lunes, 26 de mayo de 2014

¿SANTOS GANARÁ EN SEGUNDA VUELTA?

El triunfo obtenido por el Uribista Óscar Iván Zuluaga, sobre su adversario el candidato presidente Juan Manuel Santos, permitirá ahora reagrupar las fuerzas para definir si los colombianos prefieren el camino de una paz negociada o la terminación de los diálogos con las FARC y la prolongación de una guerra de más de 50 años.

La campaña que acaba de concluir, no marca un hito definitivo del sentir de los colombianos, pero si permite reorientar su rumbo para que el 15 de junio, en una segunda vuelta se escoja la mejor opción y que el país no pierda su norte.

Esta primera vuelta, dejó numerosas enseñanzas y conclusiones, que muy seguramente pondrán a reflexionar a muchos electores que se abstuvieron de participar el domingo 25 de mayo, porque no se identificaban con ninguna de las opciones, al punto que la abstención alcanzó un 60%, tomando en cuenta que, con el 99.79% de las mesas escrutadas, la votación era de 13.204.700 tarjetones, sobre un censo estimado en 32.975.158 de ciudadanos habilitados.

ANÁLISIS ELECTORAL

Es de destacar la participación de Clara López Obregón, del Polo Democrático, que realizó una campaña limpia, obteniendo 1.956.214 votos (15.23%), levemente por debajo de la candidata conservadora Martha Lucía Ramírez, quien alcanzó  1.995.118 (15.53%) de ls papeletas.

El conservatismo obligó a la totalidad de sus congresistas a votar por Ramírez, y estos obedecieron, al parecer la imposición de sus directivas, ante el temor de ser acusados de doble militancia.

El gran perdedor en la jornada fue Enrique Peñalosa, que no fue capaz de mantener el favoritismo que le brindaban las encuestas y quien no rindió lo suficiente en los dos últimos debates por televisión. Entre su nominación y las elecciones perdió más de un millón de votos. Su votación llegó a 1.064.736 (8.29%).

Óscar Iván Zuluaga del Centro Democrático obtuvo 3.758.312 sufragios, (29,26%) y Juan Manuel Santos de la Unidad Nacional (Partido de la U., Partido Liberal y Cambio Radical), alcanzó 3.295.436 (25,66%), 462.876 menos que su adversario.

LAS FUERZAS PARA LA SEGUNDA VUELTA

En la primera vuelta, Juan Manuel Santos quedó en segundo lugar y es a quien más afectó la elevada abstención, con lo cual ahora tendrá que hacer un gran esfuerzo para interesar al segmento de la población que prefirió no acudir al llamado de la democracia.

Al contrario de Santos, los electores de Óscar Iván Zuluaga, salieron en masa a demostrar su superioridad pero al decir de los analistas se dejó contar, lo cual supone que para 15 de junio Zuluaga no aumentará el número de sus aliados del Centro Democrático. En esta primera vuelta, Zuluaga obtuvo el apoyo también del Partido Opción Ciudadana, antigua Convergencia Ciudadana, que no han logrado sacudirse de la influencia paramilitar.

Para la segunda vuelta, el Partido Conservador, que votó unido el domingo por Martha Lucía Ramírez, se le sumará a Zuluaga, pero como ya no pueden obligarlos a votar por un candidato de partido, buena parte de ellos muy seguramente respaldarán a Santos.

Es decir, los votos de Zuluaga, incluidos los del PIN (3.758.312) más los votos de los conservadores (1.995.118) suman 5.753.430.

Por su parte, Juan Manuel Santos obtuvo de la Unidad Nacional 3.295.436. Para la segunda vuelta se le sumarán los votos de quienes apoyan los diálogos de paz, entre ellos los del Polo Democrático, 1.956.214 y los de la Alianza Verde, 1.064.736, para un total de 6.316.386 votos, con lo cual superaría a su rival uribista por 562.956 votos, sin contar con los provenientes del Partido Conservador ni con quienes en esta ocasión se abstuvieron de concurrir a las urnas.

