El Ministro de Hacienda,Mauricio Cárdenas,
en una lánguida sesión del Senado, exponiendo su
Reforma Tributaria Estructural
Si
bien puede pasar a la historia como el Presidente de la Paz, terminaría su
mandato con el más bajo índice de popularidad por cuenta de la Reforma
Tributaria Estructural.
Pasado el
ajetreo político derivado de la elección del Procurador General de la Nación,
el Congreso de la República se apresta ahora a desbrozar, socializar y discutir
la Reforma Tributaria –la segunda del Gobierno de Juan Manuel Santos- y muy
seguramente, tomando en cuenta la nota de urgencia con la cual fue remitida,
aprobarla a “pupitrazo” limpio antes del
20 de diciembre próximo, cuando termina la primera etapa de esta legislatura.
Ya se ha
vuelto costumbre por parte de los gobiernos de turno dejar para última hora
aquellas iniciativas que por su complejidad merecen amplia discusión,
prevalidos de la liviandad con que la mayoría de los congresistas asumen la
función de legislar y porque conocen de sobra que al olor de la miel todos caen
como abejas para exigir su tajada en vísperas de la navidad.
Y aunque en
todos los ángulos de la actividad nacional hay voces disonantes en contra del
esperpento de la reforma, el Ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas insiste en
meterle miedo a la gente, asegurando que si no se aprueba el proyecto el país “irá
a la quiebra”, como si esa iniciativa fuera un mandato divino y los colombianos
tuviéramos que “tragar entero”.
El ministro
Cárdenas justifica su insistencia para la aprobación del proyecto, en la caída
de las finanzas como consecuencia del bajonazo en el precio internacional del
petróleo, el cambio climático, el descenso de la actividad minera, el derrumbe
de la inversión extranjera, la búsqueda de recursos para el posconflicto y
hasta en la obesidad de los colombianos.
Pero se le
olvida que las malas prácticas administrativas fueron las causantes de la
crisis que hoy vive el país y que los responsables fueron los gobiernos del
nuevo milenio, que no ahorraron en la bonanza para enfrentar las situaciones de
las épocas de las “vacas flacas”.
Para la
muestra un botón:
En 2004, el
presidente de la época, Álvaro Uribe, ordenó, sin necesidad, ampliar hasta el
2020 el contrato de asociación (que vencía en ese año) con la Chevron Texaco
para la explotación del gas de La Guajira, negociación en la cual perdió
Ecopetrol US$87 millones de dólares y regalías para la Guajira por más de
US$600 millones de la época.
Ese mismo
año, cuando todo el mundo sabía que el petróleo que se cotizaba entonces a
US$32 barril, subiría de precio por las guerras que afectaban al Medio Oriente,
Ecopetrol se apresuró a vender a futuro las existencias exportables durante un
año y un mes después la cotización del crudo era de US$52 b.
En 2008 llegó
la bonanza petrolera, alcanzando el crudo una cotización histórica de US$$141.9
b, pecio que se mantuvo casi un año, pero el gobierno de la época utilizó a su
antojo las transferencias que en un solo período alcanzaron $24 billones. En
ese mismo año se vendió el 20 % de Ecopetrol, se creó la Agencia Nacional de
Hidrocarburos (ANH) Partiendo en dos la operación petrolera y se ordenó la
construcción de la Refinería de Cartagena, por un valor inicial de US$3.500
millones, que se convirtieron seis años después en casi US$8.000 millones.
Cuando asumió
Juan Manuel Santos, el precio el crudo se cotizaba a US$75 b; al finalizar su
primer gobierno el precio del WTI era de US$120 b; pero como su antecesor,
utilizó también los recursos de Ecopetrol para tapar el hueco fiscal,
olvidándose de invertir en exploración, sísmica, y producción, con lo cual las
reservas se han disminuido considerablemente, a la par que cayó el valor de las
exportaciones como consecuencia de la menor cotización en el precio
internacional del petróleo.
Santos que
durante su campaña, advertía de los peligros de la “enfermedad holandesa”, puso
en marcha los TLC, comenzando con el de Estados Unidos, abrió nuevos convenios
en todas las latitudes que al final terminaron afectando la productividad
nacional y privilegió la actividad minera sobre otros sectores de la economía
nacional. La industria se vino a menos y el desempleo hoy es latente, aunque
este no se refleja en los índices del DANE, porque la evaluación se hace sobre
quienes aportan al sistema de salud y pensiones, lo cual es obligatorio hoy en
el país, incluso para los “varados”.
