lunes, 4 de noviembre de 2013

DESCONOCER LAS REGLAS DE LA DEMOCRACIA ES UNA OPCIÓN


Insólito que quienes tienen la obligación de velar porque se respete el orden jurídico, sean quienes ahora reclaman por cambios institucionales y la aplicación amañada de la Constitución, para ajustarla a sus intereses personales, pasando por encima del Estado de Derecho, en una torcida interpretación de la democracia.
 
Bien vale la pena analizar los últimos acontecimientos en materia política, de los cuales han sido protagonistas el expresidente Álvaro Uribe Vélez, el Procurador Alejandro Ordóñez y el alcalde de Bogotá Gustavo Petro.
 
Uribe Vélez, se rasga las vestiduras y pone a sus áulicos a terciar con todo tipo de argucias politiqueras, luego de que el Consejo Nacional Electoral (CNE) conceptuara que no es posible que en el tarjetón para las elecciones de Congreso y Presidente de 2014, se incluyera su foto y apellido. Dice que se le están violando sus derechos y reclama una igualdad que nadie le está usurpando.
 
Él, quien durante su gobierno no fue propiamente el más respetuoso de la Constitución y la ley, se hace el mártir y el perseguido bajo normas que fueron aprobadas cuando aún fungía como mandatario. Me refiero aquí al Acto Legislativo 01 de 2009, que modificó nuestra Constitución, que ahora pretende desconocer.
 
Es necesario recordarle al señor Uribe que fue él, quien pretendió torcerle el pescuezo a la democracia para optar a un tercer mandato, generando lo que se llamó la “Yidispolítica”, comprando la conciencia de los congresistas; el mismo que a través del DAS, chuzó a periodistas, dirigentes de izquierda y a la Corte Suprema de Justicia, en la más descarada y ordinaria versión de espionaje criollo; y quien ahora, viudo de poder, acusa de traición a Juan Manuel Santos porque está acercándose a la paz y se apartó de los postulados revanchistas para lo cual constituyó su política de seguridad democrática.

Permitirle a Uribe la utilización de su foto y apellido en la tarjeta electoral, equivaldría –contrario a lo que él supone- violar la igualdad de los demás partidos legítimamente constituidos y darle gabelas en detrimento de los demás, retornando al caudillismo, los cacicazgos y el gamonalismo político que se buscó eliminar con la Constitución del 91.
En su afán electorero Uribe es acompañado por el propio Procurador Ordóñez, quien anunció que interpondrá recursos para que se revoque la decisión del CNE, con lo cual no es consecuente con sus funciones, pues como jefe del ministerio público debería dar ejemplo de respeto a las instituciones que él también juró defender, aunque su reelección esté en entredicho en el Consejo de Estado.
 
Tal parece que al Procurador también hay que ajustarle la Constitución a su medida, pues –en su afán mediático-, se viene contra todo lo que no se acomoda a su ideología ultraderechista y su concepción religiosa medieval.

Interviene este funcionario, en todos los aspectos de la vida pública, incluso interfiriendo en temas tan delicados como las conversaciones de paz que se llevan a cabo en La Habana, o en el manejo de las relaciones internacionales, que son del exclusivo resorte del Presidente de la República.

Por último conviene llamar la atención del país frente a las destempladas salidas del alcalde de Bogotá Gustavo Petro, quien enfrenta una investigación de la Procuraduría General de la Nación y la revocatoria de su mandato.

En el primer caso, el propio mandatario distrital, está casi seguro de que el Procurador Ordóñez le destituirá e inhabilitará para ejercer cargos públicos, por el manejo que le dio desde su administración al tema de las basuras.

En cuanto a la revocatoria, Petro acaba de sufrir un doble golpe, al declarar el Tribunal Administrativo de Cundinamarca “improcedente” una acción de cumplimiento y negarle una acción popular. Con los dos recursos, pretendía el mandatario detener el proceso que se le adelanta en la Registraduría.
 
Frente a estas instancias de destituirlo del cargo, Petro dice que podría suceder algo similar a las polémicas elecciones presidenciales entre Misael Pastrana y Gustavo Rojas Pinilla, que le dio paso a la creación del M-19, grupo guerrillero al cual perteneció. Estas consideraciones han sido interpretadas como una amenaza del burgomaestre.

En los tres casos, los protagonistas, no solo desconocen las instituciones sino que ahora resulta que las reglas del juego con las cuales fueron elegidos, no les brinda las garantías de una verdadera democracia. ¡Qué ironía!

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