Pero, el candidato presidente tendrá ahora que reorientar su publicidad, hacerla más penetrante, transmitir las realizaciones de su gobierno y convencer para que crezca su electorado, aprovechando todos los medios a su alcance. Ahora la campaña será entre dos y no entre cinco candidatos.   

De todas maneras, ambos candidatos deberán hacer un gran esfuerzo para demostrar ante el país que merecen los votos de una Colombia ansiosa de alcanzar la paz.


viernes, 23 de mayo de 2014

¿CUÁL DEBATE?

La invitación mediática a los candidatos en televisión, no fue un debate sino una entrevista, en donde los participantes centrales, el Presidente Juan Manuel Santos y el uribista óscar Iván Zuluaga, se robaron el show y se prestó para que en determinado momento se exaltaran los ánimos y se perdiera el respeto que debe primar en un escenario en donde el buen ejemplo debe ser la guía para los colombianos.

Martha Lucía Ramírez, Clara López Obregón y Enrique Peñalosa, fueron opacados por quienes aparecen en los primeros lugares de las encuestas, no por sus propuestas sino porque el país estaba pendiente de conocer más en detalle sobre el escándalo de los hackers que enloda la campaña de Zuluaga y las acusaciones –hasta ahora sin  pruebas- del ingreso de dineros calientes en la elección, hace más de tres años, de Santos.

Santos les llevaba la delantera, pues es el único que como Presidente podía mostrar un programa ejecutado y la prolongación de estos hacia la posibilidad de su reelección, con los diálogos de paz avanzados que hoy marcan el camino de su propuesta. Los demás, en este propósito, van a la zaga.

López, la candidata del Polo fue –haciéndole honor a su nombre-, la más clara al momento de responder a las preguntas de los periodistas y sin mayores esfuerzos al esbozar los propósitos de su programa en caso de ser elegida, sin ataques a sus contrincantes y segura al momento de referirse al proceso de paz, del cual dijo que le agregaría como ingrediente el cese al fuego bilateral.

Martha Lucía se limitó a exponer su trayectoria y coaligarse con Óscar Iván, para presionar al candidato presidente. Pero a la hora de concretar sus programas no explicó la manera como podría llegar a realizarlos. Al final aceptó las realizaciones que en materia de educación ha obtenido el gobierno actual.

Peñalosa desaprovechó la oportunidad de mejorar su posición, pues se tornó repetitivo en la existencia de una guerra sucia entre Santos y Zuluaga, retrotrayendo los mensajes publicitarios de su campaña. No explicó las bases de su programa y hubo momentos en que, incluso, se le olvidaban las ideas.

Al final, quedó en el ambiente la idea de que el “gran debate” fue hecho para que Óscar Iván explicara sus devaneos de “espía criollo”, sacándole el cuerpo a la realidad de los videos, utilizando el tono y el talante de su jefe Álvaro Uribe y que, el candidato presidente Juan Manuel Santos conminara a ambos a presentar unas pruebas de sus acusaciones y convirtiera, más allá de su programa, en prioridad nacional los esfuerzos por la paz.  


Colofón: El candidato presidente Juan Manuel Santos debería asistir a un curso acelerado de locución  y expresión corporal para mejorar su actitud, pero no con la maestra y actriz Lina Luna, esposa del hacker Andrés Sepúlveda, porque de pronto le enseñan, como a Zuluaga, el cinismo y la capacidad de convertir las mentiras repetitivas en verdades.   

lunes, 19 de mayo de 2014

LA TRIPLETA DEL MAL

La campaña del uribista Óscar Iván Zuluaga, nació, creció y sigue marcada por la ilegalidad, las triquiñuelas, y la utilización de procedimientos en donde todo se vale para subir en las encuestas, atravesarse al proceso de paz y ganar las elecciones, pasando por encima de las legítimas aspiraciones del pueblo colombiano.

