La invitación mediática a los candidatos en
televisión, no fue un debate sino una entrevista, en donde los participantes
centrales, el Presidente Juan Manuel Santos y el uribista óscar Iván Zuluaga, se
robaron el show y se prestó para que en determinado momento se exaltaran los
ánimos y se perdiera el respeto que debe primar en un escenario en donde el
buen ejemplo debe ser la guía para los colombianos.
Martha Lucía Ramírez, Clara López Obregón y Enrique
Peñalosa, fueron opacados por quienes aparecen en los primeros lugares de las
encuestas, no por sus propuestas sino porque el país estaba pendiente de
conocer más en detalle sobre el escándalo de los hackers que enloda la campaña
de Zuluaga y las acusaciones –hasta ahora sin
pruebas- del ingreso de dineros calientes en la elección, hace más de
tres años, de Santos.
Santos les llevaba la delantera, pues es el único
que como Presidente podía mostrar un programa ejecutado y la prolongación de
estos hacia la posibilidad de su reelección, con los diálogos de paz avanzados
que hoy marcan el camino de su propuesta. Los demás, en este propósito, van a
la zaga.
López, la candidata del Polo fue –haciéndole honor
a su nombre-, la más clara al momento de responder a las preguntas de los
periodistas y sin mayores esfuerzos al esbozar los propósitos de su programa en
caso de ser elegida, sin ataques a sus contrincantes y segura al momento de
referirse al proceso de paz, del cual dijo que le agregaría como ingrediente el
cese al fuego bilateral.
Martha Lucía se limitó a exponer su trayectoria y coaligarse
con Óscar Iván, para presionar al candidato presidente. Pero a la hora de
concretar sus programas no explicó la manera como podría llegar a realizarlos.
Al final aceptó las realizaciones que en materia de educación ha obtenido el
gobierno actual.
Peñalosa desaprovechó la oportunidad de mejorar su
posición, pues se tornó repetitivo en la existencia de una guerra sucia entre
Santos y Zuluaga, retrotrayendo los mensajes publicitarios de su campaña. No
explicó las bases de su programa y hubo momentos en que, incluso, se le
olvidaban las ideas.
Al final, quedó en el ambiente la idea de que el
“gran debate” fue hecho para que Óscar Iván explicara sus devaneos de “espía
criollo”, sacándole el cuerpo a la realidad de los videos, utilizando el tono y
el talante de su jefe Álvaro Uribe y que, el candidato presidente Juan Manuel
Santos conminara a ambos a presentar unas pruebas de sus acusaciones y convirtiera,
más allá de su programa, en prioridad nacional los esfuerzos por la paz.
Colofón: El
candidato presidente Juan Manuel Santos debería asistir a un curso acelerado de
locución y expresión corporal para
mejorar su actitud, pero no con la maestra y actriz Lina Luna, esposa del
hacker Andrés Sepúlveda, porque de pronto le enseñan, como a Zuluaga, el
cinismo y la capacidad de convertir las mentiras repetitivas en verdades.
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