En poco
tiempo se cerraron industrias de fertilizantes e insumos y la producción en el
campo se vino a menos. En seis años, Santos ha tenido que enfrentar tres paros
agrarios y no ha sido capaz su gobierno de cumplirle las promesas al sector.
Esa situación se ve reflejada en los altos índices de la inflación que no ha
logrado controlar el Banco de la República.
Ni que decir
del transporte que también incide en el peso de la “canasta familiar”: un paro
anual –el último de los cuales por casi tres meses- y el sector aún se siente
desprotegido y con las promesas incumplidas por el gobierno.
Pero hay
otros factores que contribuyen a la crisis actual:
En los
últimos 15 años, además de la privatización de Ecopetrol, se vendieron, sólo
durante el periodo de Uribe Vélez 49 empresas del Estado como el Banco
Cafetero, Telecom, Granahorrar, la Caja Nacional de Previsión Social, el
Incora, el Inat, el Instituto de Fomento Institucional IFI, Carbocol, Minercol,
y todas las generadoras de energía regionales, entre otras y el dinero, más de
20 billones de pesos, se destinaron a la mal llamada seguridad democrática. Luego
Santos, vendió la segunda parte de las acciones de Ecopetrol e Isagen, con el
pretexto de tapar un hueco fiscal que a principios de este año alcanzaba los $30
billones.
Frente a este
desolador panorama económico, fiscal y financiero, en el cual la imprevisión y
el derroche de dineros públicos, es evidente, ahora nos piden a los colombianos
austeridad y sacrificio para estabilizar al Estado.
Mientras el
ministro Cárdenas, anuncia a través de los medios que no afectará a las clases
populares, su reforma aumenta el IVA en productos claves de la canasta familiar
y se extiende el tributo a otros que antes no lo tenían como los huevos, las
frutas, las verduras, la carne y el pollo, etc.
Esa misma
reforma establece un nuevo impuesto a las bebidas azucaradas como las gaseosas,
no como dice el ministro con fines de salud pública sino para destinar esos remanentes
de azúcar a la producción de etanol, cuya industria es protegida con exenciones
por parte del Estado.
También se
aumentará el precio de los combustibles con el nuevo impuesto por contaminación
de $135 por galón, como si no tuviéramos la gasolina y el ACPM de los más caros
del mundo. Lo peor es que aunque nuestras refinerías se surten con petróleo
colombiano y lo procesamos en refinerías colombianas, lo pagamos a precios
internacionales en dólares, a boca de pozo en el territorio colombiano.
La misma
reforma modifica el impuesto de retención en la fuente que se hará extensiva a
partir de ingresos totales por $1‘487.650, incluidas las mesadas de los
pensionados, para lo cual se aplicará una tarifa marginal del 10 %.
En medio del
esfuerzo que hacen los colombianos por sobrevivir, al ministro de Hacienda
Mauricio Cárdenas solo se le ocurre buscar recursos, torciéndole el pescuezo y
metiéndole la mano al bolsillo de los trabajadores, los asalariados, los
pensionados, los tenderos, zapateros, los peluqueros y las manicuristas,
obligándolos a pagar retención en la fuente o “monoimpuestos”, que lo único que
hacen es disminuir su capacidad económica.
Mientras el
ministro de las finanzas se devana los sesos pensando en ahorcar a los
asustados colombianos, se le escapan los grandes evasores, los contrabandistas
y los estafadores de cuello blanco socios de chatarreros y constructores de
pirámides, que por lo general pasan de agache frente a las autoridades
judiciales.
Es tan
impopular la Reforma Tributaria Estructural, que el propio vicepresidente
Germán Vargas Lleras, que funge como superministro de infraestructura y que
tiene en sus manos el manejo de la Vivienda Sin Cuota Inicial, convocó desde la
Casa de Nariño, a una marcha en contra del proyecto que nunca fue socializado,
y al parecer ni consultado con los demás miembros del gabinete.
Tremenda
carga tiene Santos hoy a sus espaldas, pues parece que la mayoría de los
partidos políticos, se unirán para atajar la iniciativa del ministro Cárdenas y
aunque Juan Manuel, pase a la historia como el presidente de la paz, podría
terminar su mandato como el más impopular de los mandatarios.
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