Lo que está ocurriendo hoy, a sólo unos días de las elecciones, desborda la imaginación de los analistas políticos y cambia el panorama que hasta hace unos días nos mostraban las encuestas ordenadas por la gran prensa, pero pagadas por empresarios privados, propietarios de las casas periodísticas y de las grandes cadenas de radio y televisión en Colombia.

Pero algo alcanzábamos a vislumbrar en el panorama, pues nada bueno podía resultar de una campaña que nació del odio de quien durante ocho largos años gobernó al país no con la cabeza fría de un estadista sino con el hígado caliente de un tirano.

¿Que se podía esperar de Álvaro Uribe Vélez, que armó de entre sus amanuenses la lista para el Congreso, -algunos de ellos vinculados directa o indirectamente al paramilitarismo y a la ilegalidad-; fabricó al candidato presidencial y arrodilló a quien lo acompañó como su vicepresidente?

Uribe Vélez, Zuluaga y “Pacho” Santos, constituyen la “tripleta del mal”. Todos ellos de una u otra forma han estado signados por el paramilitarismo.

Al senador electo, se le ha vinculado con el paramilitarismo, el narcotráfico, las intervenciones ilegales a sus contradictores, políticos, periodistas y magistrados; denuncias de las cuales conocen la Fiscalía, los jueces de la República, la Comisión de Investigaciones y Acusaciones de la Cámara y la Corte Penal Internacional. Alrededor de su nombre y sus actividades como alcalde de Medellín, gobernador de Antioquia, director de la Aeronáutica Civil y presidente de Colombia, se han escrito varios libros, que bien pueden constituirse en auto cabeza de proceso. Entre ellos “El señor de las sombras” de  Joseph Contreras y Fernando Garavito; “El clan de los 12 apóstoles” de Olga Behar; “Los jinetes de la cocaína” de Fabio Castillo y el más reciente “Amando a Pablo, odiando a Escobar”, de Virginia Vallejo.

A Zuluaga, el año pasado, la Fiscalía le archivó el expediente en el cual se le vinculaba con las autodefensas del Magdalena medio lo cual para muchos observadores y analistas políticos, se hizo –después de varios años de abierto el expediente-, de manera apresurada, para permitirle llegar “limpio” a la candidatura que asumió a finales del año pasado. Igual procedimiento adoptó la Procuraduría General de la Nación. Ni siquiera se tuvo en cuenta una investigación de la Fundación Arco Iris, que demostraba la expansión del poder electoral de Zuluaga en las zonas de dominio del paramilitarismo.

Respecto de “Pacho” Santos, el país no tiene memoria. Santos, el hoy escudero de Zuluaga, visitó a Salvatore Mancuso, comandante de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) autor de masacres, desplazamientos y crímenes, para proponerle la constitución del Bloque Capital de las AUC. La reunión según el propio Mancuso, tuvo lugar a mediados del Gobierno de Samper en una finca ubicada en la vereda El Volador, en el municipio de Tierra Alta, Córdoba.
Mancuso desmovilizado en 2005 y extraditado a Estados Unidos en 2008, aseguró ante la Fiscalía que “Francisco Santos no sólo pareció interesado, sino identificado con nuestras posiciones antisubversivas”, y manifestó su interés por que las autodefensas pudieran replicar ese modelo en Bogotá. Luego hubo un encuentro en Bogotá y Santos escribió una columna denominada “proyecto contrainsurgente” fechada el 27 de abril de 1997, en la cual manifiesta apoyo a la causa paramilitar. Luego, el 27 de junio de 1999 en un artículo titulado “Mesa de cuatro patas”, ratificó su posición con las autodefensas. (Ver columnas en este blog)

Como se puede apreciar, no se le pueden pedir peras al olmo, ni mucho menos pretender que quienes asumen posturas fascistas (para decirlo sin eufemismos), vayan a actuar ceñidos a la ley, pues los tres han sido cómplices de auspiciar el paramilitarismo, las chuzadas, los falsos positivos, los choques eléctricos para someter a los estudiantes y la “Yidispolítica”, que condujo a la reelección y la corrupción rampante.

