PASTRANA - URIBE - SANTOS
Juan Manuel
Santos, aunque aún está a tiempo de rectificar, pudo haber pasado a la historia
como el presidente de la paz, pero casó tres peleas al mismo tiempo prevalido
de su ego: La ratificación de los acuerdos en el plebiscito con el uribismo; la
reforma tributaria con la élite económica del país y la adopción ligada a una
nueva enseñanza de ideología de género en la educación, con los católicos y
cristianos de la ultraderecha, con lo cual perdimos todos los colombianos.
Qué difícil
será ahora recuperar lo perdido:
Tendremos que
explicar ante la comunidad internacional –que tanto nos han apoyado para
superar el conflicto- porqué ganó el NO con apenas el 18.24 % de un total de
34.899.945 colombianos mayores de edad con capacidad de pensar y aptos para
acudir a las urnas.
No parece
lógico que un país como Colombia tenga una democracia tan débil y manipulable,
en donde por razones políticas de ultraderecha, económicas, religiosas y de
género, una pírrica minoría se imponga frente al derecho inalienable de más de
48 millones de personas a vivir en paz.
¿Será que le estamos dando la razón al expresidente
de Uruguay, José Mujica, en reciente visita a Medellín, cuando dijo que los
colombianos no pueden ser tan “tarados” de desaprovechar esta oportunidad para
la reconciliación?
Más difícil aún será conciliar los intereses de la
paz con un grupo que sistemáticamente se ha negado buscar acuerdos,
coincidencias y afinidad con el Gobierno Santos, pese a las invitaciones que el
propio mandatario les hizo desde hace dos años a los expresidentes Álvaro Uribe
y Andrés Pastrana, para que guiaran con sus luces la parte crucial de las
negociaciones en Las Habana.
Los dos expresidentes, esperaron a que se
“cocinara” el Acuerdo Final, para arreciar sus críticas, sin aportar, en cambio
nada positivo, para mejorar el documento, que en cambio sí tuvo el aval de la
Organización de las Naciones Unidas (ONU), la comunidad internacional y todos
los países del mundo, especialmente de aquellos en donde hubo conflictos similares
que ya fueron superados.
Incluso la Corte Penal Internacional, lo consideró
como “un logro histórico para Colombia” y resaltó que no se incluyeran
amnistías o indultos para los delitos de lesa humanidad o los crímenes de
guerra. Un documento en tal sentido fue suscrito por Fatou Bensouda, fiscal de
la CPI, quien durante los 4 años de negociaciones siguió de cerca el proceso.
El 12 de agosto último, con ocasión del XVIII
Encuentro de la Jurisdicción Ordinaria, sobre Justicia transicional, Paz y Pos
conflicto, el Papa Francisco en un mensaje leído por el Arzobispo José Daniel
Falla, hizo votos por los esfuerzos de reconciliación entre el Gobierno
colombiano y las FARC.
Pero los promotores del NO resultaron más papistas
que el papa e indujeron a error a los votantes, con mentiras insistentes,
tergiversando los puntos del Acuerdo con lo cual obtuvieron una mínima mayoría,
pero al fin y al cabo mayoría en el plebiscito.
Los resultados son la consecuencia del error del
Primer Mandatario, al convocar a un plebiscito para ratificar los acuerdos de
La Habana, cuando él tenía la potestad, por un mandato superior de ponerlos en
vigencia, máxime si la Corte Constitucional le había dado el aval al Marco
Jurídico para la Paz (25 de julio de 2013), aprobado un año antes por el
Congreso (Acto Legislativo 01 de 2012).
La importancia del Marco Jurídico para la Paz reside
en que “prioriza” los delitos en la investigación y la "selección" de
los responsables, que de otra manera, investigarlos y juzgarlos por los 304.000
hechos denunciados durante el conflicto tomaría un siglo.
Pero eso tampoco lo tuvieron en cuenta los
promotores del NO, que en su acción vindicativa solo buscan meterle más palos a
la rueda de la paz y dilatar las decisiones ya tomadas que no deben ser
modificadas en lo esencial, pues también a Santos se le reeligió, más que por
sus erradas o acertadas decisiones de gobierno, para hace la paz.
Vale la pena destacar como en un debate en el
Consejo de Manizales el senador Uribe dijo que “es mejor quedarse 20 años
negociando con las FARC en la Habana y con los que estén en Colombia
concentrados cumpliendo con el cese de todos los delitos, y dándoles todas la
garantías que aprobar estos acuerdos ahora”.
¿Esa es la voluntad de paz de quienes votaron por el NO?
¿Y, ahora, porqué el Gobierno y los colombianos
deben creer en la voluntad de paz de los comisionados uribistas, que ni
siquiera estuvieron en la reunión convocada por Santos en la Casa de Nariño? ¿Es
el Centro Democrático la única oposición a la cual hay que escuchar? ¿Qué pasará
con los dos sectores restantes que también votaron por el NO y que muy
seguramente tienen exigencias para con el Gobierno? ¿Estarán dispuestos todos a
sentarse con la guerrilla de las FARC en La Habana para discutir los temas que
podrían salvar el acuerdo?
Uribe formuló tres propuestas para que
se continúe con el proceso de paz: Amnistía a guerrilleros, protección efectiva
para las FARC y alivios judiciales para las Fuerzas Armadas. Dos de estos
puntos están resueltos en el Acuerdo y el tercero implica tras bambalinas
mantener la impunidad (de la que tanto habla) para los militares presos,
acusados hoy de crímenes de lesa humanidad y de auspiciar el paramilitarismo,
del cual tanto sabe el exmandatario. Lo difícil es que las FARC acepten sus
planteamientos y que el uribismo deponga los ánimos para admitir las razones y
planteamientos de la guerrilla.
De lo que se decida, depende que el ELN
se siente a negociar el segundo capítulo del proceso.
Al finalizar el presente artículo, se
anunció que los ex presidentes Álvaro Uribe y Andrés Pastrana, irían el miércoles
temprano a la Casa de Nariño para reunirse con el Presidente Juan Manuel
Santos. Ojalá haya un entendimiento para que salgamos pronto de la indecisión y
la incertidumbre y veamos la luz al final del túnel. ¡Que el Gran Hacedor los
ilumine!
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