proceso de paz con
atención especial a las seis millones de víctimas como parte fundamental de la
solución del conflicto y a la vez el combate de las fuerzas armadas contra la
subversión y la delincuencia organizadas. En resumen compartimos la tercera vía
de inspiración conservadora”.
Y, rematan: “La bancada en pleno le solicita al
señor presidente de la República mantener en pleno la representación
ministerial que tuvo el partido en los primeros cuatro años de gobierno y en
consideración a la necesidad de una política transversal que inspire las
actuaciones de la administración pública y el sector privado para enfrentar el
cambio climático manifestamos nuestro irrestricto respaldo a la ministra de
ambiente luz Elena sarmiento Villamizar por su conocimiento y experiencia en el
sector ambiental”.
Firman: Arturo Yepes Alzate, David Barguil, Lina
Barrera, Miguel Ángel Barreto, Liliana Benavides, German Blanco, Óscar Fernando
Bravo, Orlando Clavijo, Alfredo Ape Cuello Baute, Luis Fernando Urrego, Luis
Horacio Gallón, Juan Carlos García, Orlando Aníbal Guerra, José Hernández, Inés
Cecilia López, Álvaro López Gil, Ciro Rodríguez, Aída Merlano, Armando Antonio
Zabaraín, Telésforo Pedraza, Pedrito Pereira, Juan Carlos Rivera, Humphrey Roa,
Mauricio Salazar, Heriberto Sanabria, Jaime Felipe Lozada Polanco y Nicolás
Albeiro Echeverry.
Está bien que los partidos políticos aspiren a
mantener el poder en los gobiernos que ellos mismos ayudaron a elegir, pero no
está bien que de manera descarada y extravagante, algunos congresistas pretendan
presionar de manera indebida a los mandatarios para obtener cuotas de poder,
que en el caso de los conservadores, han mantenido por 12 años consecutivos.
La actitud del grupo de congresistas bien podría
tomarse como un chantaje, la violación al régimen de conflicto de intereses o
tráfico de influencias, con lo cual bien podrían perder su investidura, de
acuerdo con la normatividad del artículo 183 de la Constitución Nacional.
Anteponer el apoyo a las normas en que está
interesado el Gobierno, para obtener beneficios, no está bien visto, por decir
lo menos, pues el pueblo los eligió para legislar en su favor y no para traficar con su voto en las
comisiones y en las plenarias de Senado y Cámara.
Claro que ahora tratarán de salirse por la tangente
alegando que fueron malinterpretados y muy seguramente, de presentarse alguna
demanda ante el Consejo de Estado, ocurrirá lo mismo que con los 12
representantes que cambiaron el sentido de la reforma a la justicia en la
Comisión de Conciliación, por lo cual fueron demandados y dos años y medio
después exonerados de toda responsabilidad. ¡Qué ironía!
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