Esta “trípleta del mal” no podrá ocultar jamás sus verdaderos propósitos, así se escondan tras la sonora sigla del “Centro Democrático”.




  




Columnas de Francisco Santos Calderón publicadas en el diario EL TIEMPO:


Bogotá D.C., 29 de abril de 1997

Proyecto Contrainsurgente


Después de tres intentos en los que la Accu (Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá) se negó a crear un movimiento único contrainsurgente, finalmente la semana pasada aceptó formar parte de las Autodefensas Unidas de Colombia.

Qué pasó en el entretanto? Qué significado tiene esta unión? Qué retos les plantea al Estado, a las FF.MM., a la guerrilla y a la sociedad? Hasta dónde puede llegar la conformación de un proyecto político de derecha? Cuánta gente les está apostando? La verdad es que esa unión se dio en unas condiciones muy específicas. Y así tenga una organización jerárquica bien estructurada, el mando no me cabe la menor duda queda en manos de las Accu y su jefe máximo, Carlos Castaño. Quien, a decir verdad, es un estratega militar y político que les ha dado a las autodefensas o paramilitarismo, como se las quiera llamar un cariz completamente distinto del que antes tenían esos grupos en el Magdalena Medio o en el Llano.

La verdad, el país hoy se enfrenta a un movimiento político-militar con arraigo en distintas clases sociales incluso en las populares y que surge del vacío que dejó el Estado ante la ineficacia de sus Fuerzas Armadas y los abusos de la guerrilla contra la población civil.

No nos equivoquemos. Aquí hay una nueva organización que si bien tuvo en su momento nexos en muchos casos más de complacencia y de voltear la cara que de ayuda efectiva con las Fuerzas Armadas, la semana pasada declaró su independencia al reivindicar la liberación de un secuestrado y la muerte de siete guerrilleros.

Cambio de táctica que la enfrenta con las Fuerzas Armadas que no quedan muy bien ante este tipo de operaciones, que bien escasas son, por lo menos en lo que al aparato de seguridad del Estado se refiere pero le realza un perfil político que antes no tenía.

Ante la conformación de un ejército contrainsurgente solo se puede esperar una violenta reacción de la guerrilla. Que además de ver cómo pierde territorios tan importantes como Córdoba, Urabá y Cesar, ahora tendrá que enfrentarse, a corto plazo, a una lucha enconada por territorios del corazón del país y los Llanos Orientales.

Claro, esta agudización del conflicto que va a llegar a niveles que jamás hemos visto en nuestro país (incluyo las épocas de los carros bomba del narcotráfico) acabará teniendo como víctimas directas como siempre a los civiles.

Que entre otras cosas son la razón por la cual surgen las autodefensas. Y la razón por la cual se formaron las actuales guerrillas. Irónico, no! Se puede parar ese tren de violencia que se nos avecina? Difícil, pues la dinámica y la lógica que imperan son las contrarias. Ya vimos la reacción de las Farc a lo que sucede en Urabá (el carro bomba de Apartadó). Y la de las Accu, que no se hizo esperar: ejecuciones y desapariciones selectivas en toda la región.

Pero hay una luz que quizás al final logre detener parte de esa barbarie: la humanización del conflicto. Que les interesa a las autodefensas. Y al Eln. Pero no a las Farc, que en un acto máximo de soberbia ni siquiera reconocen que secuestran.

Es más, durante el secuestro de los familiares de sus dirigentes y en el caso de los militares retenidos muestran una actitud de total inobservancia de las más mínimas reglas de humanización de la guerra. Pues mientras las Accu permitían a los familiares comunicación periódica y contacto permanente con la Cruz Roja, hoy las familias de los soldados no saben de la suerte de sus hijos o hermanos.

