viernes, 28 de octubre de 2016

¡DESPIERTE, PRESIDENTE!

Presidente Juan Manuel Santos (Foto SIG)

En una entrevista con la agencia española de noticias EFE, el Presidente Juan Manuel Santos no descarta que se convoque a un nuevo plebiscito, para refrendar las enmiendas planteadas por quienes ganaron con el “NO” en la jornada democrática del 2 de Octubre, pasando por alto, otra vez, el mandato popular que recibió de todos los colombianos para hacer la paz con las FARC en las elecciones de 2014.

Si lo que Santos busca en esta ocasión es el asentimiento de Álvaro Uribe, Andrés Pastrana, Martha Lucía Ramírez, el exprocurador Alejandro Ordóñez y algunos sectores religiosos, a las enmiendas realizadas antes de hacer público el Acuerdo Final, pues que se los envíe por correo. De todas maneras le buscarán el quiebre.

Daría la impresión de que el Presidente Santos está claudicando en su carácter y la energía como mandatario, permitiéndole a quienes siempre han sido sus contradictores, imponer sus criterios, aún a costa del abrumador respaldo, manifestado en todo el país en las últimas semanas, para ponerle punto final a la discusión e implementar el Acuerdo Final que nos conduzca a una paz estable y duradera.

Una cosa es que quienes ganaron tímidamente con el NO en el plebiscito, puedan formular sugerencias para mejorar esos acuerdos y que se acojan –en la mesa de La Habana- aquellas que no cambien el sentido ni distorsionen los puntos claves que por seis años consecutivos se discutieron entre los representantes del Gobierno y las FARC. Otra bien distinta, es que ellos impongan el criterio para la elaboración de un nuevo acuerdo, que muy seguramente daría al traste con el proceso de paz.

Santos, por pretender ser excesivamente garantista, se equivocó al convocar un plebiscito para refrendar los acuerdos y se equivocará por segunda vez si convocara un nuevo proceso, pues quedaría en evidencia que el voto de casi ocho millones de colombianos, con los cuales ganó para un segundo mandato, ni le van ni le vienen, porque para él es más importante mantener contentos a quienes siempre se han mostrado como sus enemigos.

El voto de la mayoría de los colombianos en 2014, avaló el triunfo de Santos, sólo por su compromiso de hacer la paz. Lo demás de su programa, sabíamos de sobra que no lo iba a cumplir, como no ha cumplido en materia de restitución de derechos a los trabajadores, la salud, la protección del medio ambiente, equidad para con los pensionados, protección a las madres comunitarias, la protección a la niñez desamparada, el mejoramiento de la justicia; ni mucho menos se han adoptado medidas para controlar la corrupción, la impunidad, el despilfarro y la politiquería en el Estado.

Ahora está empeñado en sacar adelante –contra viento y marea-, la Reforma Tributaria, en la que nadie cree, ni siquiera su vicepresidente Germán Vargas Lleras, que pide a los colombianos, desde el interior del mismo Gobierno, aunar fuerzas para impedir que avance semejante esperpento.

Según voceros de la Registraduría Nacional del Estado Civil, el Plebiscito por la Paz del 2 de octubre nos costó $280.000 millones, sin contar el valor de la campaña publicitaria calculada en $80.000 millones. Una nueva jornada de este tipo podría alcanzar la suma de $400.000 millones, sólo en la parafernalia de la organización del proceso democrático.

Para hacer un comparativo, este dinero que gastamos en plebiscitos, equivale al presupuesto general para 2017, de una capital como Bucaramanga. La pregunta es: ¿Disponemos de ese dinero? Y, si es así, entonces no es cierto que para sanear las finanzas, tengamos que someternos a la tortura que nos impone la proyectada Reforma Tributaria.

Así, los colombianos que votamos en 2014 por Juan Manuel Santos con la única condición de hacer la paz, estamos quedando como idiotas útiles. Pues cada vez que a un político, empresario o notable comerciante, se le ocurre una nueva idea para hacer sostenible el proceso, hay que correr a replantear la negociación con las FARC.

¿Acaso, esos señores, son más importantes que el campesino, el trabajador, el estudiante o las ocho millones de víctimas en este conflicto de más de medio siglo y que de consuno clamamos por la paz?


¡Despierte, Presidente! 


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