De ahí que se vaya a extender el conflicto autodefensas-guerrilla a todo el país. Con los ciudadanos como protagonistas, que, además, siempre acaban pagando el pato.

Con dos factores objetivos que lo hacen más grave. Primero, la total inoperancia de un Estado, que ya ni siquiera cree en su capacidad preventiva o represiva un contratista extranjero se va olímpicamente en reconocimiento de esta impotencia. Segundo, el triunfalismo de una guerrilla ciega, que con sus abusos está alineando a un sector crítico de la población civil en su contra y con ello puede estar sembrando la semilla de su destrucción.

Las preguntas obvias son: a qué costo?, hasta cuándo? Todo depende del ciudadano y de su nivel de tolerancia para lo que se nos viene. Allí se centra el desenredo de ese nudo gordiano al cual aprietan por todos los lados.




Bogotá D.C., 27 de junio de 1999

Mesa De Cuatro Patas

Sé de lo que me van a tildar por escribir esta columna: de derechista, paramilitar, violador de derechos humanos, etc. Pero como en nuestro país el susto prevalece y la gente se cuida de no decir las cosas entre otras porque las palabras pueden costarle a uno la vida, muchas de nuestras realidades no se conocen o quedan marginadas en algún panfleto o en un estudio académico.

De ahí que no sea raro que siempre nos sorprendan esos hechos, que son evidentes desde años atrás, pues, en el fondo, este país está totalmente desinformado. Muchas de esas realidades Colombia no las ha visto o no las ha querido ver.

Como la del matrimonio narcotráfico-política, que era evidente desde mediados de los 80 y que solo vino a sorprendernos en el 94, con la elección de Samper. O la de la narcoeconomía, que lleva diez años en ebullición y solo ahora, con este desinfle, nos damos cuenta de la burbuja económica en que vivíamos.

Otra es el fenómeno paramilitar. Del que han advertido desde su orilla ideológica las Farc y el Eln con gran insistencia, pues su accionar ha tenido tremendas repercusiones políticas, militares, sociales y de derechos humanos en nuestro país. De ahí que hayan colocado como tema prioritario la acción del Estado contra estos grupos como precondición de la negociación.

Lo que no entienden los grupos guerrilleros y mucho menos el Estado ni hablar de los gobiernos, que hace rato no entienden nada es que ese fenómeno, que nació de las entrañas de la misma violencia guerrillera, hoy es todo un ejército insertado en el conflicto, al que ni las Fuerzas Armadas ni la guerrilla van a poder derrotar.

Esa es la verdad monda y lironda, nos guste o no. Y las realidades militares con sus consecuencias políticas me darán la razón. Es más, si se analiza el conflicto de manera desprevenida, se encuentran suficientes hechos que demuestran lo dicho.

Hoy, la situación militar de la zona norte del país es distinta de la de hace tres años. Quedan frentes guerrilleros en los Montes de María, en la Sierra y en el Perijá, que bajan y realizan operaciones, pero perdieron el control efectivo de la actividad económica y eso, en el fondo, es perder la zona.

El crecimiento del paramilitarismo que dice tener cinco mil ochocientos hombres es innegable. Y de estar localizado exclusivamente en Córdoba, hoy tiene presencia real en todo el país. Si se le añade a esto su propuesta política, lo que se vislumbra es un movimiento armado que, sin poder llegar a ganar la guerra ninguno de los actores armados lo puede lograr, va a volver la negociación una mesa no de tres, sino de cuatro patas.

La gran pregunta que todos nos hacemos es: cómo se financian? Sin duda, aprendieron rápidamente la lección. Cobran impuestos a los narcotraficantes eso en el sur se le llama gramaje, extorsionan a las empresas que le pagan ese impuesto a la guerrilla y boletean a los hacendados asediados por la subversión, con un diferencia: les cobran una tercera parte y les garantizan que, cuando los saquen de la zona, les dejan de cobrar.

Que esa realidad militar tiene un altísimo costo en vidas humanas y en terribles violaciones de los derechos humanos nadie lo puede negar. Como tampoco el hecho de que hay un componente de negocio detrás de este fenómeno, pues las tierras sin guerrilla por lo menos recuperan su valor.

Pero no olvidemos que la gasolina que alimenta ese fuego son el secuestro y los abusos cometidos por la guerrilla contra la población civil. De allí nacen los Castaño y su base social y económica. Base que ha crecido a la par con los abusos de la guerrilla en el resto del país y la creciente indefensión de la gente por la ineficacia del aparato militar del Estado.

En una encuesta reciente hecha en 16 ciudades de distinto tamaño, a la pregunta de si el Gobierno debería atacar a los paramilitares, el 82 por ciento contestó que no! Si a ese tácito apoyo o, por lo menos, credibilidad militar se le agregan hechos como el de la iglesia de La María o el asesinato de los doce religiosos en el Caquetá, mejor preparémonos para tener paramilitares para rato.


Así no nos guste, esa es la verdad. Y pueden llamarme vocero del paramilitarismo o justificador de las violaciones de derechos humanos, que nada de eso va a cambiar esta evidente realidad.

viernes, 16 de mayo de 2014

DECÁLOGO PARA NO VOTAR POR ÓSCAR IVÁN ZULUAGA

En mi trayectoria periodística que bordea el medio siglo, nunca había asistido a un escenario político en donde la zancadilla, los golpes bajos y la guerra sucia, reemplazaran la concepción ideológica y programática, en una campaña en donde algunos de los candidatos olvidaron las más elementales lecciones de democracia.

Los ánimos se exacerbaron por los ingredientes de las conversaciones de paz en La Habana Cuba que fue incluido como principal elemento en el programa de gobierno de uno de los candidatos; la reelección a la cual aspira el Presidente Juan Manuel Santos; las denuncias del senador electo Álvaro Uribe Vélez sobre supuesto ingreso de dineros calientes a una campaña en 2011 y las chuzadas de un “hacker” que tiene en líos judiciales al grupo de Oscar Iván Zuluaga.

Los tres candidatos restantes –Enrique Peñalosa, Martha Lucía Ramírez y Clara López Obregón- se mantienen expectantes, aguardan pacientes tras del tinglado, a ver cómo le sacan partido a la disputa para subir en las encuestas y quedar con mayor opción de negociación en una eventual segunda vuelta.

Mientras tanto los electores, que por naturaleza son olvidadizos, siguen confundidos, y las encuestas para lo único que han servidos es para destacar los propósitos de quienes las contratan.

No obstante tres de estos candidatos, aunque de distinta manera, tienen en su objetivo el propósito de la paz y dos de ellos insisten en hacerle el juego a la “Seguridad Democrática” de Uribe, que no es otra cosa que proseguir en el conflicto armado en Colombia. Por eso pongo en sus manos estas diez razones para no votar por Oscar Iván Zuluaga.

1.- Es un áulico y cortesano del expresidente Álvaro Uribe Vélez. De ser elegido, quien mandará tras bambalinas sería el propio Uribe, obteniendo de esa manera el tercer mandato que el país le negó hace cuatro años. Un candidato sin carácter no tendrá jamás el talante de estadista que requiere Colombia.

2.- Su discurso refleja la nostalgia de poder de Uribe, el odio visceral del exmandatario por quienes piensan diferente y su inclinación por continuar una guerra fratricida de medio siglo que ha dejado más de 220 mil muertos, más de 30 mil desaparecidos y cerca de cinco millones de desplazados.

3.-   Como ministro de Hacienda en el segundo mandato de Uribe, se inició la venta de Ecopetrol –la empresa más productiva del país- utilizando sus recursos como la caja menor del gobierno; se vendieron las electrificadoras de Santander, Norte de Santander, Tolima, Meta, Boyacá y Cundinamarca; Se vendió a Isagen en tres billones de pesos; se permitió la creación de pirámides con la participación de los hijos del ejecutivo (lo cual generó un escándalo internacional); se enajenó a Telecom; se privilegió la inversión extranjera en detrimento de la industria nacional y se inició la negociación de los TLC con Estados Unidos, Canadá y México. Al finalizar el gobierno en 2010 el déficit  fiscal consolidado era del 3.8% del PIB (24.7 billones de pesos) y el déficit del sector central era de 4.5% del PIB (29.25 billones de pesos). Y ni qué decir de la deuda externa…

De manera improvisada se aprobaron en el CONPES billonarias partidas de vigencias futuras, que no fueron utilizadas para obras prioritarias, dejando por fuera inversiones fundamentales como el dragado del Rio Magdalena y la recuperación de las vías férreas.

4.- El comercio con Venezuela y Ecuador –segundo y tercer socio después de Estados Unidos- se desplomó por razones eminentemente políticas, sin que el país estuviera preparado para abrir nuevos mercados.

5.- Según las estadísticas de organismos internacionales, al finalizar el gobierno de Uribe con su ministro de Hacienda Oscar Iván Zuluaga, 20 millones de colombianos (45.5% de la población en 2010) vivían bajo la línea de pobreza y 7.2 millones (más del 16%) en condición de indigencia. ¿Qué hicieron entonces el expresidente y su pupilo candidato por mantener el precepto constitucional según el cual se debe dar prioridad a la política social para mejorar la calidad de vida de la población y reducir la pobreza?

6.- Bajo el amparo del gobierno de Uribe y su ministro de Hacienda Oscar Iván Zuluaga, creció la corrupción y la impunidad. Los mayores escándalos los constituyen Agro Ingreso Seguro, que incluso mantiene aún, ad portas de la cárcel a Andrés Felipe Arias; la denominada “Yidispolítica”, en donde se repartieron toda clase de recursos para premiar a quienes votaron por la reelección de Uribe y por lo cual sólo tres personas –Yidis Medina, Teodolindo Avendaño e Iván Díaz Mateus- fueron condenadas y los exministros del Interior Sabas Pretelt y de la Seguridad Social Diego Palacio, han logrado evadir la justicia bajo el amparo de Uribe Vélez; se denunciaron irregulares inversiones archimillonarias en infraestructura que comprometían la administración de Andrés Uriel Gallego, pero el veredicto final se truncó con su muerte.

7.- Zuluaga continuará la política de “seguridad democrática” de Uribe, mediante la cual se institucionalizaron las denominadas “chuzadas” (todo lo cual ha quedado impune); se aumentaron los falsos positivos; se favoreció a los narcoparamilitares, legalizando fortunas ilícitas y vinculándolos a la denominada Ley de Justicia y Paz, con lo cual en este año (con solo ocho años de cárcel) saldrán libres muchos de ellos comprometidos en delitos de lesa humanidad.

8.- Zuluaga continuará la política de seguridad social de su mentor político. Uribe fue coautor de la denominada Ley 100 que le entregó a las EPS los dineros de la salud de los colombianos, convirtiéndonos en clientes y no en pacientes, abriéndole la puerta a la desviación de recursos para fines comerciales.

9.- Zuluaga, continuará la política laboral de Uribe y recortará aún más las posibilidades para que los colombianos puedan acceder a una pensión digna. Su guía espiritual, arrebató a los trabajadores y empleados billones de pesos, al extender la jornada diurna hasta las diez de la noche y reducir el recargo de dominicales y festivos. Además institucionalizó las Cooperativas de Trabajo Asociado, incluso en el sector oficial.

10.- Zuluaga confesó haberse reunido con el “hacker” Andrés Fernando Sepúlveda, que –según las afirmaciones de las autoridades- realizaba interceptaciones ilegales saboteando el proceso de paz junto con algunos funcionarios de su campaña amparados por Uribe Vélez.


Y por la paz me la voy a jugar. Por eso no votaré por Óscar Iván Zuluaga